A mitad del año, un aviso fue publicado en algunos diarios del país en el que varias organizaciones vinculadas a la protección de los cetáceos se quejaban porque Uruguay estaba atrasado en el pago de su contribución a la Comisión Ballenera Internacional. En el aviso, exigían al Poder Ejecutivo que regularizara esa situación para recuperar la “voz y el voto” en el organismo, algo que consideraban imprescindible para poder incidir en la protección de esos mamíferos.
Un problema burocrático había atrasado el pago, pero luego de esa gestión, el 26 de junio el Ministerio de Relaciones Exteriores publicó la resolución en la que concretó la contribución anual a esa comisión: unas 12.500 libras esterlinas (o alrededor de U$S 20.000).
Uruguay forma parte y destina dinero para participar en un centenar de organizaciones, que van desde las más reconocidas como Naciones Unidas y todas sus agencias o el Mercosur, hasta algunas más desconocidas que se dedican a tratar asuntos muy específicos. Un ejemplo es la que se ocupa de las ballenas, pero existen otras que se dedican a preservar el “atún atlántico”, “la viña y el vino” o a homogeneizar la “metrología legal”, es decir, las unidades de medida.
Al organismo al que se le aporta más dinero es a la Organización de las Naciones Unidas (ONU). En este año se le pagó U$S 638.054. Luego, le sigue la Secretaría del Mercosur, a la que se aportó U$S 615.472. Las otras contribuciones más onerosas son destinadas a las comisiones binacionales que comparte con Argentina: la Comisión Administradora del Río de la Plata (U$S 454.155) y la Comisión Administradora del Río Uruguay (U$S 500.000).
Uruguay también realiza contribuciones más o menos pequeñas para diversas agencias de Naciones Unidas, misiones de paz, convenios y comisiones, muchas de ellas relacionadas con la protección de especies, el medio ambiente, las armas o el comercio.
Aunque el Ministerio de Relaciones Exteriores se ocupe de hacer seguimiento de los “grandes” organismos, cada institución de la que el país forma parte tiene su “explicación sectorial”, explicó a Búsqueda el canciller Luis Almagro.
“Cada año, o de forma bianual, se revisa con cada una de las instituciones, organismos o entidades interesadas en que el país participe, si resulta importante, interesante, si están haciendo algo, o si es relevante para el interés del país esa participación”, agregó el jerarca.
Esto significa que detrás de la adhesión de Uruguay a cada organismo o agencia, existe alguna institución del gobierno, grupo de la sociedad civil u organización no gubernamental que promovió la adhesión y para la que es relevante, aunque se trate de asuntos poco conocidos o muy específicos.
Atún, animales silvestres y contaminantes.
Para casi todos los temas existe una organización internacional y si el país se atrasa en el pago puede ser suspendido en su participación. Así, Uruguay forma parte de diversos organismos interesados en la preservación del medio ambiente, la fauna y la flora. Es en este contexto que destinó U$S 23.930 anuales para formar parte de la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico —una organización pesquera intergubernamental responsable de la “conservación de los túnidos y especies afines en el océano Atlántico y mares adyacentes”— o U$S 1.513 para participar en la Convención sobre la conservación de las especies migratorias de animales silvestres, que aspira a contribuir en la conservación de “especies terrestres, acuáticas y aviarias de animales migratorios”.
Además, forma parte del Comité Científico de Investigaciones Antárticas por el que pagó U$S 10.500 y de la Organización Mundial de Sanidad Animal (encargada de combatir las enfermedades de los animales), a la que destinó U$S 76.578.
El país paga además U$S 11.474 por tener voz y voto en la Unión Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales (que busca proteger a las variedades de vegetales que existen en el mundo) y U$S 24.970 por pertenecer a la Organización Internacional de la Viña y el Vino.
Según dijeron a Búsqueda fuentes de la Cancillería, cada año el Ministerio de Relaciones Exteriores evalúa si existen participaciones “superfluas”. Y en general se suele concluir que todas las contribuciones traen algún beneficio para el país, explicó una fuente.
Es que en ámbitos diplomáticos se suele hacer hincapié en el “prestigio internacional” que tiene Uruguay, y buena parte de ello es atribuido a la participación del país en los organismos internacionales.
Naciones Unidas, organismos regionales y misiones de paz.
Otro grupo de organismos son los que están relacionados con las Naciones Unidas. Además de la contribución que hace a ese organismo como tal, Uruguay paga una participación en cada una de sus agencias y fondos. Por ejemplo, este año contribuyó con unos U$S 66.000 para participar de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) y con U$S 56.000 por formar parte de la Unesco (la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura). También contribuyó con U$S 21.400 para Unicef (el Fondo de Naciones Unidas para la infancia).
Además integra diversas instituciones regionales, como la Organización Panamericana de la Salud —a la que pagó este año U$S 205.868—, la Organización de Estados Americanos (OEA) a la que contribuyó con U$S 174.600 o la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi) a la que pagó U$S 166.175.
La membresía en la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) le significó este año un costo de U$S 50.000.
Uruguay también aportó U$S 15.000 para el Fondo Especial Multilateral del Consejo Interamericano para el Desarrollo Integral, que financia proyectos de los Estados miembros de la OEA.
Además, contribuyó con una decena de misiones de paz que tiene Naciones Unidas desplegadas por el mundo. Por ejemplo, pagó U$S 37.364 para las “Operaciones de mantenimiento de paz en Haití”, U$S 27.960 para la Misión de la ONU en Sudán del Sur, U$S 28.521 para la operación de paz en el Líbano o U$S 16.107 para la misión de la ONU en Timor Oriental, un país del sudeste de Asia.
Uruguay es reconocido a nivel mundial por ser de los países que más soldados aporta a las misiones de paz en relación a su población.
Armas, aviación y genética.
El listado de organismos, programas y centros a los que adhirió el país responde a un grupo amplio de temáticas. Varios están relacionados, por ejemplo, con el armamento. De hecho, existe una Convención sobre Municiones de Racimo a la que Uruguay aportó apenas U$S 200 y que fue creada para prohibir el “uso, almacenamiento, producción y transferencia de municiones en racimo”.
También hay una Organización para la Prohibición de las Armas Químicas, a la que Uruguay aportó en 2012 U$S 24.458 y una “Convención sobre la prohibición del desarrollo, la producción y el almacenamiento de armas bacteriológicas, biológicas y toxinas y sobre su destrucción”, cuya participación le salió U$S 208 al país.
Otros organismos están relacionados con las energías. Un ejemplo es la participación en el Organismo Internacional de Energía Atómica, por el que pagó este año más de U$S 140.000 entre membresía y gastos de participación.
Los asuntos de aviación también son tenidos en cuenta en los organismos multilaterales. De hecho, existe una Organización de Aviación Civil Internacional (para el desarrollo de la aviación civil) a la que Uruguay pagó en 2012 U$S 33.156 y, en forma paralela, una Comisión Latinoamericana de Aviación Civil, para la cooperación en esa área, y a la que fueron destinados U$S 3.472.
Las administraciones tributarias, las migraciones, el Derecho Internacional Privado, la comercialización de productos pesqueros, la Cruz Roja, los derechos del mar y hasta las “exposiciones” también tienen su organización internacional, y una contribución correspondiente de Uruguay.
Contratapa
2012-12-20T00:00:00
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