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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáInseguridad era la de antes. La inseguridad pública reina en Uruguay. Los robos a los bancos son moneda corriente. Frente a tanta ineficacia policial, la mercobanda sigue operando. Hay injustificadas fugas, espectaculares y silenciosas, de los establecimientos carcelarios. Hay presos que pagan U$S 50 para recibir un servicio telefónico del policía a cargo de su custodia.
No estamos ante un problema de simples sensaciones o de epidermis. Estamos ante una problemática que se instaló sin pedir permiso en la sociedad uruguaya.
Uruguay está enfermo de inseguridad pública. La gente opina que hay impunidad. Se siente indefensa, desprotegida. La inseguridad supone un fuerte debilitamiento de la convivencia pacífica. Hay decadencia de nuestra civilización. Ganan el conflicto, la violencia, Pierden el derecho, la razón.
Lo que antecede no es la opinión del lector que envía esta carta, es el editorial del periódico Estado de Derecho, número 32 del 28 de octubre de 1997. Las afirmaciones contenidas en la nota editorial parecen desmentir algo que oímos cotidianamente: que la sensación de inseguridad se instaló en el país a eso de las 16:20 del 1º de marzo de 2005, habida cuenta que Tabaré Vázquez asumió su primera Presidencia a la hora 16:15.
Con esta observación solo pretendo quitar ese marco temporal en que se busca contener la inseguridad ciudadana, y que hace, de muchas de las opiniones y propuestas que nos inundan cotidianamente sobre el tópico, simples —y a veces groseros— panfletos electorales. Ojalá que en las próximas reuniones pluripartidarias sobre seguridad se abandone la oratoria destinada a “meter miedo” y pescar votos y se asuma, como complemento de cualquier medida, la necesidad de recomponer los valores sociales que vamos perdiendo.
Milton Cencio Demaria
CI 3.232.517-7