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Algunos industriales ven que la baja del nivel de actividad es “imparable” en ramas como la metalúrgica o textil-vestimenta. Y de cara a la próxima ronda de negociación, afirman que serán “especies en extinción” si deben asumir aumentos de costos laborales.
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“Cualquier negociación va a ser complicada. Tenemos que pensar en conservar el trabajo, porque si algunas industrias aumentan los salarios, tienen el cierre asegurado”, aseguró a Búsqueda Andrés Fostik, presidente de la comisión de relaciones socio-laborales de la Cámara de Industrias (CIU).
Más de U$S 2.060 millones fue el total de remuneraciones que el conjunto del sector industrial pagó el año pasado. Esa masa salarial fue algo menor que la abonada en 2013, dado —entre otros factores— el menor número de obreros que viene registrando en los últimos tiempos.
El asesor económico de la CIU, Sebastián Pérez, evalúa que a la caída de la actividad —por menor demanda y pérdida de competitividad— y el elevado “costo país” que enfrentan las fábricas se suma como problema la menor productividad y el alto gasto en mano de obra que, a su juicio, “se fue de las manos”.
Frente a ese “combo complicado”, la industria está “ajustando y destruyendo empleo”, una situación que seguirá profundizándose este año, advirtió.
Masa Salarial
Varias de las industrias que enfrentan bajos precios y menor demanda internacional, otras que arrastran problemas estructurales de competitividad y algunas que se dedican al mercado interno y están perdiendo participación con productos importados, tendrán que negociar salarios en la próxima ronda de Consejos de Salarios. Se trata de las ramas láctea, textil y vestimenta, curtiembres y calzado, metalúrgica y bebida, entre otros grupos que en total involucran a 23 convenios que vencen entre este mes y diciembre. También deben discutir un nuevo acuerdo salarial las fábricas de pasta de celulosa, que últimamente han sido una de las pocas ramas con crecimiento.
En enero-abril la actividad industrial fue casi 8% mayor que en igual lapso de 2014, con fuerte incidencia de la rama “Papel y productos de papel”, informó el jueves 11 el Instituto Nacional de Estadística (INE).
En general, los industriales afirman que sus empresas pagan “buenos salarios” si se comparan con, por ejemplo, el agro y el comercio.
Según datos de la CIU, la remuneración nominal mensual promedio de un trabajador era de $ 31.742 en enero-setiembre de 2014. Por rama había diferencias: en las industrias textil, vestimenta y cuero rondaba los $ 18.900 y en las químicas superaba los $ 44.800.
En los últimos años la masa salarial que el sector pagó (sin considerar la refinería de Ancap y las empresas que operan en zonas francas) se multiplicó: era de U$S 566,8 millones en 2005, trepó a U$S 1.188 millones en 2009 y alcanzó un máximo de U$S 2.129 millones en 2013. En 2014, el total de remuneraciones abonadas se redujo 3,4% (U$S 2.060 millones), según datos de la CIU. Pérez explicó que la baja obedece a la reducción de personal ocupado y al alza del tipo de cambio nominal que incide en el cálculo.
Mientras que el salario real en la industria creció en la última década, la productividad del trabajo se estancó y el valor bruto de producción decayó. En la relación de precios la situación también desmejoró y, según la gremial empresarial, si en 2005 el sector vendía $ 100, gastaba $ 10 en salarios (10%); en 2014 esa proporción trepó a 15%.
Con esta ecuación de costo laboral al alza y precios y producción estancadas, “el empleo está cayendo y eso obedece a que las industrias están ajustando por cantidad para que cierre mejor la productividad y los niveles de rentabilidad”, aseguró el asesor.
“Hay tela por cortar”.
En total la industria emplea a unos 206.000 obreros, entre formales e informales, de acuerdo con los datos de la CIU.
El año pasado el sector redujo 1,1% el personal ocupado respecto a 2013. Pero en enero-abril de 2015 la caída interanual fue de 4,8%, según el INE.
Pérez opinó que esa disminución de puestos es “muy, muy fuerte” y estimó que “se va a seguir destruyendo empleo” porque no hay “predicciones alentadoras”. Como ejemplo, mencionó los problemas que atraviesa la rama láctea para la exportación de productos y la baja de los precios internacionales, así como la situación conflictiva y de baja de producción en el rubro automotriz.
“Hay tela por cortar”, se lamentó, y consideró que “si no hay flexibilidad” en los futuros ajustes salariales las dificultades “van a recrudecer”.
Frente a este panorama negativo los empresarios “no deberían seguir validando aumentos tan excesivos” porque les costará “caro” en la coyuntura actual, agregó.
Evaluando las últimas negociaciones de salarios, el asesor de la CIU opinó que en alguna rama “hubiera sido razonable bajarlos”.
Recordó que en 2009 la industria no estaba en condiciones de dar los aumentos que finalmente acordó, dado el impacto en el nivel de actividad que tuvo la crisis internacional. En ese momento las fábricas mantuvieron —en general— el nivel de ocupación porque sabían que la afectación sería pasajera.
Luego de algunos años las industrias “ajustan por cantidad y expulsan a la gente. Eso evidencia que los costos laborales están por encima de los valores confortables y razonables”, señaló.
Observando gráficas que muestran cómo los precios de las exportaciones industriales se estancaron en los últimos años mientras el gasto salarial se despegó, Pérez afirmó que los niveles de ocupación se vuelven “difíciles de sostener”.
Un factor que también complica es que los Consejos de Salarios no reconocen las diferencias entre los sectores ni entre las empresas (por tamaño, orientación o tipo de negocio). “En esa lógica muchas veces los empresarios hacen negocios de corto plazo, compran cara la paz, y eso a la larga trae dificultades de competitividad”, evaluó.