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La última vez que un golfista recibió una medalla olímpica fue en los Juegos de Saint Louis, Missouri, Estados Unidos, en 1904. En estos solamente compitieron golfistas del país anfitrión y Canadá. En la ocasión el canadiense George Lyon fue el ganador de la competencia individual, mientras que en el certamen por equipos el triunfo correspondió a un equipo del Oeste de Estados Unidos, que participó bajo dicha denominación. En los siguientes Juegos de Londres, en 1908, se llegó a fijar las dos canchas donde se desarrollarían los campeonatos masculinos y femeninos, además de establecerse las condiciones de la competencia. Sin embargo, por diferentes razones dichos campeonatos no llegaron a disputarse.
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Más de un siglo después de las olimpíadas de Saint Louis, en setiembre del 2009 en Copenhague, el Comité Olímpico Internacional (COI) volvió a incluir al golf como deporte olímpico. Será uno de los 28 deportes que formarán parte de los Juegos de Río de Janeiro en agosto de 2016. En dicha reunión, el golf recibió 63 votos a favor, 27 en contra y dos abstenciones.
La defensa de los valores y la etiqueta además del aporte al espíritu de los juegos que el golf podía sumar fueron los puntos fundamentales para el regreso a la cita olímpica, luego de más de un siglo de ausencia.
Tras esa reunión también se supo que la competencia será sobre 72 hoyos medalplay, y que tendrá una participación de 60 competidoras femeninas y 60 masculinos elegidos en base al ranking mundial.
Una cancha nueva
A partir de ese momento la Confederación Brasileña de Golf junto con el Comité Olímpico de ese país se enfrentaron con el dilema de escoger las canchas que serían sede de las competencias. Vale recordar que Río de Janeiro tiene dos campos de golf: Itanhangá Golf Club y Gavea Golf & Country Club, pero ambos presentaban serios inconvenientes para ser sede de un certamen de tal magnitud.
En octubre del 2011 el Comité Olímpico Brasileño designó un comité integrado por miembros de la Federación Internacional de Golf y un Comité Asesor de la Federación de Golf para recibir proyectos de una cancha a construirse en la zona de la Barra da Tijuca. Inicialmente fueron veinte los proyectos presentados, de los cuales solo ocho se preseleccionaron. Estos proyectos fueron presentados por destacados ex golfistas o personalidades de este deporte, como Jack Nicklaus, Greg Norman, Annika Sorenstam, Robert Trent Jones II y Peter Thompson, los cuales pugnaron por ganar el llamado. Finalmente en marzo del 2012, el Comité Olímpico designó a la empresa norteamericana Hans Golf Course Design para la construcción de la cancha.
El nuevo campo tendrá una longitud de 6.450 yardas para las mujeres y 7.200 para los caballeros. Se trata de un diseño tipo links, con poca vegetación y tres grandes lagos que dificultan el juego, además de servir como reservorios de agua para el sistema de riego automático que cubrirá toda la cancha.
En una reciente visita el diseñador Gil Hanse mostró su disconformidad por los atrasos en las obras, en un escenario por demás complicado para el norteamericano. Finalmente, buscando transmitir tranquilidad el arquitecto manifestó: “No son tiempos para mostrarse pesimista ya que estamos dentro de los plazos establecidos”.
No obstante, la realidad indica que luego de más de un año del comienzo de los trabajos todavía no se aprecian avances concretos en la cancha donde el golf volverá a ser un deporte olímpico tras una ausencia de más de un siglo. Mientras, el Comité Organizador enfatizó que el torneo no corre ningún peligro. No obstante, ya planteó la posibilidad de que el certamen prueba (seguramente uno de los torneos de los World Golf Championship) que la Federación Internacional iba a fijar para julio del año próximo sea aplazado.
Palabra autorizada
En el último seminario dictado a mediados de febrero por el Royal & Ancient en Bogotá, uno de los asistentes fue el brasileño Carlos Gasparian, presidente del Buzios Golf Club. Su palabra en el tema es por demás autorizada, ya que esta cancha fue manejada como primera alternativa para albergar los Juegos en el 2016.
“Nuestra cancha tuvo grandes posibilidades de ser la sede de los Juegos. Finalmente, el Comité Organizador decidió que todas las disciplinas tendrían que realizarse en un radio de 30 quilómetros con respecto a la Villa Olímpica, por lo cual nuestro campo fue descartado”, señaló Gasparian.
“Es que en Río de Janeiro y me animo a decir en todo el Brasil, no hay tantos campos de golf como el de Buzios con diseño de Pete Dye”, prosiguió. Con respecto a la nueva cancha, el dirigente brasileño dijo a Búsqueda que “es un terreno con grandes desniveles, donde el viento siempre tiene una incidencia fundamental en el juego. Será un trazado moderno, difícil, de 18 hoyos con más de 7.000 yardas de recorrido y mucha agua que entra en juego en varios hoyos”.
En cuanto a los atrasos aseguró que “ha habido algunas diferencias entre la Confederación Brasileña y el Comité Organizador, que se han traducido en la lentitud del comienzo de obras”, pero agregó que “ahora la Federación Internacional está teniendo una mayor injerencia en todo, con visitas periódicas”.
“Una buena noticia —añadió— es que también comenzaron hace un par de meses la construcción del clubhouse. Tenemos a favor el clima y esto es una gran ayuda, de todos modos me gustaría que me preguntara dentro de tres meses por la situación. Para entonces sabremos dónde estamos parados realmente”.
“Mi presencia en este seminario es buscando acercar más gente al conocimiento de las reglas, ya que vamos a necesitar muchos marshalls y oficiales para los Juegos. En este sentido todos los países de Sudamérica van a tener que darnos una gran mano para los Juegos Olímpicos”, finalizó Gasparian.
Independientemente de las marchas y contramarchas, el golf sigue avanzando en el sueño de su regreso a los Juegos, en la cita de Río de Janeiro 2016, tras 112 años de ausencia.
