Teatrocalipsis

Fin de partida, publicada en francés en 1957 (Fin de partie) y luego traducida por el autor al inglés como Endgame (versión en la que se basó Denevi para esta traducción), desparrama interrogantes en cada línea. El espectador se ve exigido a completarla con su propia interpretación para darle un sentido. Inteligente y visionario, Beckett se negó a validar toda lectura sobre esta obra y su hermana Esperando a Godot. Incluso renegó del mote “teatro del absurdo”. En esa actitud desafiante está la dimensión contemporánea. Aquello de la obra abierta de Eco, cerrada por el espectador… si está dispuesto.

Un hombre ciego y paralítico llamado Hamm (Pepe Vázquez) repasa su vida, hostiga a su sirviente Clove (Rogelio Gracia) y desprecia a sus padres Nagg y Nell (Susana Anselmi y Héctor Spinelli), recluidos en un basurero, desde donde arrojan un poco de luz a este espeso caldo de sinsentido. Si alguien infiere que estamos frente a los últimos estertores de esta gente, y sus últimos intentos por encontrarle un sentido a la existencia, asunto suyo. Beckett sitúa la escena en una casa con dos ventanas, en el medio de la nada. No hay acción, solo discurso. Si alguien imagina que estamos en un desierto pos hecatombe nuclear o en una estación espacial, y que el listo de Samuel concibió este engendro bajo la pesada influencia de la II Guerra Mundial, problema suyo