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    Macri, Levy y Uruguay

    Sr. Director:

    Macri y Levy, un retroceso. Los dos países mayores del continente sur han defeccionado de la noble causa socialista. Tal idea es cobijada en el regazo del Plenario inquisidor y difundida en el canal oficial del Estado uruguayo. Son la “derecha”.

    El Plenario ha repudiado acuerdos por el TiSA, riesgo de perder soberanía. Ahora, todo es peor: el Uruguay queda expuesto en sus fronteras ante dos países indispensables, puesto que en el peor momento absorben el 25% de nuestras exportaciones, pero además, indispensables por lazos diversos conocidos en todos los frentes, culturales, tecnológicos, comunicacionales.

    Macri y Levy indican un camino que se hizo indispensable: ordenar las economías dentro de padrones impuestos por el mundo. Las relaciones internacionales obligan a ciertas normas, a cierta honradez en las estadísticas, a ciertas regulaciones fiscales que hagan transparente las relaciones financieras, a ciertos equilibrios presupuestales y fiscales, y a un leal cumplimiento de acuerdos comerciales.

    A Dilma se le escaparon los hilos. El gigantesco país carece de experiencias indispensables. No hubo voluntad de violentar reglas. En Argentina prevalece todavía la autoestima exagerada: desde Perón hasta acá, y con breves interrupciones durante tres gobiernos radicales, Argentina padeció un aislamiento soberbio de país independizado (desligado) del mundo. Hacemos lo que queremos, pensaron todos los gobiernos restantes. Es largo el capítulo de violaciones. La guerra de Malvinas, el intento de invadir Chile, la recepción de fugitivos nazis huidos de Alemania, hasta la falsificación de estadísticas y la realización del mayor default producido en el mundo, que resultó en la cancelación por su cuenta de 80 mil millones de dólares de deuda externa, todo eso debió serle aceptado y el mundo aceptó. La cuestión de los fondos “buitres” es una minucia derivada de la gran quiebra del 2001.

    El mérito de los K., recuperando la prosperidad y la paz tras el desastre, es en realidad una gloria poco honrosa: si usted estafa por 80 mil millones, allana dificultades fácilmente. Sobreviene la prosperidad siempre.

    Ahora sube un gobierno claramente burgués, que de alguna manera seguirá el trillo de Levy, el jefe de la economía de Brasil en crisis. Macri ya anunció que visitará prontamente a Brasil. No hay duda de que tendremos gobiernos burgueses, capitalistas, siguiendo pautas indicadas por Lula hace diez años: tendremos capitalismo en serio. Idea ambiciosa, fruto de un trabajador honrado, sin poder abarcar la dimensión tremenda del desafío que formulaba.

    El problema principal no caerá sobre Macri ni sobre Levy. El mundo capitalista los necesita, los apoyará, ambos países tienen riquezas prodigiosas, habrá aperturas francas. Por Grecia hubo conmoción pero los dos países vecinos pesan algo más que Grecia.

    El problema principal para los uruguayos es bien nuestro: ¿qué hacer?

    Los tres José no cambiarán mucho: tienen la fe en el Estado todopoderoso, fe parecida a la de antiguos tribunales religiosos medievales: la fe salvaba las dificultades, las hogueras purificarán el pecado. José Mujica, Joselo López, José Olivera, tienen la pasta de hombres de fe en los principios ideales: el Estado puede, el Estado debe. Nuevas hogueras castigarán a los abogados locales del capitalismo. El Plenario partidista actúa como el Gran Tribunal de la Fe.

    El repudio a Almagro es buen termómetro para medir el clima inmediato.

    Pero unos y otros, los José y el Plenario, deberán remontar escollos importantes; líderes de afuera, de países bien empapados en la antigua biblia, tienen dificultades graves y poco espacio para movimientos. Uno de ellos, Evo Morales, líder auténtico de un pueblo campesino, honrado descendientes de los quechuas, muy elogiado como modelo de lucha anticapitalista por un senador de la República uruguaya, defeccionará por razones de la vida: en estos días negocia con consorcios extranjeros la explotación de litio en minas bolivianas. Así es el mundo; no es grato para los monjes uruguayos.

    Pero otras razones comprometen al gobierno uruguayo: el peregrinaje de científicos uruguayos de alto nivel en las oficinas estatales para conseguir certificados, papelitos, perdiendo días y semanas de vida útil tan necesaria para el país, es una ofensa a toda la cultura. Se nos va la vida tras el “documentito” para satisfacción de una burocracia impermeable, soberbia y bien dispuesta para gobernar a través de personeros. El país deberá definirse ante dos “modelos”: uno, el capitalista, otro, el caos tradicional.

    El capitalista, según Carlos Marx en aquel tiempo, integraba la fuerza más revolucionaria de la historia, la burguesía, que había abatido el modelo feudal. No se le ocurrió a Marx ni a Engels promover el socialismo de Estado, no se les ocurrió imaginar un gobierno de la burocracia estatal, no se les ocurrió la idea de apadrinar a una élite universitaria para imponer transformaciones en la base social.

    Parte de la América española inventó un socialismo propio, basado en predicadores charlatanes que reforman en pocas horas, pero son incapaces de agacharse para mirar de cerca una vaca. Ellos creen que la vaca por sí sola pone en manos del tambero el tarro lleno de leche. El tambero, al igual que cualquier empresario capitalista, es un explotador innato. La verdad está en la palabra revelada de los nuevos profetas, en el poder sacrosanto del sindicato tal y cual.

    La Argentina, por primera vez desde Irigoyen,  pone en la cabeza del Estado a un equipo humano burgués, progresista, experimentado tras fracasos consecutivos de varias décadas dominadas por caudillitos ambiciosos, personalistas, y adornado por intelectuales “revolucionarios”, que embellecieron a Perón, a Menem, a los K., y siempre renuevan el jardín para cualquier clase de adorno. Esta vez, seguramente, saldrá a la luz la otra intelectualidad, noblemente expresada por tantos cientistas, políticos, artistas de nobles raíces.

    Para Uruguay parece acercarse el momento de las definiciones. Queda poco espacio para el discurso hueco, contestado con hechos por los dos grandes vecinos.

    Silos Piedra Cueva Azpíroz