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    Los ataques de perros y las ovejas

    Sr. Director:

    Quien escribe es un habitante urbano, por lo tanto no muy informado de las cosas más íntimas del gran mundo de los campos que es sin lugar a dudas, históricamente, la fuente de nuestras mayores riquezas y por lo tanto el básico y notorio sustento de buena parte de la vida del país. Pero ello no significa que, usando un mínimo sentido común, no podamos opinar sobre situaciones como la que tan gravemente se está sufriendo en torno a los ataques de perros a las majadas de ganado ovino (e incluso bovino) que se desarrollan últimamente. Hechos muy dolorosos ante el cual parece que, vergonzosamente, la sociedad no encuentra ni siquiera una justa línea aproximada de solución. Por un lado se clama por el retorno de la públicamente odiada “perrera” y la responsabilidad individual; y por el otro surge la voz de las ONG protectoras de animales que niegan el paso anterior también apelando a la responsabilidad cívica de los particulares, solicitando mayor apoyo estatal y encarando el tema central dentro de la castración. Empero, para la sociedad actual habría mucho que decir y donde la archifamosa frase “no se puede pedirle peras al olmo” queda detallada en la vida diaria; y sus lamentables hechos se traslucen en que, para una parte de la población, asumir responsabilidades sobre sus mascotas es un hueso duro de roer. Bien recordamos la “perrera” que debía ser escoltada por la fuerza pública ante el notorio repudio colectivo que desataba su violento accionar, al que se aunaban las altísimas multas que se imponían y el pésimo trato que se daba a la pobre gente que concurría a liberar sus animales en aquel lamentable “corredor de la muerte”. Entonces: ¿no hay alguna mediana forma de morigerar estos ataques que forman parte de la naturaleza animal? Sin duda el problema del perro vagabundo debe ser solucionado cuanto antes buscando incriminar el interés público ante este lamentable problema aventando la casi tradicional desidia de muchos compatriotas. Castraciones y más intervención estatal con gravosas multas, responsabilidades jurídicas y civiles y demás acciones punitivas pueden y deben desarrollarse ya mismo. Y más apoyo a las ONG del caso; sin duda un dinero muy bien gastado teniendo al frente su alcance “sentimental” en la cosmovisión de nuestro pueblo. Pero a veces los que miramos desde fuera tenemos una vista más fríamente integral en cualquier asunto. Recuerdo unas palabras del entonces ministro de ganadería José Mujica en uno de sus primeros discursos ante los gremios agropecuarios cuando señaló: “Es mejor invertir en maquinaria e insumos que en 4 x 4 y viajes a Miami”. ¿No es potable invertir en mejores alambrados, mejores galpones, cámaras, canes pastores, guardias nocturnas montadas, etc.? Y si hay productores que no poseen medios económicos como para encarar lo anterior; la banca oficial y privada, municipios, fuerzas vivas y las mismas agremiaciones ¿no pueden ayudar y hacerse cargo? No hace mucho se divulgó un video donde se mostraba el desagradable espectáculo de un ataque de varios perros a una majada encerrada entre cuatro misérrimos alambres, donde las pobres ovejas quedaban libradas a una muerte segura; pero esa cruel escena tuvo una muy larga prolongación, como dando nota de la inexistente presencia humana. Se debe recurrir, pues está muy de moda, a lo que se hace en Nueva Zelanda, donde se multa no solo al delictuoso dueño de un can suelto (hasta con prisión), sino también a la empresa de marras que deja sin control y debida protección a sus animales. Acá no existe vuelta, y hay que buscar sin enojosas confrontaciones (también de moda) las sendas más cortas como para ir combatiendo este flagelo donde todos estamos involucrados.

    Alejandro Nelson Bertocchi

    CI 1.213.521-1