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“Luchen como el infierno”, exhortó el presidente Donald Trump a sus partidarios en el mitin que realizó el miércoles 6 frente a la Casa Blanca instigando a un asalto al Capitolio que se comenzó a gestar varios días antes. “Hagamos un juicio por combate”, agregó su abogado, Rudy Giuliani, cuyo intento de cambiar los resultados de las elecciones en los tribunales había fracasado. Es hora de “empezar a anotar nombres y patear traseros”, dijo el representante republicano Mo Brooks de Alabama. Así comenzaba el quinto ataque, esta vez con muertos, que sufrió la sede del Parlamento de los Estados Unidos en 207 años.
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El primero se había producido en agosto de 1814, cuando las tropas inglesas ocuparon la ciudad en una guerra que había comenzado dos años antes. Solo un fuerte aguacero salvó el edificio, aún en construcción, de la destrucción a causa del incendio que provocaron los británicos, como venganza por una acción similar en York, según consignó la BBC. En 1915, un exprofesor de alemán en la Universidad de Harvard hizo estallar tres cartuchos de dinamita en la sala de recepción del Senado. El autor declaró que fue una represalia de tipo pacifista contra el respaldo financiero estadounidense a Gran Bretaña durante la primera guerra mundial.
La puertorriqueña Lolita Lebrón y tres hombres que la acompañaban fueron detenidos y condenados a prisión en un ataque al Capitolio en marzo de 1954 en el que resultaron heridos varios parlamentarios. “No vine a matar a nadie, sino a morir por Puerto Rico”, dijo entonces la militante nacionalista, que fue amnistiada por el presidente Jimmy Carter en 1978 y regresó a San Juan, donde falleció en 2010.
Antes que los trumpistas descargaran su furia contra el histórico edificio, el 7 de noviembre de 1983, una explosión destruyó buena parte del segundo piso del Senado, pero no causó heridos. El atentado fue reivindicado por una autodenominada Unidad de Resistencia Armada que actuó en represalia por las acciones militares estadounidenses en Granada y Líbano. Dos mujeres estadounidenses fueron detenidas por el FBI y condenadas en 1991 por conspiración y destrucción maliciosa de propiedad del gobierno y pasaron 14 años presas.