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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáJe suis Charlie. Parece apropiada la propuesta de una conocida periodista de expresar nuestra visión sobre los atentados en París en función de nuestras emociones, sentimientos y experiencias personales, y no solamente a través de nuestras ideologías llenas de prejuicios y trampas de la razón.
Yo era niño cuando vi los documentales sobre Auschwitz y las cámaras de gas de la II Guerra Mundial. Era muy joven cuando Inglaterra, Francia e Israel atacaron el Egipto de Nasser en el año 1956. No supe calibrar ese año la invasión de los rusos en Hungría. Conocí el colonialismo a través de revistas con fotos de las torturas que los franceses infligían a los patriotas argelinos en 1959. Ese año me entusiasmé con la Revolución Cubana y me hice “marxista leninista”. Consideré que el imperialismo norteamericano era el peor enemigo de la Humanidad y colaboré con el Partido Comunista hasta 1968, cuando los rusos destruyeron con sus tanques la Primavera de Praga. Sufrí como en carne propia la masacre de vietnamitas con bombas de fósforo norteamericanas. No le creí a Solzhenitsyn cuando denunció los campos de concentración de Stalin y me comí las barbaridades de Mao Tse-tung y su Revolución Cultural.
Cuarenta años después, con más de setenta años de edad, la temible Yihad Islámica me saca del caparazón y me obliga a reflexionar una vez más en voz alta.
La izquierda latinoamericana todavía se siente cómoda aliándose con todo lo que sea antinorteamericano. Parte de la izquierda cree que la caída de las Torres Gemelas y el ataque a “Charlie Hebdo” son un invento de la CIA. Otra parte condena los atentados pero agrega que las potencias occidentales se lo merecen por su pasado esclavista y colonial, por invadir Irak y Afganistán, por andar atrás del petróleo árabe, por torturar musulmanes en Guantánamo y Abu Girab, etc.
La izquierda se identifica con todos los regímenes tercermundistas que votan en la ONU contra Israel y Estados Unidos, pero nunca condena claramente las monstruosidades que cometen a diario Al Qaeda, Boko Haram y el ISIS contra los infieles y las mujeres de sus propios países.
Aborrezco la yihad; Islámica y siento el terror de las decapitaciones con el mismo miedo paralizante que deben haber sentido los franceses al enterarse de los primeros pogroms de la Alemania nazi.
No me identifico con los palestinos que bailan en las calles cuando caen las Torres Gemelas, ni con los ayatolás que les cortan los genitales a las adolescentes.
Me identifico con los valores libertarios, republicanos y democráticos de la Revolución inglesa, la norteamericana y la francesa, a pesar de los crímenes cometidos, y con el pueblo judío y sus doscientos Premios Nobel.
Pese al miedo, no tengo dudas en decir Je suis Charlie.
Daniel Heide
CI 877.110-4