Un Rasputín uruguayo

Un Rasputín uruguayo

La columna de Andrés Danza

6 minutos Comentar

Nº 2090 - 24 al 30 de Setiembre de 2020

Casi no dio entrevistas durante su desempeño como secretario de la Presidencia de Tabaré Vázquez. Apenas si hablaba en alguna conferencia de prensa o redactaba largos comunicados para intentar explicar confusos episodios. Atendía muy poco a los periodistas y con algunos de ellos terminó enfrentado. Lo suyo siempre fue el perfil bajo, al punto que muchos uruguayos ni siquiera saben cómo es su cara.

Pero nada es como parece a simple vista con Miguel Ángel Toma. Desde hace más de 25 años que este abogado artiguense ha adquirido roles definitorios en varios casos importantes. Así, poco a poco y estando donde tiene que estar en el momento indicado, se ha transformado en un claro ejemplo del poder en las sombras. Toma es un producto del Estado uruguayo, un fiel reflejo de cómo la burocracia y quienes manejan su estructura tienen a veces más incidencia que los gobiernos de turno.

El esquema es bastante simple. Los presidentes van y vienen, los partidos políticos se pasan la posta en la Torre Ejecutiva, pero alrededor de las oficinas a cargo del Poder Ejecutivo hay algunos funcionarios, en su mayoría profesionales universitarios, que buscan sobrevivir sea como sea. Con ese objetivo van tejiendo alianzas con los poderosos de turno mediante complicidades.

Toma es uno de los mejores en esto. Entendió la dinámica del aparato estatal a la perfección, se dio cuenta de cómo moverse en él y eligió hacerlo con suma discreción. Así fue construyendo su carrera por fuera de los titulares pero en la cocina de algunos episodios relevantes de la historia reciente. Fue colorado y después se transformó en soldado del Frente Amplio, más precisamente del expresidente Tabaré Vázquez. Muchas veces defendió a los poderosos y otras tantas los asesoró con éxito.

En medio de su carrera, ingresó a la Gran Logia de la Masonería y desde allí terminó de armar una red de contactos que lo llevaron a ser muy eficiente en la resolución de problemas. Se transformó en una pieza clave, una especie de Rasputín uruguayo en beneficio de algunos. La diferencia es que ese histórico asesor de los zares rusos recurría a la mística y a la medicina no tradicional para incidir y Toma a los informes legales.

Uno de los primeros capítulos de esta historia es del año 1995. En ese momento Toma era director del Departamento Jurídico del Ministerio de Salud Pública. Como tal, fue instructor de la investigación ordenada por el entonces ministro Alfredo Solari para determinar si Tabaré Vázquez había incurrido en conjunción de interés público con el privado al haber recomendado al Instituto Nacional de Oncología (INDO), en su calidad de jefe de Radioterapia, la compra de servicios médicos a la empresa Nuclamed, cuyo representante en Uruguay en ese momento era su hijo Javier Vázquez.

Toma emitió un informe en marzo de 1996 en el que estableció que si bien Vázquez había enviado al director del INDO un documento solicitando la compra de equipos en el que adjuntó fotos con el nombre de la empresa que representaba su hijo, “no existieron actos o hechos irregulares”. El caso se cerró sin consecuencias legales.

Toma siguió una carrera ascendente en el Ministerio de Salud Pública, con participación en archivos de informes polémicos y poco conocidos públicamente, hasta que tuvo un fuerte encontronazo con Conrado Bonilla, el último ministro a cargo de esa cartera en el gobierno de Jorge Batlle. Bonilla lo degradó al enterarse de que estaba acusando por lo bajo al gobierno que integraba de “corrupto”.

Fue un sacudón para Toma, pero ese cambio de bando le dio resultado porque poco tiempo después, cuando asumió Vázquez como presidente por primera vez, fue designado director de la Oficina Nacional de Servicio Civil. Una vez más, ejerció ese lugar con responsabilidad sobre miles de funcionarios públicos en silencio, aunque con participación directa en decisiones importantes.

En la administración de José Mujica fue fiscal de gobierno junto con Daniel Borrelli. Ambos elaboraron, entre otras cosas, los informes que llevaron al Poder Ejecutivo del momento a perdonar una deuda millonaria que mantenía el empresario futbolístico Francisco Paco Casal con la Dirección General Impositiva. Mujica siempre dijo que el informe elaborado por Toma fue decisivo.

Tiempo después, Vázquez asumió su segundo mandato y nombró desde el primer día a Toma como secretario de la Presidencia, cargo en el que se mantuvo hasta el final. En esos cinco años fueron muchísimas las denuncias y los rumores que circularon sobre su desempeño. Que benefició a Casal mediante algunas resoluciones, que siguió asesorando a varias mutualistas, que continuó ejerciendo como abogado en un estudio particular y que tuvo como clientes a inversores en el Estado, que se compró una casa en un barrio privado de Punta del Este y un auto de lujo, esas y otras acusaciones abundaban en ámbitos políticos y periodísticos.

A Búsqueda llegaron varias, en la mayoría de los casos de fuentes anónimas, y las confirmadas fueron publicadas. Ante la primera consulta que le realizó un periodista del semanario sobre uno de esos puntos, Toma contestó con un mensaje muy agresivo y amenazante, casi mafioso, y nunca más habló con Búsqueda.

Ahora, ante una nueva denuncia sobre los viajes oficiales hechos por Toma al final del período de gobierno junto a una contadora que trabajaba en la Secretaría Antilavado de la Presidencia, otro periodista del semanario realizó un pedido de acceso a la información pública. Los datos llegaron a la redacción la última semana y fueron publicados en la edición del jueves 17. La noche anterior, el programa Así nos va de Radio Carve había difundido un adelanto del caso en las redes sociales.

Así se supo que la Junta Anticorrupción recibió en noviembre una denuncia anónima sobre el caso y que fue archivada por Borrelli —el mismo Borrelli— y la representante blanca Matilde Rodríguez. El entonces presidente del organismo, Ricardo Gil Iribarne, se encontraba de licencia y a su retorno se quejó porque la junta no había solicitado más información.

Entonces se abrieron investigaciones judiciales, políticas, administrativas, de todo tipo. Después de la difusión periodística, se activó el interés por lo que durante décadas se mantuvo en las sombras. Esas indagatorias podrán tener más o menos consecuencias, pero el problema no es solo Toma, él es un representante de toda una estructura paralela muy poderosa. Podrá caer, pero se necesita mucho más para erradicar a los Rasputines uruguayos de turno.