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La camiseta celeste de la selección uruguaya de fútbol nunca lució el número uno en la espalda. Esa la viste el golero y es habitualmente de color gris. Sin embargo para el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, había una especial: celeste y con el número uno. “El numero uno, ¡pues!”, dijo Maduro sonriente y sorprendido, al recibir la remera de manos del asesor del presidente José Mujica, Gustavo Torena —más conocido como “El Pato celeste”—. El flamante sucesor del fallecido Hugo Chávez no solo se llevó el simbólico regalo en la valija, sino también el respaldo y legitimación política del gobierno que aún no ha conseguido de la oposición de su país.
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En contraste, los líderes del oficialista Frente Amplio rechazaron la posibilidad de escuchar “la otra campana” y evitaron cualquier tipo de reunión con los dirigentes opositores al régimen chavista que también estaban en Uruguay. De todos modos, las autoridades del Ministerio del Interior dispusieron para ellos un operativo de seguridad para su breve estadía por el país.
Con la excusa de profundizar “la integración regional”, Maduro llegó a Uruguay “siguiendo la huella de Chávez”, según dijo. Primero buscó los consejos del “Pepe” Mujica, a quien considera su “gran consejero” y que “a diferencia de otros” que no le dan “bola”.
Mas tarde llegó a la sede de la central única de trabajadores PIT-CNT, donde transmitió a los trabajadores que es necesario “unir fuerzas” para construir una central sindical latinoamericana. Y en el cierre de su visita se reunió en privado con el ex presidente Tabaré Vázquez en cuyos ojos, aseguró, vio la figura de Chávez.
La oposición uruguaya pidió de diversas formas que el gobierno de Mujica no recibiera a Maduro. Entendieron que en medio de la crisis institucional que vive el país caribeño en virtud de los cuestionamientos del opositor Henrique Capriles al resultado de las elecciones, no eran convenientes las reuniones oficiales.
Sin embargo Mujica quitó trascendencia a los pedidos y críticas: “Creo que después de pasar por una instancia como la que tuvieron, la cosa más importante es gobernar. (...) No dar por el pito lo que no vale el pito”, dijo el presidente a la televisión estatal venezolana.
El nuevo presidente venezolano recibió la llave de Montevideo de manos de la intendenta, Ana Olivera. Maduro se comprometió a “darle un buen uso bolivariano” y sostuvo que le permitirá abrir muchas “puertas y corazones”.
En la misma línea que Mujica, la cúpula del movimiento sindical lo recibió en su sede. El nuevo presidente venezolano llegó conduciendo un ómnibus del transporte capitalino. “Presidente esta es su casa. Usted es un trabajador”, dijo uno de los coordinadores del Secretariado Ejecutivo del PIT-CNT, Fernando Pereira. El dirigente remarcó que el movimiento sindical “no es neutral” y que apoya a Maduro “sin complejos y sin esconderse”. Allí criticó a los opositores: “No hay problemas de resultados electorales. Hay un problema de dolor de la derecha acá y en Venezuela”.
Las fórmulas discursivas de Maduro y hasta el énfasis al hablar, recordaron las visitas del fallecido Chávez a varias figuras del gobierno y dirigentes sindicales. Su visita —la primera oficial a un país de América del Sur—, según afirmó, fue para ratificar su “vocación mercosuriana, artiguista, bolivariana, unionista, independentista”. La gira continuó en Argentina y luego en Brasil.
Oposición.
En paralelo, el dirigente de oposición venezolano y coordinador del Partido Voluntad Popular, Leopoldo López, llegó a Montevideo para “mostrar las irregularidades” que a su juicio existieron en el proceso electoral venezolano que dio la victoria a Maduro por unos 200.000 votos, y para que “los pueblos latinoamericanos escuchen” la realidad que vive su país, profundamente polarizado.
López y la diputada opositora Nora Brancho fueron recibidos por las bancadas de legisladores del Partido Nacional y del Partido Colorado, almorzaron con representantes de ambos partidos, y se reunieron en privado con el presidente del Partido Independiente Pablo Mieres y con el precandidato blanco Luis Lacalle Pou (Unidad Nacional).
En la antesala de la Cámara de Diputados, Verónica Alonso (Alianza Nacional) les dio la bienvenida a “la casa del pueblo” donde —según afirmó— a diferencia de su país “todo el mundo puede expresar sus opiniones” que son “escuchadas con respeto”.
El senador Ope Pasquet (Vamos Uruguay) preguntó si “nada tiene que decir el Mercosur o el gobierno uruguayo” frente a las irregularidades denunciadas por la oposición o el clima violento que existe en Venezuela.
Alonso fue la “coordinadora política” de su visita en Uruguay. Consultada por Búsqueda, informó que solicitó a representantes de todos los partidos políticos que los recibieran, incluyendo al Frente Amplio. Así, se negaron a recibirlo el presidente de la delegación uruguaya en el Parlamento del Mercosur, Rúben Martínez Huelmo (Espacio 609), y el actual coordinador de bancada del Frente Amplio en Diputados, Roque Arregui (Partido Socialista). Alonso declaró que Arregui planteó el tema en la bancada de su agrupación el martes 7 y que allí se resolvió no reunirse en el día que también estuvo en el país Maduro.
Durante la charla, López dijo que en su país hay “un proceso de cambio irreversible” luego de las elecciones en las que el chavismo “perdió un millón de votos”. Para la legisladora Brancho, en cambio, el gobierno uruguayo “no está en conocimiento del poco talante democrático que tiene Maduro, y su falta de legitimidad”. “Le han hecho ver al mundo algo muy distinto de lo que realmente son y de lo que están haciendo en el país”, advirtió.