La pompa, los oropeles, la adulación, los ujieres de genuflexión fácil, la satisfacción de las necesidades básicas por encima de los simples mortales, mediante sueldos, viáticos, dádivas, secretarios, choferes, locomoción paga, viajes y congresos les hace proclives a la impunidad y la desprolijidad. Gozan en la sociedad de un estatus prestigioso de seres de cualidades extraordinarias, bien conectados y relacionados en un sociedad donde es más importante ser araña (tener una red de conexiones) que ser honesto, capaz o trabajador.
Sin entrar a considerar aspectos vinculados a actividades corruptas, donde como operadores del sistema y ordenadores del gasto, en un esquema de controles poco eficientes e impunidad, surgen como tentaciones, propuestas y ofrecimientos que alguien flojo de papeles y moral no puede resistir. El aprovechamiento de su posición para influir, decidir compras, contratar servicios, favorecer amigos o empresarios afines, facilitar habilitaciones o complicarlas, usar los bienes y posibilidades del Estado e beneficio propio, de su grupo o facción.
La repetición de mentiras conceptuales, de verdades a medias, estadísticas tendenciosas tomadas para respaldar esas afirmaciones falsas, permiten crear una liturgia que interpreta la realidad a su antojo y clasifica al universo en los unos y los otros. —“Conmigo o sinmigo”— parafraseando a Herminio Iglesias.
Los adjetivos calificativos de gorila, zurdito, neoliberal, progresista, compañero o vendepatria (como antes comunista, lumpen, tira, camarada) ponen un broche a priori al emisor de un comentario, argumento u opinión, reputándolo sin admisión de prueba en contrario. Esto permite clasificar y denostar las opiniones, denuncias, creencias o propuestas, prejuzgándolas de antemano según el emisor, sin analizar su contenido.
Siempre hay detrás de su estela luminosa una calaña conspirativa internacional de la que son blanco por su capacidad de análisis y su verdad revelada. Operaciones de prensa, espías, conspiraciones de la KGB o la CIA, persecuciones políticas, o ensañamiento político. Bolas que se corren de los detractores de las cosas buenas y nobles.
Lo lamentable pasa por el coro que sigue y aplaude a los inmorales, por el séquito que elogia, se aprovecha, festeja o cree en las teorías conspiratorias sin importar la realidad. Porque que si la realidad no está de acuerdo con las consignas y manuales, la realidad seguramente está equivocada. No es esta cofradía una masa homogénea, incluye gente a sueldo, distraídos, interesados, cómplices y gente bien intencionada. (Adoctrinados, idiotas, cortos de libre albedrío o mal informados, infantilismo de izquierda diría alguien o miedo a la libertad, otros). Es de última la banalización del seguimiento del líder al precipicio o el suicidio si cree que se acaba el mundo, como personajes de una tragedia griega.
Normalmente, las posiciones de privilegio y la disponibilidad de caja ajena permite ser generoso y comprar voluntades con el reparto de achuras del Estado, cuotas de poder, licitaciones y cargos de particular confianza bien pagos, un lugar de lucha, (una trinchera de militancia, como se dice ahora en ciertos círculos a los concursos amañados o las designaciones de correligionarios v compañeros y amigos) lugares donde cobro y no trabajo, una representación, un pase a comisión, o una entrada a un espectáculo gratis porque también hay gente que se vende muy barato.
Esa cáscara, diría Max Weber, que defiende y protege a los comunes, vínculo corporativo y de clase se basa en principios y liturgias de gestación, creación y mantenimiento mientras dure y dura la impunidad y el estertor que lo genera.
La llegada al poder y a ocupar posiciones relevantes en los partidos políticos se manifiesta en orígenes de casta (apellidos ilustres) casi en una dinastía de parientes con referencias notables para esa comunidad, o de representaciones oportunas del mundo de los sindicatos, empresariales, de las profesiones liberales u oligárquicos que nada tienen que ver en la mayoría de los casos con la militancia (suele haberlos de militancia comprada) los valores éticos y morales.
La diversidad suele ser una expresión de voluntad vacía de contenido y una falsa opción, pero un medio eficaz de aglutinar voluntades detrás de distintas causas que mientras no cuestionen su autoridad son funcionales al objetivo de sumar para su poder de convocatoria. Bienvenido lo diverso; mientras no los cuestionen, ellos solo aman su poder.
Otro mecanismo es convertirse en voceros de determinados fenómenos, organizaciones y hechos sociales. Autoproclamarse defensores de… ya sea los desposeídos, la familia militar, la Iglesia católica, el Ku Klux Klan, los hielos antárticos o admiradores del biorritmo, es parte de provocar simpatías y antipatías para venderse con un envase como producto en la góndola de un supermercado.
Otra propuesta es relacionarse con la crema mediática, participar en determinados círculos o clubes y mostrarse con ciertas personas. (El Papa, un deportista famoso, un icono sexual, un lugar supuestamente maravilloso, con pobres, alzar niños para la foto, un lugar de catástrofe, una mascota, una velada solidaria, un evento deportivo o social.) Todo eso que creen les suma en la construcción de una imagen determinada.
Por supuesto esta plaga humana (los inmorales) termina víctima de sí misma, melómanos incurables, adictos a la adulación, descuidados con las formas y las rendiciones de cuentas, confiados en su impunidad que los ubica sobre el bien y el mal.
A título de ejemplo y sin que sea taxativo: terminan filmando y documentando coimas (Montesino), tirando bolsos con dinero por encima del muro de un retiro espiritual (López), con fortunas que no pueden justificar (Cristina), aseverando mentiras irrefutables (como por ejemplo, títulos que no existen), pretendiendo transformar desastres administrativos en inversiones necesarias para el desarrollo (Sendic), reprimiendo salvajemente en nombre de la libertad (Maduro), institucionalizando la coima (Brasil).
Los amorales no son de izquierda, de derecha o de centro; son parásitos de la vida. Usan el camuflaje para esconder su único interés: ellos mismos.
A veces su comportamiento expansivo y sin límite los transforma en virus que inexorablemente termina matando al huésped que los alimenta, donde los más infelices se transforman en clientela y la lengua sobada en sonidos guturales e incoherentes; un muñeco parlante descompuesto. Siempre más de lo que se dice, fíjate cómo vive y lo que hace y el velo se corre.
El caso de Raúl Sendic y sus cómplices es emblemático. Qué buena herramienta tuvimos, que permitió conciliar ideas y determinar un rumbo en una utopía común. Vaciada de ética, moral y contenido, no nos queda nada, somos como casi todos, sinvergüenzas, encubridores y negadores. En su ocaso, Sendic se lleva puestos valores que no tienen repuesto. Tarde piamos, o como dice el tango.
Tarde me di cuenta
Que se vive igual, mintiendo…
Washington Gerardo Azambuya Arbiza
CI 3.973.749-6
