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El sector de los servicios es de los más amplios de la economía uruguaya, y los tradicionales —como el transporte y la logística— tienen vínculos estrechos con otras ramas de actividad, por lo que un aumento de su productividad puede empujar al resto. El mismo efecto se lograría con servicios intensivos en conocimiento, como el software y la ingeniería. Pero lo cierto es que las empresas de servicios recurren relativamente poco a la innovación, uno de los caminos para incrementar su eficiencia.
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Un estudio realizado por el Centro de Investigaciones Económicas (Cinve) para el Banco Interamericano de Desarrollo mostró que las fábricas uruguayas son más innovadoras (43%) que las empresas de servicios (40%). La diferencia está asociada con la mayor innovación en los procesos de producción (innovación técnica), surge de esa investigación cuya versión final se publicará a la brevedad.
“Un hecho interesante es que 37% de las firmas de servicios no hizo ninguna innovación”, ni técnica ni no técnica, remarcan los autores, Diego Aboal y Paula Garda. Ese porcentaje es de 35% en el caso del sector industrial. El análisis tuvo en cuenta datos de años de mediados de los 2000.
Las empresas de alta tecnología de la rama manufacturera y las de servicios intensivos en conocimiento tienden a innovar más que el resto. De hecho, estas últimas muestran un comportamiento similar en materia de innovación a la media de la industria, conforme con el estudio.
A partir de un modelo que tiene en cuenta diversas variables, los investigadores del Cinve concluyen que los determinantes de esta performance en materia de innovación de las empresas fabriles y de servicios en Uruguay son “muy similares” para uno y otro sector. Señalan que la protección formal (patentes) y la recepción de fondos públicos favorecen la decisión de invertir en actividades innovadoras. De hecho, según sus observaciones, las limitaciones financieras en el caso de las empresas tradicionales y de baja tecnología están inhibiendo un mayor nivel de inversión.
Asimismo, una mayor exposición frente a la competencia comercial internacional se asocia con una probabilidad más elevada a realizar ese tipo de inversiones en los servicios. En cambio, el hecho de ser empresas de propiedad extranjera no tiene un impacto significativo en las decisiones en esta materia. La probabilidad de invertir en insumos de innovación aumenta con el tamaño de la firma. Finalmente, la proporción de capital humano en la plantilla total de las empresas es una variable con signo positivo sobre la ecuación de gastos de innovación, e incide tanto sobre la decisión de inversión en sí misma como en el monto.
Productividad.
De acuerdo con el estudio, los efectos de los gastos en innovación son “más fuertes” en los servicios, si bien son similares que en la industria en relación con la productividad. En las fábricas, solo las innovaciones tecnológicas redundan en mejoras en la eficiencia en el uso de los recursos.
Aboal y Garda subrayan que impulsar la innovación en los servicios, especialmente en las de pequeño y mediano porte, es “fundamental” para mejorar el rendimiento de los mismos y de la economía en su conjunto.
A modo de conclusión, sostienen que crear redes de colaboración puede tener un impacto importante en la decisión para invertir en actividades de innovación, en particular para las empresas de tamaño relativamente pequeño. El apoyo financiero estatal a las actividades de innovación, así como la promoción de los derechos de propiedad intelectual —y las patentes en particular— y de las fuentes de información del mercado (clientes, proveedores, etc.) alentarían además la decisión de innovar.
