— Hoy el MTSS es una referencia en materia de empleo y eso para nosotros es un haber de este período de gobierno; son políticas activas de empleo muy interesantes. El objetivo fue desarrollar servicios públicos de empleo que atiendan a las personas y que puedan entender las necesidades de las empresas hoy en materia de recursos humanos.
A pesar de los avatares y los problemas que existen en la región y el mundo, Uruguay no está teniendo impactos importantes en materia de empleo. No quiere decir que nos podamos descansar: el desafío es evitar la perdida de puestos de trabajo.
En la medida que a futuro las discusiones no sean sobre la base de la mejora de la productividad y cómo se aprovecha esa productividad para la mejora de salarios y condiciones de trabajo, se puede ir a un proceso de cambios de salario por empleo que es lo que creemos que hay que evitar.
Hay que ir a una negociación que tiene que pasar por la innovación, la capacitación profesional y la productividad, es decir, los factores que mejoran las condiciones para poder repartir y que no se transforme en una espiral en la que empecemos a perder empleo.
El Uruguay tiene relaciones maduras, pero en algunos aspectos hay que tratar de profesionalizar más, que existan menos pérdidas de jornales y de horas por conflictos que pueden ser evitables. La lucha de clases va a existir, pero a veces hay cosas que son evitables. ¿Para qué vamos a llegar al conflicto si podemos evitarlo?
—¿Qué aspectos puntuales habría que atender?
—La primera experiencia de Diálogo Nacional por el Empleo fue buena. Deberíamos ir ahora a una reedición del diálogo con algunos temas nuevos arriba de la mesa. En ese escenario, hay que ir hacia la validación tripartita de algo en lo que el Ministerio ya ha avanzado, que es la elaboración de un indicador de la calidad de empleo. En realidad, estamos todos de acuerdo, ya que los indicadores que se toman en cuenta son los que recomienda la OIT.
También incluyo en esos temas cómo logramos una mejor gestión y mayor satisfacción para todas las partes del Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional.
Quizás tengamos que recurrir a modificaciones legales, pero hay que ir a un modelo de escuelas por sector de actividad, que en acuerdo desarrollen sus planes de capacitación, incluyendo los trabajadores en actividad y los potenciales trabajadores que van a ingresar. Eso en la construcción ya funciona bien.
—¿Qué otras medidas se manejan respecto a la formación?
—Hemos estado conversando con la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) sobre un programa de estudio y trabajo que promueve la posibilidad de que desde la actividad privada se desarrollen acuerdos para mejorar el nivel educativo de sus trabajadores.
El Estado reconocería aquellas empresas que hicieron un esfuerzo por reinsertar con propuestas flexibles a jóvenes que estaban trabajando o que ingresaron al mercado de trabajo y desertaron del sistema educativo. Y así mejoramos el piso general de formación de nuestros trabajadores.
Hay un gran esfuerzo por parte de la ANEP, por parte de las autoridades de la educación y el presidente de la República, de cerrar esa canilla de la deserción del sistema educativo.
¿Que hacemos con los que ya desertaron? ¿Qué les ofrecemos? Esos jóvenes que ya desertaron sin cerrar los ciclos de enseñanza secundaria, en primer y segundo nivel, están condenados a ser mano de obra barata.
En la perspectiva de un Uruguay que apuesta a ser un país desarrollado y de oportunidades, si no tenemos la mano de obra con el piso necesario para después con formación especifica acceder a ese trabajo de calidad, la brecha a nivel educativo hace que sea imposible. No nivelamos con un curso de 240 horas a un joven que no terminó primaria o primer ciclo de secundaria.
Venimos además en un trabajo que es tratar de construir un sistema integrado de formación profesional, que fue un acuerdo del Dialogo por el Empleo y hay avances importantes en esa materia. Estamos trabajando en un sistema que adjudique roles y evite solapamientos entre las instituciones o la disputa por competencias que a veces sucede.
El ministro de Trabajo ya anuncio que este año se trabajará fuerte en ese tema;hay un buen nivel de concordancia y de jerarquía política, y se asume que estamos en condiciones de procesar un salto.
Seguramente la nueva administración no parta de la situación que nos encontramos nosotros al asumir, en la cual había mucha dispersión y no había contacto fluido entre los organismos.
—¿Qué grado de avance hay en los diálogos con ANEP para reinsertar trabajadores al sistema educativo? ¿Se pueden esperar medidas a corto plazo?
—Estamos teniendo semanalmente reuniones con el presidente de ANEP, Wilson Netto, y con su equipo. Y están participando otras instituciones y hay interés absoluto del Ministerio en que esto sea una cuestión prioritaria para este año.
—¿Cuál es el objetivo de estos programas?
—Hay que generar oportunidades de acceso al trabajo de calidad. Esos puestos se van a generar, y se están generando, pero tenemos un problema en algunos sectores de insuficiente oferta laboral.
Hay que recuperar a los jóvenes que desertaron del sistema educativo y contener a los que ya están en el mismo, generando también posibilidades de trabajo y estudio. Porque ese es otro problema: muchas veces los jóvenes se ven en la disyuntiva de dejar el estudio para ingresar en el mercado laboral.
Tenemos una oferta desde las empresas que es muy rígida, que no les permite combinar horarios, atender períodos de exámenes y compatibilizar las dos cosas.
Nosotros hicimos una experiencia muy buena con “Yo estudio y trabajo” y demostramos, primero que hay 50.000 jóvenes que quieren trabajar y estudiar, y segundo que los que accedieron a estas propuestas —cerca de 1.000 jóvenes— son evaluados favorablemente por las empresas.
—¿Cuál es la visión de largo plazo que tienen desde la Dinae en materia de empleo?
—Es una visión que reconoce que si bien desde el Ministerio debe haber un rol de protagonismo, los temas de empleo están también vinculados a una estrategia de país. La estrategia a largo plazo es seguir apostando a la diversificación productiva, que ha demostrado dar resultado, y seguir apostando a la diversidad de mercado, que también ha dado resultado.
A su vez, seguir apostando al rol del Estado y al rol de las empresas públicas, que a partir de su desarrollo, inversión e innovación, también generan trabajo y desarrollo del mercado interno.
Es absolutamente clave que haya un diálogo con las empresas en cuanto hacia dónde vamos, por dónde viene la inversión, hacia dónde está apuntando el mercado; es una clave para la sostenibilidad de los empleos. Si en algunos sectores no hay innovación, reinversión y formación, en un mundo dinámico eso supone una pérdida de competitividad.
Esas son las claves, ir a un modelo de doble pertinencia, que atienda las necesidades del mercado y que trabaje con las personas.
—¿Cómo está resultando el diálogo entre empresarios y trabajadores? ¿Se recoge esa visión de largo plazo?
—Hemos tenido primeras experiencias de diálogo buenas, con éxito y resultados. Cuando uno empieza a discutir cómo mejorar la gestión de la empresa, aparecen no solo beneficiadas esas empresas sino también los trabajadores; si no lo hacemos podemos comenzar un proceso en el cual se comience a cambiar empleo por salario. Eso sería terriblemente injusto, además de nocivo.
—¿Se requiere una mayor profesionalización en las relaciones laborales?
—Sí. Hay que trabajar en propuestas concretas.
No digo todos los sectores, pero muchas veces en los temas que no tienen que ver con el salario; se ven cláusulas declarativas a las que después no se les da continuidad.