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    La tercera edad con todo

    “¿Y si vivimos todos juntos?”, con Jane Fonda

    En el último año han abundado las películas sobre gente anciana que trata de llevar sus últimos años de la mejor manera posible. No solamente productos del mainstream como “El exótico hotel Marigold” o “Rigoletto en apuros” (todavía en cartel), sino títulos belgas como “Las chicas de la banda” o coreanos como “Poesía para el alma”. Salvo la belga (que tenía un final traicionero), las demás ponían una nota optimista sobre viejitos que se negaban a aceptar que su vida estaba terminada y emprendían cosas que mostraban que aún eran útiles y podían emplear sus últimos años con dignidad y provecho espiritual.

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    Tal vez ese no sea exactamente el tema de ¿Y si vivimos todos juntos?, película francesa escrita y dirigida por Stéphane Robelin con un elenco de primeras figuras del pasado que también se niegan a tirar la toalla. Hay dos parejas de gente de clase media acomodada, con muy buen pasar, casas amplias y cómodas, y jubilaciones generosas. También un solterón mujeriego, que pese a sus años tiene ínfulas de mantener su sexualidad muy activa, aunque solo con prostitutas. En el primer caso están Annie (Geraldine Chaplin) y Jean (Guy Bedos), matrimonio bien avenido aunque con discusiones y caprichos propios de muchos años de convivencia. Por otro lado Jeanne (Jane Fonda) y Albert (Pierre Richard), pareja con problemas porque ella tiene un cáncer terminal que oculta y él un Alzheimer galopante que no tiene vuelta. Ella teme dejarlo solo y él no sabría qué hacer sin ella. Las dos parejas y el solterón mantienen una amistad entrañable desde hace cuarenta años, sazonada con cenas colectivas, visitas permanentes y una confianza mutua a toda prueba. Parece que el mundo empezara y terminara en ellos, porque son felices así y no precisan de nadie.

    Pero todos son septuagenarios y aunque Jane Fonda (1937) parece la hija de Geraldine Chaplin (1944), asume su edad y ostenta con orgullo esa lozanía envidiable que la hace figurar entre las mujeres más bellas del mundo, pese a sus 75 años. Por donde salta la liebre es por el lado del solterón, Claude (Claude Rich), que sufre un infarto en medio de una de sus aventuras y es internado por su único hijo (con el cual no se ve nunca) en un asilo de ancianos. Sus amigos no aceptan esa humillación y ahí surge la puesta en práctica de una idea que había tenido Annie: ¿por qué no vivimos todos juntos? Se quieren, se cuidan, se divierten y hasta contratan a un chico alemán, Dirk (Daniel Brühl), para que les pasee el perro y vigile de cerca a Albert, que de vez en cuando pierde la chaveta y empieza a divagar. Ese es todo el tema: la enfermedad de Jeanne, la decrepitud de Albert, las indiscreciones de Claude, los malos humores de Jean y los reclamos de la arrugada Annie para construir una piscina donde vengan los nietos, que de lo contrario se aburren a muerte.

    En un tono de comedia dramática, sin demasiados sobresaltos ni golpes bajos para convocar la emotividad del espectador, el filme transcurre fluidamente, confiado en la veteranía de un elenco de primera y en unos personajes sólidamente compuestos, donde cada uno podrá reconocer a un pariente o amigo o reconocerse a sí mismo, tal vez. La fórmula no parece equivocada, porque se trata de pintar en forma realista y a la vez simpática a un grupo de gente que está al final de su tiempo cronológico pero se niega a pensar que todo se ha terminado. La forma que esos personajes eligen de compartir esos últimos años (por supuesto que en un caserón enorme con todas las comodidades), de comparar las inquietudes de los viejos con las aspiraciones de los jóvenes (hay una cálida relación entre el personaje de Fonda y el de Brühl), de descubrir algún secreto del pasado que algunos comparten y otros no, son todas notas a favor del libreto de Robelin, atento a cuidar la coherencia interna del asunto y a formularlo en forma elegante, sobria y por momentos entrañable.

    Jane Fonda habla en perfecto francés, lo mismo que la hija mayor del gran Charles Chaplin. Desde 1989, cuando hizo “Gringo viejo” con Gregory Peck, la hija de Henry Fonda se había retirado prudentemente de la pantalla (tenía entonces 52 años) y no volvió hasta el 2005 con “Una suegra de cuidado” (Monster-in-Law). Siempre es un placer volver a verla, aunque el cuidado que tiene con su físico delate el abandono de Geraldine Chaplin con el suyo. Dicen que una estrella siempre debe cuidar su apariencia, pero resulta penoso contemplar los despojos de quienes no lo hacen. La ancianidad no es ningún defecto, es simplemente una consecuencia de haber vivido. Pero ya que es inevitable, debería llevarse con dignidad, como se merece. Es el único consuelo que queda, después de todo.

    “¿Y si vivimos todos juntos?” (Et si on vivait tous ensemble?). Francia-Alemania, 2011. Escrita y dirigida por Stéphane Robelin. Con Guy Bedos, Daniel Brühl, Geraldine Chaplin, Jane Fonda, Claude Rich, Pierre Richard. Duración: 96 minutos.