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Un senador usa su tablet para pagar cuentas mediante transferencias bancarias, otro organiza un viaje de fin de año a Estados Unidos y otro aprovecha para revisar las notificaciones en su perfil de Twitter. Todo ocurre cerca de las 13:00 del martes 6 de julio, en plena sesión de la Cámara Alta, mientras la ministra de Economía y Finanzas, Azucena Arbeleche, realiza su primera exposición tras las preguntas del miembro interpelante, el frenteamplista Daniel Olesker.
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La sesión duró 17 horas con 21 minutos y terminó pasadas las 3 de la mañana del miércoles 7 de julio. A medianoche, el exministro de Ganadería Carlos María Uriarte, quien había asumido la banca en sustitución del colorado Pablo Lanz, dijo que había escuchado “demasiadas catarsis” y alusiones a temas que no eran “inherentes” a la interpelación.
La extensión de la sesión puso a prueba la vigilia de los legisladores. Algunos apelaron a la vuelta del servicio de cafetería a la Cámara y otros aprovecharon huecos durante los recesos, o incluso en medio del debate, para dormir unos minutos en sus despachos.
Pero también el prolongado debate provocó quejas de algunos senadores, entre ellos la colorada Carmen Sanguinetti, quien protagonizó su primera interpelación desde que asumió la banca en marzo de 2020. “Entiendo que el Parlamento tiene que ver con discutir y dar un debate de ideas, es la esencia de lo que hacemos y tiene un valor enorme, pero tiene que haber una necesidad de sincerarnos. ¿Cuánto verdaderamente se puede sostener la atención durante todas esas horas? Cuando el tiempo es demasiado, es más fácil que te vayas de tema y pases factura por cosas que no tienen nada que ver, y ahí el clima se termina desvirtuando”, dijo a Búsqueda.
La legisladora no está conforme con cómo se dan los debates en el Senado y busca reducir el tiempo de las sesiones. Para ilustrar la situación, su equipo trabaja en un informe en donde compara los tiempos de los debates parlamentarios en la Cámara Alta de Uruguay con los de otros Parlamentos de la región y del mundo.
El estudio, a cargo de uno de sus asistentes, el licenciado en Estudios Internacionales Fernando Paganini (hijo del matemático que integró el Grupo Asesor Científico Honorario), calcula cuánto duraría una sesión hipotética en la que cada legislador interviene una sola vez en Cámaras de varios países, con base en la cantidad de minutos que puede hablar cada parlamentario en una única intervención. Como en Uruguay hay 30 senadores que pueden hablar 30 minutos (sin contar a la vicepresidencia) y el miembro informante puede realizar una intervención de hasta 45 minutos, la sesión hipotética duraría 15 horas con 15 minutos, dice una parte del informe al que accedió Búsqueda.
Salvo en Argentina, donde los 72 senadores hablarían en total 24 horas con 20 minutos, en el resto de la región la sesión hipotética sería notoriamente más breve. En Chile, los 43 senadores solo tienen 15 minutos para realizar su primera intervención, por lo que la sesión duraría 10 horas con 45 minutos. Por su parte, en Costa Rica, Paraguay, Perú y Colombia, las intervenciones de los senadores son de 10 minutos, e incluso algunas de estas Cámaras restringen aún más la discusión. En Colombia, sostiene el informe, cada bancada tiene 20 minutos para presentar su postura, y 30 minutos solo si representa a más del 20% de los votantes.
El documento también presenta un comparativo con países de otras regiones. Por ejemplo, sostiene que en Nueva Zelanda la “máxima duración de una discusión parlamentaria es de 10 horas”; que en Islandia, donde también los senadores cuentan con 30 minutos para hablar, los tiempos son más breves para discutir resoluciones y temas menores, y que en Países Bajos la cantidad de minutos que cada legislador puede hablar depende del tipo de debate. Para las comparaciones, Paganini dijo a Búsqueda que tomó los casos de discusiones “más generales” porque en muchas Cámaras existen diferentes clases de debate en función del tema a estudio, y en varias ocasiones cada uno de ellos cuenta con reglas distintas.
Foto: Javier Calvelo / adhocFOTOS
Reformas
Según Sanguinetti, ante tiempos excesivos en el uso de la palabra, es relativamente fácil que las intervenciones se vayan de tema y los parlamentarios se “pasen factura” con cosas que no tienen nada que ver con el debate original, por lo que “el clima se termina desvirtuando”. La senadora aspira a lograr una reforma en el reglamento para acortar el tiempo de las intervenciones.
Un cambio en esa dirección ya se había realizado en la legislatura anterio, cuando se redujo los tiempos de las intervenciones de los legisladores. En 2018 se acortó de 60 a 45 minutos la intervención de los miembros informantes, y de 30 a 15 minutos la del resto de los integrantes de la Cámara (con una extensión habilitada por una mayoría de 2/3 que fue reducida también de 30 a 15 minutos y que casi siempre se vota afirmativo por cortesía).
A pesar de estos cambios, Sanguinetti entiende que la actual normativa sigue sin estar “acoplada” a la realidad política. “Si le preguntáramos a la ciudadanía si entienden que es un buen uso de nuestro tiempo, probablemente dirían que no”, argumentó.
Sanguinetti buscará respaldo político de “todos los partidos” para plantear una nueva modificación del reglamento, en el entendido que los extensos tiempos del debate parlamentario no solo suponen un mal uso del tiempo de los legisladores, sino una “barrera de entrada a la política”, y “como toda barrera de entrada, hay mucha gente que la defiende”.