En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
¡Hola !
En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
¡Hola !
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
William “Bill” Montalbano fue un periodista estadounidense corresponsal en América del Sur, primero de “The Miami Herald” y luego de “Los Angeles Times”. Nació en Nueva York y murió en Londres. Se graduó en la Universidad de Rutgers, con posgrado en la escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia. Fue también corresponsal en Europa.
¡Registrate gratis o inicia sesión!
Accedé a una selección de artículos gratuitos, alertas de noticias y boletines exclusivos de Búsqueda y Galería.
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
Se decía de él que era un periodista “con buen ojo”.
En noviembre de 1971 cubrió para el “Herald” las elecciones uruguayas. Antes de enviarlo, me mostró uno de sus artículos: “¿Qué te parece?”.
Lo comenzaba así: “En Uruguay se celebran unas curiosas elecciones: los uruguayos deben elegir entre tres partidos socialdemócratas. Socialdemócrata de izquierda, el Frente Amplio; de centro, el Partido Nacional (Blanco) de Wilson Ferreira Aldunate, y de centroderecha, el Partido Colorado (partido de gobierno). Y además con matices que van de derecha a izquierda y viceversa en los tres partidos”.
Ciertamente, “Bill” tenía buen ojo: en Uruguay todos somos socialdemócratas. Sin ofender: todos somos batllistas, como alguna vez me dijo Wilson.
Cuarenta y cinco años después la visión de “Bill” no ha perdido vigencia.
——o——
En estos días se habla de la creación de un “espacio socialdemócrata” como alternativa al Frente Amplio.
¿Como alternativa al Frente Amplio (FA)? Pero si el Frente es el mayor espacio socialdemócrata que existe en el país. Más que el Partido Colorado y batllista cuando por una punta ofrecía a la “99” de Zelmar Michelini y por la otra al general Juan P. Ribas, pasando por Amílcar Vasconcellos, Jorge Batlle y el general Oscar Gestido.
El FA es un partido socialdemócrata con un amplísimo espectro. Además del comunismo y el socialismo —versiones marxista-leninista, marxista y la de Frugoni— hay ofertas ubicadas más a la izquierda que estos. Hacia el otro lado está la Democracia Cristiana, la “99”, otros movimientos varios y Danilo Astori. A Astori desde afuera se le ve como el más “socialdemócrata” del FA. No sé por qué.
En el pasado, incluso, cuando era un hecho que la gente estaba harta de los partidos históricos y el advenimiento del Frente con Tabaré Vázquez como candidato era irreversible, hubo intentos para evitarlo mediante una cuarta opción. Una opción de izquierda (¿socialdemócrata?) pero sin el comunismo, digamos, y en la persona en que se pensaba como cabeza era, precisamente, Astori. Según se supo, en aquella época le fue ofrecido ser el candidato del Partido Independiente, contando con el acompañamiento de algunos grupos blancos más algunas deserciones del Frente, que se “calculaban”.
Pero Astori dijo no. Eso no ha mellado su imagen de moderado, empero. En realidad, Astori en más de una ocasión ha estado en discrepancia con otras fuerzas de la coalición sobre distintos temas y medidas, con posiciones cercanas o parecidas a las de los otros partidos. Sin embargo, siempre perdió. Lo suyo nunca prosperó.
Lo de Astori me recuerda al epitafio del cardenal Richelieu que reza: “Yace aquí el gran Cardenal / que hizo en vida mal y bien /el bien que hizo lo hizo mal /el mal que hizo lo hizo bien”.
Astori ha sido unos de los popes del Frente desde su nacimiento y figura estelar en sus gobiernos. Sus “excepcionales discrepancias” nunca tuvieron éxito pero él ha sido disciplinado. Nunca se rebeló. Y de renunciar, ni pensarlo. Astori es un cuadro del FA. Hay quienes dicen que es el “hombre carnada”, para aquellos votantes independientes que tienen algunos miedos.
Pienso que en esa función ha sido eficiente, más incluso que aquellos que han impulsado a partidos o movimientos de izquierda moderada (¿socialdemócratas?) para rastrillar votantes astoristas.
——o——
“El Frente está para perder, lo que pasa es que no hay quien le pueda ganar”. Quién no ha oído ese aserto o expresión de deseos.
Que el Frente está para perder, no es tan seguro. Tiene sus seguidores firmes. Tiene un piso al que se suma mucha gente, no frentista, que está conforme con los gobiernos del Frente.
Veamos: los jubilados pocas veces han estado tan bien; en los últimos 10 años han recibido aumentos por sobre el costo de vida. Los funcionarios públicos en general están conformes, muchos muy contentos y otros muy cómodos. Y son casi 450.000 jubilados y unos 250.000 funcionarios.
El Frente está para perder… ¿y cuál es la alternativa? ¿Más de lo mismo? ¿Algo más o menos parecido? ¿Por ejemplo, aquello de que si el FA propone la nacionalización de la banca, los otros van por la nacionalización del ahorro?
No creo que pase por ahí.
Hay un dato de la realidad, y es que a la izquierda le gana la derecha y a la derecha le gana la izquierda. Eso es lo que pasa y lo que vemos en el mundo.
Seguro, nadie quiere ser tildado, ni sospechado siquiera, de ser de derecha. Es la mala palabra. En fin, es una forma de someterse a los esquemas del otro, rendirse ante el macartismo de izquierda.
De todas formas, para presentar una alternativa no parece que sea preciso recurrir a un discurso de derecha. Las propias contradicciones del partido de gobierno dan material para el discurso alternativo. Por otra parte, reafirmar los valores democráticos, aquí y afuera, y defender la libertad, y particularmente las libertades individuales, entre los que están la seguridad, la intimidad, la propiedad privada, el derecho a la educación, no conforma un discurso de derecha como tampoco es patrimonio del de izquierda.
Lo concreto es que si la gente está harta de Coca-Cola, no te la vas a ganar ofreciéndole Pepsi-Cola o viceversa