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Como cualquier mortal, Fortunato sabe que no hay familia que se escape de algún lío interno. Estos incómodos trances vienen en varios modelos y tamaños, desde los primos enfrentados porque uno es de Defensor y otro de Peñarol, hasta la demanda por estafa de algún hermano contra otro, porque el viejo aprovechó para desheredar al demandante y favorecer al demandado, que se quedó con casi toda la fortuna familiar.
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Antes de instalarse frente a la tele, para ver el informativo de cierre, Fortunato pensaba también en los líos de familia de categoría zafral, como los que surgen en estos tiempos prenavideños, en los que en los hogares surgen diálogos tales como “claro, siempre querés ir a casa de tu madre, y yo acepto como una tarada, y ahora que decidís que vamos a ir a lo de mamá, te negás a comprar el lechón para contribuir a la cena, no hay caso, sos un amarrete y un mal agradecido”.
Pero ahora, Fortunato ya estaba viendo el informativo, en el que el tema central eran los enfrentamientos grupales, sectoriales, transversales, de todos los formatos y colores posibles, dentro de la “fuerza de gobierno” que rige nuestros destinos desde hace más de una década. La familia Frentamplín no es pues una excepción a la regla que indica que en todos lados se cuecen habas.
—Consiguientemente, como venimos informando, el enfrentamiento del equipo económico con la bancada frenteamplista del Parlamento está exhibiendo ribetes de inusitada agresividad —decía el informativista, mientras de fondo en la pantalla se apreciaba al tío Danilo duramente interpelado por sus correligionarios, que objetaban el proyecto de los “cincuentones” y la reestructura del Banco República.
Cuando el ministro Astori le dijo al diputado Darío Pérez, “tú también, Bruto”, el legislador de la Liga Federal le informó al secretario de Estado que en realidad el bruto era él, y que no solo era bruto sino también insensible, alejado de la realidad del interior del país, y que probablemente el único interior que el ministro conocía era el de su propio organismo, el cual había visto una vez cuando le hicieron una radiografía en un chequeo médico.
Fortunato no daba crédito a lo que veía y oía, y por momentos pensó que debía estar soñando, y que el espectáculo que aparecía ante sus ojos, más que el ámbito parlamentario, era una especie de casa del Gran Hermano Frenteamplista, en el que el viejo refrán de “los trapos sucios se lavan en casa” se había transformado en un lavadero en vivo y en directo en HD y 24 horas sin interrupción.
El informativista seguía comentando, y agregó que con la incorporación de Juan Castillo al Senado probablemente haría variar la estrategia comunista de actuar en bloque, y que se comentaba en los corrillos parlamentarios que se estaba por crear la subagrupación Banderas de Rodney, para desgastar en el diálogo a las Banderas de Líber. Mientras —especulaba el periodista—, desde el núcleo duro del PCU se aprovecharía para aliarse con el MPP y la Casa Grande de doña Constanza, de modo de trancar en paralelo cualquier proyecto que presentaran e impulsaran los demás partidos. Cada cual, que atienda su juego —interpretó Fortunato—, siguiendo las reglas de Antón Pirulero, mientras los gritos de los legisladores se cruzaban con los del equipo económico (menos los del tío Danilo, que apenas murmura cuando habla, probablemente para que nadie escuche sus argumentaciones).
—Le debe dar vergüenza lo que dice —pensó Fortunato para sus adentros.
Uno de los más activos en las vociferaciones e inculpaciones internofrentistas era el joven valor que surge, Albertito Curiel, representante de la Casa Grande de la tía Constanza, de quien el informativista agregaba que era uno de los candidatos a la presidencia. Fortunato, ya medio dormido, barruntó para su fuero íntimo que seguramente la presidencia a la que se refería el periodista sería la del club de bochas La Unidad Virtual. Curiel gritaba que los frenteamplistas deberían evitar marcar sus perfiles y posturas a través de los medios de comunicación, mientras que el primo Ferreri y sus adláteres astoristas le gritaban que si él quería que los medios lo mencionaran, que se presentara al concurso de belleza Míster Punta del Este, que se llevará a cabo en enero en el Cantegril Country Club.
Fortunato abrió un ojo cuando escuchó la voz de la vicepresidenta de la República y presidenta de la Asamblea General, la tía Lucía, que alertaba a los correligionarios que si seguían peleándose así, probablemente el Frente perdería las próximas elecciones. En ese momento, el informativista decía que a continuación se escucharía un breve reportaje que el canal le había hecho al senador Mujica en el ambulatorio, entrando en escena el Pepe, que le comentaba a un reportero que “shí, e shierto que yo dije que me iba al masho, pero shi hay que ganar lajeleshione, ¡nojpresehentamo y lijto, papá! ¿mentendé?”, dicho lo cual la imagen volvió al hemiciclo parlamentario.
Cuando el informativista comentó que el Pacha Sánchez proponía un cuarto intermedio para una reunión de bancada con la participación del psicólogo Braulio Noten Tiendo, de manera de analizar en terapia de grupo las causas profundas del desconcierto y desentendimiento de la fuerza política, Fortunato le gritó desde el sillón a su mujer:
—¡Vení, vieja, estos tarados le están regalando la cancha a la oposición!
Su esposa le dijo desde el dormitorio:
—¡Vení vos a acostarte, que estás soñando! ¿De qué oposición me estás hablando?