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Después de la crisis financiera de 2008 los mercados emergentes tuvieron a favor un mundo con precios altos de las materias primas, tasas de interés por el suelo y “mucho crecimiento de China. Luego vino el 2014 y 2015, los commodities cayeron, China se enlenteció, pero las tasas permanecieron bajas. Fueron dos de tres problemas”. Con la crisis originada por el Covid-19 el panorama, en cierta forma, se repitió.
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“A futuro vemos una combinación de tasas de interés internacionales que están yendo más altas, ¿cuánto?, ¿qué tan rápido? Yo no pienso que eso sea algo agresivo”, pero “tienen que subir. No he visto un período de tiempo de paz con tasas de interés negativas”, dijo el lunes 6 la economista jefa del Banco Mundial (BM), Carmen Reinhart, en una charla por Zoom que tuvo como interlocutor al presidente del Banco Central del Uruguay (BCU), Diego Labat.
“China tal vez se enlentezca más”, añadió. Ese país “ha sido un gran prestamista para los mercados emergentes —no para Uruguay—, pero sí para muchos otros. Y eso se está enlenteciendo”, dijo la funcionaria internacional. Si bien los precios de las materias primas “han levantado”, en su opinión “ya no está en el horizonte el gran crecimiento de China”.
“Estoy muy preocupada, no un poquito”, acerca de la recuperación económica en América Latina, reconoció. Eso porque, sin pretender ser “melodramáticos”, el “deterioro” en sus economías “había empezado en 2014 y 2015”, y luego la región “no se recuperó” antes de la llegada de la pandemia de coronavirus, sostuvo Reinhart, una de las economistas mujeres más respetadas ya desde antes de llegar a su actual cargo en el BM. Antes trabajó para el banco de inversión Bear Stearns, en el Fondo Monetario Internacional y en la Escuela de Gobierno de la Universidad de Harvard. En su actividad académica, las crisis financieras y de deuda son de las áreas de investigación predilectas, algunas exploradas junto con el argentino Guillermo Calvo.
Deterioro “acumulativo”
En ese contexto, frente a los actuales niveles de deuda de los países —que se abultaron para enfrentar las consecuencias del Covid— “los riesgos y las vulnerabilidades están presentes”, en particular en las economías de bajos ingresos. “Sin embargo, cuanto más tiempo tengamos la pandemia… Tuvimos la variante delta, ahora la ómicron. Es un efecto acumulativo. Entonces, vamos a seguir viendo un mayor deterioro”, planteó la economista en el seminario organizado por Researach Institute for Development, Growth and Economics (Ridge) y el BCU.
En el caso de Argentina y Ecuador, que en 2020 tuvieron reestructuraciones de su deuda, la pregunta, según Reinhart, es: “¿Acá se termina? No creo que esto vaya a terminar aquí. Si miramos defaults del pasado, sobre todo de los años 80, muchos se caracterizaron por reestructuras intermitentes o seriales, con un promedio de más de dos. No creo que estos países hayan resuelto su problema con las reestructuras” hechas el año pasado, aventuró.
Hizo la siguiente acotación: “Lo que no hemos visto desde los 90 es una crisis de contagio. Y no estoy hablando de Uruguay contagiándose de la crisis de Argentina del 2001; ese es otro tipo de contagio. Hablo de la crisis del tequila, la crisis rusa o la asiática. No lo hemos visto” porque economías emergentes relevantes como Turquía o Brasil no están tan complicados, si bien este último acaba de entrar en recesión técnica.
El viernes 3 el IBGE, el instituto de estadísticas oficiales de Brasil, informó que en julio-setiembre el Producto Bruto Interno del país creció 4% frente a los mismos meses de 2020, pero se contrajo 0,1% respecto al trimestre previo. Como en abril-junio había bajado 0,4% en comparación con los tres meses anteriores, se acumularon dos trimestres con variaciones negativas (lo que se entiende que configura una recesión).
La “gran regresión”
Luego, el presidente del BCU le preguntó por la “agenda macroeconómica” de la región. “Es complicado y no necesitas que te lo diga. Es muy complicado por muchas razones”, respondió Reinhart. Señaló que la mayor parte de los países de América Latina atraviesan por una “estanflación”, es decir, bajo o nulo crecimiento combinado con inflación alta.
Según Reinhart, durante la crisis por el Covid los bancos centrales en las economías emergentes pudieron hacer política contracíclica, pero esa ventana “se cerró rápidamente por muchas razones”. En la mayor parte de América Latina, agregó, las expectativas de inflación “no están ancladas tan firmemente” como en otros.
“También tenemos el tema —y esto es muy importante— de que las tasas de inflación recientes han estado ligadas a los precios de combustibles y alimentos, que son rubros importantes sobre todo para los sectores de bajos ingresos. El pico de inflación es una gran regresión. El desafío para los bancos centrales es tratar de fomentar la recuperación” a la vez que tratan de mantener la inflación controlada. “Y es muy difícil”, planteó.
Incorporó otro aspecto: el riesgo político. “Acuérdense de la primavera arábiga, que tuvo mucho que ver con un pico en los costos de los alimentos y las necesidades básicas. La parte social de una torta que se ha achicado y se ha distribuido de manera más desigual; es muy desafiante para las políticas fiscales y monetarias. Esto es muy complicado, Diego, y por supuesto hay que tomar decisiones difíciles”.
En opinión de la economista del BM, la “dimensión de riesgo político es algo que jugará un papel muy importante”.