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Pérez Scremini será pionera en un tratamiento de inmunoterapia para niños con cáncer que tiene el potencial de evitar trasplantes
En Uruguay no existe la investigación en oncología pediátrica, dice el nuevo director científico del Pereira Rossell, que abogará por “una mayor interacción entre los médicos y los investigadores”
La mayor parte de los cánceres infantiles son leucemias agudas y la más frecuente es la linfoblástica, que en Uruguay tiene cura en 80% de los casos. Fotos: NG
Dejó el libro abierto en la mesa de luz y dijo: “La semana que viene lo sigo leyendo”. Así describe en sentido metafórico el oncólogo Guillermo Chantada su vinculación a la Fundación Pérez Scremini, que tiene como objetivo la cura del cáncer infantil y adolescente en Uruguay. Y describe así la escena porque firmó contrato para ser el nuevo director científico de la fundación y del Hospital Pereira Rossell el 3 de marzo de 2020 desde su país de origen, Argentina, y pretendía visitar Uruguay la siguiente semana. Pero en esa semana se desató la pandemia y las fronteras se cerraron. Chantada quedó del otro lado del Río de la Plata y ya no pudo “retomar la lectura”. Recién logró cruzar la semana pasada.
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A su llegada a Uruguay pudo ver de cerca los rastros que la emergencia sanitaria fue dejando, pero notó que, en oncología pediátrica, “el impacto fue muy poquito”. En entrevista con Búsqueda reconoció que hubo un momento “agudo” pero “muy breve” en el que muchos pacientes contrajeron Covid-19 y se presentaron dificultades para aislarlos. Sin embargo, destacó que la situación se resolvió de forma rápida.
Además de su cargo en el Pereira Rossell y la fundación que alberga su servicio hemato-oncológico pediátrico, Chantada es presidente de la Sociedad Internacional de Oncología Pediátrica. Ese último cargo le permite una visión global, desde la que calificó a Uruguay como un país “privilegiado” en el mundo en cuanto a los efectos de la pandemia en el diagnóstico y tratamiento del cáncer infantil. En países europeos, según contó, hubo cierres masivos de hospitales y muchos padres de pacientes no pudieron consultar o “llegaron tarde” por el nivel de avance de la enfermedad de sus hijos. Y lo que a Uruguay lo ubicó en esa posición de privilegio, según el oncólogo, fueron sus “características geográficas, socioeconómicas y las decisiones del gobierno”.
Los cánceres pediátricos en Uruguay se presentan en igual proporción al resto del mundo. La mayoría de los casos son leucemias agudas y la más frecuente es la linfoblástica, un cáncer en la sangre por el que la médula ósea produce un exceso de linfocitos, que son un tipo de glóbulos blancos. Pero este último, en Uruguay, tiene cura en el 80% de los casos. Según datos compartidos por Chantada a Búsqueda, en 2020,la Fundación Pérez Scremini atendió a un total de 1.008 pacientes, 94 más que el año anterior. Del total, 60% vivían en Montevideo y 40% en el interior del país.
Dos grandes proyectos
Los casos de cáncer en niños y adolescentes representan una porción minoritaria del total de casos de la enfermedad en el mundo. Entonces, en oncología infantil y adolescente los avances son un poco más lentos. Según comentó Chantada, en Uruguay “la oncología pediátrica está entrando un poco tardíamente en dos áreas en las que la de adultos ya está desde hace rato”. Estas áreas, que contienen grandes proyectos para la Fundación Pérez Scremini, son la inmunoterapia y la oncología de precisión.
El primer gran proyecto será la implementación en un futuro cercano de la inmunoterapia CAR-T. Se trata de un tratamiento que utiliza las propias células del paciente enfermo y las modifica para destruir las células cancerígenas. El mecanismo consiste en insertar un vector tecnológico a los linfocitos de la sangre y dirigirlos de forma específica a un antígeno, es decir, una partícula o molécula que pueda tener una célula tumoral.
Para la implementación de la inmunoterapia CAR-T, la Fundación Pérez Scremini firmó un acuerdo de apoyo y capacitación con el Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, el primer centro pediátrico de España autorizado para ofrecer esta terapia.
Este método tiene un potencial tal que podría evitar en algunos casos un trasplante de órgano, comentó Chantada. “Con el trasplante reseteamos el sistema. El paciente necesita un nuevo sistema inmune y se lo cambiamos por uno nuevo. Con CAR-T estamos operando sobre un punto. El resto lo dejamos igual. Y esa es la gran ventaja, porque es un tratamiento mucho menos tóxico, mucho más selectivo”, explicó. “El mundo va hacia ahí, es probable que en el futuro lo que hoy conocemos como trasplante sea visto como algo que se supera con estas tecnologías”, agregó.
El tratamiento de inmunoterapia CAR-T ya se aplicó a un paciente de la Fundación Pérez Scremini, pero para ello debió trasladarse, junto con dos médicos, al Hospital Sant Joan de Déu. Los médicos, además de acompañar al niño, tuvieron la oportunidad de aprender sobre el proceso para continuarlo en Uruguay.
El segundo gran proyecto se basa en herramientas avanzadas del campo de la genómica para el diagnóstico del cáncer. El Hospital Pereira Rossell ya cuenta con un recurso para hacer este tipo de diagnósticos para el caso de las leucemias y ahora está comenzando a aplicarse también a otro tipo de tumores, contó el nuevo director científico de la institución. Para la oncología de precisión se adquirió además un nuevo equipamiento “de primer nivel” en el mundo, dijo. Y para dimensionar esos dichos mencionó que en Argentina, que duplica varias veces en tamaño y cantidad de habitantes a Uruguay, existe uno solo para todo el país.
Con la nueva adquisición, en la fundación podrá hacerse un “diagnóstico más preciso y, especialmente, una estimación de riesgo más precisa” de cada tipo de cáncer infantil, explicó Chantada. Esto permitirá realizar tratamientos más específicos y aumentar o disminuir la intensidad según las necesidades de cada paciente.
“Médicos científicos”
Además de los dos grandes proyectos de la Fundación Pérez Scremini en los que Chantada participará como su nuevo director científico, en este rol que ahora empieza a ejercer de manera cada vez más presencial tiene otro objetivo, que parte de una necesidad detectada: “Que haya una mayor interacción entre los médicos y los investigadores”.
El oncólogo marcó como punto débil de Uruguay que no exista la investigación en oncología pediátrica y dijo que una de sus metas es acercar la fundación a los científicos. “Los médicos tenemos que aprender un nuevo idioma, que es el que hablan los investigadores. Y a los investigadores les conviene aprender el idioma de los médicos. Y crear esta generación de ‘médicos científicos’”, dijo.
Para alcanzar la meta de desarrollar la investigación en oncología pediátrica y unir los dos mundos, el de la medicina y el de la ciencia, Chantada opinó que Uruguay cuenta con condiciones privilegiadas a nivel socioeconómico y cultural. En este sentido destacó también los equipos presentes en el Instituto Pasteur y la Universidad de la República (Udelar).
“Dar ese salto de no ser solo consumidores de investigación sino ser generadores de investigación. En ese salto creo que hoy Uruguay también está en una posición privilegiada, porque están dadas todas las condiciones socioeconómicas, culturales. Hay un muy buen desarrollo de equipos como el del Pasteur, el de la Udelar y otros. Es ahí hacia donde vamos. Hacia tener gente bilingüe, que haya más investigadores en nuestras salas y que haya más médicos en los laboratorios. Que todo eso forme parte de una sola unidad, y que todo eso sea yendo a curar el cáncer infantil”, reflexionó.