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Sin que estuviera programado ni justificado en las inclemencias del tiempo, un apagón masivo en una mañana de 2016 dejó al 86% de los usuarios de UTE sin luz. La explicación que dio la empresa fue curiosa: los responsables de la falla en el servicio fueron los caranchos, unas aves de rapiña que hacen nidos en las torres de alta tensión. Como utilizan hilos de pastoreo, que son metálicos, es factible que se creen fuertes cortocircuitos. Para prevenirlos, está automatizado que salte la llave general, lo que evita un problema mayor pero produce un apagón generalizado.
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A los dos días de ese incidente, el entonces presidente de UTE, Gonzalo Casaravilla, contó en el programa En perspectiva que los pájaros, y en particular los caranchos, pueden causar fallas en el servicio. Por eso, cada seis meses se revisaban 24.000 torres, que totalizaban unos 8.600 kilómetros de líneas de alta tensión. En esas recorridas, se encontraban 3.600 nidos en promedio.
A siete años de aquel apagón masivo, la forma de revisión de las redes eléctricas de UTE ha variado. Al año siguiente, UTE compró los primeros drones para complementar esa tarea y ahora con la inteligencia artificial (IA) las inspecciones se hacen de una manera más “eficiente”. Con esta tecnología, ¿se puede evitar un episodio como el de los caranchos? “Totalmente”, respondió a Búsqueda el gerente de Tecnologías de Información de la empresa eléctrica, Julio Marote.
UTE amplió el uso de esa tecnología a la inspección de los molinos eólicos y a sus planes comerciales, con el ofrecimiento de proyectos que consideran el consumo de los clientes. Esta inteligencia, basada en el tratamiento masivo de datos, tiene “potencial” para ser ampliada a otros usos, aunque su desarrollo dependerá de los recursos con los que cuenten, aseguró el jerarca.
Los drones recorren las redes de transmisión y toman cientos de fotos, que luego se procesan con un software. La comparación con imágenes anteriores permite a la empresa llegar antes a hacer una reparación y evitar un daño posterior. Las inspecciones de las redes eléctricas es uno de los casos en los que UTE aplica la IA para lograr “eficiencia” y generar un “ahorro”, sostusvo Marote.
La revisión de los molinos eólicos tiene un funcionamiento similar. Si el control se hace de forma manual, un trabajador tiene que subir hasta las aspas para encontrar posibles oxidaciones. Con estos artefactos, un dron saca fotos aéreas, que el sistema procesa, detecta posibles problemas y sugiere cuándo hacer el mantenimiento. Si se oxida, por ejemplo, se puede enviar una cuadrilla a repararlo a tiempo; cuanto antes se repare el molino, más barato será el costo.
Marote destacó que este modelo es más “preciso” que lo que puede detectar el ojo humano. Los gerentes han reportado una precisión del 95% en el uso de la tecnología, un porcentaje que creen que puede ser mayor.
La IA se ampliará a la inspección de parques con paneles solares, que UTE proyecta incorporar a la matriz eléctrica a partir de 2025.
Clientes identificados
Una fuente enorme de información para el ente son los 1,1 millones de medidores inteligentes instalados en los hogares, que envían características del consumo de los usuarios cada 15 minutos. Esos datos permiten tener una “base gigantesca” que, complementada con “otros sensores”, sirve de insumo para simular el comportamiento cognitivo de un usuario ante determinada situación. Esta tecnología le permitiría a UTE “ahorrar esfuerzos” para ser más eficientes, sostuvo el gerente.
El ente utiliza un modelo de uso público (open source, en la jerga) llamado clustering o categorización. Los programadores lo configuran según el manejo que le quieran dar; luego, se prueba, se ajusta y finalmente se utiliza. Adaptado a la empresa, este sistema se dedica a tener mejor información en la distribución de energía. Las subestaciones que la proveen varían según los cortes que haya. Los transformadores de esas estaciones y las casas envían datos a partir de los cuales UTE puede identificar qué usuarios no tienen energía y predecir cuándo el sistema está por llegar a su máxima capacidad. “Te ayuda a balancear la carga y, sobre todo, a mejorar las inversiones: invertís más donde tenés más carga y das más servicio”, dijo Marote.
En una pantalla, los técnicos de UTE tienen un mapa con puntos azules —que representan los hogares— y líneas negras —que simbolizan las redes de transmisión—. Otras marcas son rojas e indican que hay algo que solucionar.
Para hacer esa síntesis, la empresa hace correr un algoritmo, que obtiene datos de los medidores inteligentes y de la base del sistema de información geográfica, que tiene incorporada la red eléctrica. Ese material es útil para que UTE sepa cómo seguir desarrollando la red, explicó a Búsqueda la ingeniera Verónica Bía.
El desarrollo de este algoritmo permitió a UTE mejorar la identificación de los clientes, la calidad de la información para cobrar penalizaciones y la comunicación en caso de cortes programados, así como evitar traslados innecesarios de brigadas, ejemplificó la jefa técnica.
Perfil del consumo
En la Gerencia de Tecnología de la Información de UTE las ideas a desarrollar son varias, pero los proyectos tienen como principal limitación los recursos que le proveen a esas innovaciones. En esa área están “intentando aprender” de la inteligencia artificial generativa, que permite el desarrollo de sistemas como el Chat GPT. “Yo me la imagino, sobre todo para el área de atención al cliente”, dijo. Así, ejemplificó, una consulta al “GPT de UTE” puede recomendar un cambio de plan ante determinada consulta. “El potencial es gigante. El tema que tenemos es que los recursos son limitados. Si hacés una cosa, no hacés otra”, explicó.
La empresa tiene previsto ampliar el uso de la tecnología para “entender el perfil del consumo” y poder habilitar planes específicos para clientes, que permitan el ahorro de energía. Por ejemplo, si el uso del auto eléctrico se hace masivo, UTE podría habilitar que se cargue en los momentos en que la energía es más barata e interrumpirla en los momentos de “picos”. “La inteligencia artificial te permite mirar qué casa tiene auto eléctrico o no. Y a qué casa podés llegarle a ofrecer determinada tarifa en un futuro”, comentó el gerente.
UTE ya ha desarrollado algunos sistemas similares, como un proyecto para promover la calefacción con energía eléctrica y otro sistema de “termotanque inteligente”, que consiste en la instalación de enchufes que transmiten datos. A partir de esa información, se puede gestionar a distancia su encendido, según el comportamiento del usuario.
Una posible fuente de datos son las redes sociales, que permitirían saber la “sensación del usuario”.
La realidad virtual
Otra tecnología que UTE incorporó es la realidad virtual. Junto con la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) y el Fondo Sectorial de Energía obtuvo un simulador para el entrenamiento en tareas operativas en subestaciones de Montevideo. Eso permite a los nuevos técnicos de transmisión acercarse a la tarea y entrenarse sin riesgos de que haya accidentes: se colocan las gafas y, como si fuera un videojuego, recorren las estaciones de electricidad.
Los operadores del centro de cómputos que UTE tiene en Pando también utilizan las gafas de realidad virtual cuando requieren que un técnico especializado los ayude con un problema. El operador utiliza esos lentes, va a la consola y mira lo que el técnico ve. Es una “supervisión asistida”, afirmó Marote. Un proyecto similar está pensado para operar las redes de transmisión a distancia.