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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEl conflicto del campo no hace otra cosa que confirmar la ausencia de liderazgos de estos gobiernos populistas de izquierda... “El comandante es responsable por todo lo que se haga o se deje de hacer en su unidad”.
Esta premisa básica, paradigma de todos los ejércitos del mundo, reza en la tapa del manual del oficial de estado mayor y es aplicada universalmente a todos aquellos actores estratégicos con responsabilidades de liderar políticas relevantes. Menos en Uruguay… hasta ahora.
A excepción de los miembros de las Fuerzas Armadas, su comandante elegido por voto popular, o sea el presidente de la República, ha desplegado enorme capacidad y entusiasmo para apoyar todo tipo de acciones o actitudes orientadas a destruir sus instituciones, sin que por ello parezca movérsele un pelo ni exteriorice responsabilidad alguna.
Desde risueños comentarios a estudiantes justificando su solicitud de protección militar al mismísimo presidente de EE. UU. ante la fantasiosa hipótesis de conflicto con Argentina por la planta de celulosa de UPM, argumentando que nuestra Fuerza Aérea no tenía ni siquiera combustible para volar, pasando por las pobres señales de liderazgo ante la alarmante situación presupuestal de la institución armada, siguiendo por la aprobación de una Fiscalía especialmente dedicada a concentrar todo el poder del Estado para perseguir a quienes lucharon contra muchos de los terroristas que hoy integran su gobierno, así como la persistencia en la aprobación de su proyecto para desarticular el servicio de retiros militares, su actuación ha sido modelo de apostasía a la institución que por mandato popular le fue encomendado comandar, dignificar, proteger y respetar. En una palabra… ser responsable por todo lo que le pase o deje de pasar.
Al igual que el fracaso en la enseñanza, adonde más allá de repartirse computadoras nuestros gurises de quince años no son capaces de comprender un texto con un nivel mínimo de complejidad o resolver una regla de tres simple. Al igual que el fracaso absoluto en la seguridad, en la economía, en las cacareadas políticas de equidad, en la solapada inquisición a los militares y un largo etc., la responsabilidad del comandante se patentiza una vez más, ahora con el conflicto del campo.
La falta de nivel como estadista, la patoteada para la tribuna a un productor y su posterior escrache público a través de los medios del Estado, la ninguneada por cadena de televisión al sector más productivo del país, las revanchas solapadas a quienes discrepan, todo eso es también responsabilidad única y exclusiva del que debería ser concebido como el comandante.
Ilustres estadistas han ocupado el cargo de primer ciudadano de los orientales.
Por eso no podemos menos que declarar nuestra frustración y rebeldía al comprobar una y otra vez esta penosa muestra de ineptitud para manejar los sectores clave del país y sus instituciones, su inoperancia, la rapacidad ideológica plagada de odio de clases y resentimientos, así como la crónica ceguera estratégica que se esconde detrás de cada acción u omisión... todas de su responsabilidad.
Cnel. (r) Arquímedes Cabrera
CI 1.696.931-3