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El estímulo a la diversificación de las exportaciones, junto a la liberalización de las importaciones, la simplificación tributaria y un trato igualitario al capital extranjero fueron medidas adoptadas durante la última dictadura que, en su sustancia, fueron mantenidas por los sucesivos gobiernos democráticos hasta la actualidad. Se trata de reformas impulsadas como ministro de Economía por Alejando Végh Villegas, quien falleció esta semana a los 88 años.
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Graduado como ingeniero industrial y doctorado en Economía Política en la Universidad de Harvard, Végh Villegas ocupó distintos cargos públicos: subsecretario de Industria y Comercio durante el gobierno de Óscar Gestido, director de Planeamiento y Presupuesto en la administración de Jorge Pacheco Areco, y dos veces ministro de Economía (1974-1976 y 1983-1985). En agosto de 1976 pasó a integrar el Consejo de Estado de la dictadura, pero se alejó en noviembre de 1979 al discrepar con el plan de reforma constitucional de los militares. Además, fue embajador en Estados Unidos y director en el Fondo Monetario Internacional.
Su colaboración con el gobierno de facto fue cuestionada sobre todo por sectores de la izquierda. Algunos dirigentes y técnicos del Frente Amplio han sido críticos de varias de las políticas aplicadas por Végh Villegas por considerarlas “neoliberales”. También señalan las consecuencias económicas y sociales negativas que derivaron de la abolición, en 1982, del régimen de tipo de cambio preanunciado, conocido popularmente como la “tablita”.
En cambio, tras su fallecimiento, algunos economistas ponderaron las reformas que introdujo Végh siendo ministro.
“Fue un transformador de la economía uruguaya, contra la corriente dominante en su momento. Sus reformas más destacadas, la tributaria y la de la política comercial, en esencia, llegan hasta nuestros días”, escribió ayer miércoles 15 en Twitter el consultor Javier de Haedo. “Sembró semillas para sacar a Uruguay de la estanflación, desarrollo hacia adentro, sustitución de importaciones y dirigismo estatal”, añadió su colega Aldo Lema.
En noviembre de 2014 había sido homenajeado por la Academia Nacional de Economía (ver Búsqueda Nº 1.791).
En ese acto el ingeniero Juan Grompone dijo que Végh Villegas “hizo lo debido” al fomentar las exportaciones no tradicionales, que pasaron de representar en torno a 10% a 80% al final de la dictadura. “Hasta hoy sigue en ese camino que se inició en ese período”, reforzó.
También destacó como “aporte” del entonces ministro la creación de Antel.
Carlos Sténeri, ex representante financiero de Uruguay en Washington, observó que en los años en que Végh Villegas condujo la economía se produjo un “cambio de paradigma (...) que ha continuado y se ha profundizado”. Entre otras cosas, resaltó la desregulación de los precios internos, la reforma que eliminó unos 80 impuestos de baja recaudación, la reducción de los aranceles y la supresión de las detracciones a las exportaciones. “Ese período fue fermental y permitió lo que vino después”, insistió.
Végh aseguró en ese homenaje que alentó la apertura de la economía, la neutralidad tributaria para las exportaciones y una política de “disciplina fiscal y monetaria. Eso fue lo que se hizo y afortunadamente (...) básicamente esa línea se mantiene hasta el día de hoy”.
Su actividad política pública fue escasa en las décadas recientes, si bien siguió atento a la realidad económica y política nacional y regional, en especial la situación de Argentina. También mantuvo sus vínculos con referentes del Partido Colorado, al que estaba ligado.
En una entrevista con Búsqueda publicada a fines de 2014, el ex ministro dijo que Uruguay “se ha comportado con bastante sabiduría y en los últimos 30 años (…) han pasado los tres partidos más importantes y no hubo cambios fundamentales. Se tiende a mantener principios muy importantes: la apertura de la economía, la disciplina fiscal y monetaria, y la flotación del tipo de cambio, evitando las cosas absurdas del pasado. Todo esto crea una situación favorable que contrasta con Argentina o Venezuela. Pero aun sin tomar esos dos casos —los dos grandes perdedores—, Uruguay se compara positivamente con otros países y su Producto Bruto Interno per cápita es el más alto de la región, de unos U$S 16.000”.
“En los próximos se deben apretar un poco las clavijas fiscales”, aseguró, anticipando problemas en ese frente.