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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáHace unos años, queridos amigos muy formados profesionalmente me mostraban a sus hijitos pequeños con una tablet o celular en la mano, tocando las pantallas con sus deditos. —“Es nativo digital” —me decían, prácticamente babeándose—. Él no espera por nada, no es como nosotros que teníamos que ver los dibujitos a las 5 de la tarde. Él toca la pantalla y lo ve inmediatamente, cuando quiere.
Hoy se sabe —científicamente comprobado por los mismos científicos que tranquilizan a todo el mundo con verdades a medias— que los nativos digitales son unos infelices con menos capacidades intelectuales desarrolladas. Y digo “infelices” en el sentido literal de la palabra: son y serán menos felices que nosotros, que tuvimos que sufrir para todo.
El ser humano se desarrolla plenamente en la peripecia de la vida. En los altibajos, en el infortunio que genera energía creadora. Si te dan todo servido, te volvés un estúpido que se frustra muy fácilmente cuando no obtiene lo que desea. Ahora se está hablando de estas cosas, recién ahora.
Y mientras tanto, el Gran Bonete, el pibe que se mandó la idea de idiotizar a todo el mundo bajo la máscara de la “comunicación” humana, da un paso más y se vuelve aún más virtual, “meta”. Meta Verso, nunca mejor definido. Nadie le avisó que su nombre tenía en el Río de la Plata, por lo menos, connotaciones irónicas muy claras. Igual tendrá éxito, porque ya acostumbró a la manada a vivir en su mundo creyendo que es el propio.
Vivo en Porto de Galinhas, una de las 10 playas más espectaculares de Brasil. Aquí, por la puerta de casa y por la autopista que está a 100 metros, pasan desde la mañana a la tardecita, los buggys llevando gente a los hermosos paseos de playa. Son tours por un quinteto de playas entre coqueirales que paran los pelos de hermosas, con aguas de un turquesa inexplicable. De cada cuatro pasajeros, tres van con el celular en la mano, pero no sacando fotos: leyendo algo importante que —intuyo— les es imprescindible conocer durante ese paseo encima del buggy. Las hermosas chicas van sentadas en el respaldo y cuando pasan, se puede ver cómo usan las dos manos para hacerse sombra y poder leer ¿algo que les contestaron sobre algo que escribieron? Después todo el informe del paseo lo resuelven con tres selfies. No pasearon nada, no conocieron nada. Viajaron, sí, sin poderse quitar de profundis ni por unas horas el miedo supremo de no ser alguien en el mundo virtual de sus queridas amistades virtuales.
Pero esta generación no sufre. Conocieron y conocen solo esta realidad. Nuestras explicaciones y críticas les suenan tan incomprensibles como un teléfono analógico, de aquellos con el disco con agujeros para meter el dedo índice. Sufrimos nosotros que llegamos a conocer las postrimerías del mundo donde la gente se miraba a los ojos e interactuábamos entre los humanos. Yo me afilio completa y absolutamente al enunciado de G. Michael Hopf: todo va a empeorar. Desde mi pequeñez, desde mi caminata playera diaria, igual digo: no cuentes conmigo para tu MetaVerso, Mark.
“Los tiempos difíciles crean hombres fuertes. Los hombres fuertes crean buenos tiempos. Los buenos tiempos crean hombres débiles. Y los hombres débiles crean tiempos difíciles”.
Silvio Moreira Sierra