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    Técnicos de Udelar se deslindan de aspectos constructivos en playa de Costa Azul

    Técnicos del Instituto de Mecánica de los Fluidos e Ingeniería Ambiental de la Facultad de Ingeniería informaron que no se les solicitó ningún estudio de impacto ambiental ni se los invitó a la comisión de seguimiento de la iniciativa

    La Intendencia de Rocha (IDR) inauguró el 30 de junio un muro construido sobre la faja de defensa de costas en el balneario rochense de Costa Azul, que tenía como fin impedir que el avance del mar dañara las casas y un hotel ubicados en la primera línea de la playa. La obra, que abarca cerca de 1.000 metros, fue definida públicamente por la comuna como la primera obra contra el cambio climático del Uruguay. Sin embargo, la iniciativa ha dividido desde su puesta en marcha las aguas entre autoridades, vecinos y académicos, entre quienes aseguran que la obra no daña al ecosistema del lugar y aquellos que cuestionan su efectividad y los intereses detrás.

    En ese marco, el 14 de noviembre comparecieron ante la Comisión de Ambiente de la Cámara de Senadores referentes del Instituto de Mecánica de los Fluidos e Ingeniería Ambiental (Imfia) de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República (Udelar), que llevaron adelante el diseño del proyecto ante solicitud de la propia intendencia. El académico Sebastián Solari explicó que se trató de un trabajo de ingeniería de costas, ya que se les pidió que plantearan “alguna alternativa” para evitar la amenaza que había sobre las viviendas de Costa Azul debido a los problemas vinculados a la erosión.

    “Eso fue lo que dio lugar a nuestro anteproyecto hidráulico”, dijo Solari. Según explicó el ingeniero, se trató de una experiencia “bastante especializada” relacionada con el cálculo y el esfuerzo del oleaje sobre las rocas, para lo cual “la administración pública no tiene técnicos que lo puedan hacer ni tampoco las empresas privadas uruguayas”.

    El académico afirmó que se trató de “una solución viable y de mínimo impacto morfológico en el sistema”, que consistió en colocar unas capas de roca con el diseño específico para que no se erosionen ante eventos extremos y puedan soportar las cargas establecidas por la normativa para este tipo de situaciones.

    Consultado por los senadores, Solari reconoció que a los técnicos del Imfia no se les solicitó “en ningún momento” un estudio de impacto ambiental y, si se les pedía, tampoco hubieran podido realizarlo porque no es un aspecto que le corresponda hacer a la Udelar.

    “Sí es cierto que lo que nosotros ponemos sobre la mesa puede servir de insumo para el estudio del impacto y, en todo caso, si en algún tema se precisa complemento y no hay experiencia nacional podemos aportar; pero este no fue el caso, porque eso no se nos pidió”, señaló.

    En cuanto al seguimiento de la obra, el ingeniero dijo que si bien la intendencia y el Ministerio de Ambiente (MA) coordinaron una comisión específica, a los integrantes del Imfia nunca se los invitó a participar. También comentó que en el marco de un convenio entre el instituto y la cartera de Ambiente para monitorear el comportamiento morfológico de las playas, el Imfia cuenta con una cámara sobre el Hotel de Costa Azul, aunque aclaró que no es específica para ese proyecto. “Estamos a disposición si nos llaman para aportar a la interpretación de la información que salga del seguimiento, porque no se trata solo de medir, sino también de interpretar los datos que se obtienen”, indicó.

    Durante la comparecencia, la senadora Sandra Lazo preguntó además si los materiales sugeridos en el informe del Imfia fueron los que se utilizaron efectivamente al momento de la obra. En respuesta, desde el instituto explicaron que ellos propusieron utilizar rocas de determinado tamaño para aguantar las condiciones de diseño con base en recomendaciones internacionales, pero no verificaron efectivamente la dimensión de las utilizadas en la obra.

    “Lo que se diseña es el tamaño medio de roca. Después hay una cierta dispersión en torno a ese tamaño medio, que se recomienda que no sea muy grande. Eso tampoco lo controlamos. Sí fuimos al sitio y vimos que hay rocas muy chicas que están dando vueltas y que no debieran estar ahí, pero es un tema constructivo en el cual no tuvimos nada que ver”, explicó Solari. Y agregó: “En cuanto a los controles técnicos de materiales, no hicimos ni recomendamos ninguno en particular. Todo eso entra en el proyecto ejecutivo que excede completamente nuestra intervención”.

    Consultado por Búsqueda, el director de Ambiente de la IDR, Rodrigo García, dijo que él fue el primero en preocuparse de que “no fueran a hacer un desastre con la obra”, razón por la que se encomendó y se pagó al Imfia “una suma muy importante para una intendencia”, con el fin de realizar un estudio diagnóstico y una serie de recomendaciones, que incluyó el análisis de tormentas, de líneas de marea y de fuerza de oleaje, entre otros aspectos.

    “Propusieron para las distintas líneas de frente, diversos perfiles de una estructura en forma de talud de piedras medianas y pequeñas que justamente no aumentaran la inercia de la ola, que es lo que ha pasado con estructuras de muro con piedras grandes”, detalló. Además, dijo que el muro no se encuentra sobre la arena, sino que se ubica “dentro de la estructura de la playa” para minimizar al máximo la erosión costera.

    “(La obra) la tomó una empresa que ya tiene experiencia en temas costeros y cumplió a rajatabla con las recomendaciones del Imfia. Además, el MA estuvo monitoreando en forma permanente y el Imfia también; ellos no participaron en la obra pero estuvieron presentes después presencialmente, y colocaron cámaras de monitoreo arriba del Hotel de Costa Azul para ver los resultados”, señaló García.

    Búsqueda consultó con fuentes del MA, quienes confirmaron que la obra no presentó un estudio de impacto ambiental y por tanto no fue autorizada formalmente por la cartera (es decir, no cuenta con una Autorización Ambiental Previa), ni catalogada como proyecto A, B o C.

    Sin embargo, cuestionado al respecto, García explicó que en el momento en el que el MA “es partícipe de la obra y le encomienda a la intendencia que realice todos los estudios pertinentes, queda implícito toda la prevención de impacto ambiental”.

    “El MA fue parte de ese proceso y se aseguró con su participación en una comisión las medidas correctoras de todo tipo de impacto. Más allá de ese paso, legalidad o no, se cumplió a rajatabla la prevención de cualquier tipo de impacto ambiental que requiera una Autorización Ambiental Previa”, sostuvo el director.

    Por último, García también refutó los dichos de la delegación del Imfia y explicó que los académicos no integraron la comisión de seguimiento porque le cobraban a la intendencia, “como cualquier profesional”, un monto que el gobierno departamental ya no podía afrontar. “Pero fueron invitados, el problema es que no siguieron participando porque no teníamos más rubro para seguir pagando a técnicos”, enfatizó.

    Para el jerarca, la obra en Costa Azul —que prevé incorporar en la zona alta vegetación samófila costera nativa para fijar la arena del talud— “es un ejemplo a nivel de toda la zona costera rochense” que ya muestra resultados.