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    Un agrónomo que empezó a trabajar en 2003 no sabe lo que es una crisis, dijo el productor Jorge Rodríguez

    En zonas agrícolas se perdió conocimiento y gestión ganadera, lo que dificulta la producción de vacunos.

    Para volver a la ganadería en campos que hasta ahora eran destinados a plantar granos, la limitación mayor no es financiera, sino más bien de conocimiento y de experiencia en la producción pecuaria por parte de los administradores y del personal de los establecimientos rurales, señalaron a Campo empresarios y asesores del agro.

    Dijeron que durante una decena de años hubo una fuerte expansión de los cultivos agrícolas, principalmente de soja y trigo, que generó una especialización de agrónomos y otros profesionales en esa actividad, y ahora es difícil encontrar gente que sepa de ganadería y lo que es el manejo de un predio dedicado a producir carne.

    Agrónomos que se recibieron entre 2001 y 2002, para luego empezar a trabajar en agricultura desde 2003, cuando comenzó el auge de la producción agrícola, no tienen experiencia en producción de vacunos y tampoco en resolver situaciones de crisis, comentó el productor Jorge Rodríguez, de la zona de Mercedes, departamento de Soriano. Eso dijo aludiendo a que el precio de esa oleaginosa fue en incremento, lo que alentó a los productores a dedicarse exclusivamente a plantar ese grano y no pasaron mayores sobresaltos, salvo en algún año puntual, como en 2008.

    Advirtió que hay muchas actividades que se realizan en un predio ganadero que requieren de experiencia y calificación que no se encuentra hoy entre los profesionales, técnicos y empleados que trabajan en el campo uruguayo. “No es solo poner el alambrado y comprar las vacas, porque financiamiento siempre hay; el asunto más complicado es encontrar el personal que esté preparado para manejar el ganado y hacer otras tareas”, opinó.

    Otros empresarios del agro también reconocieron esa dificultad cuando se trata de desarrollar un negocio ganadero, separando lo que es la labor que ejercen los veterinarios en la atención sanitaria de los vacunos.

    Las plantaciones de soja ganaron espacio en zonas del litoral oeste, en el sur, en el centro y en el noreste del territorio uruguayo, y paralelamente la forestación también creció en algunos departamentos, especialmente en Tacuarembó, Rivera y Cerro Largo. Mientras que la producción ganadera, vacuna y ovina se desplazó hacia el centro y norte. Con eso también hubo un corrimiento del personal ganadero hacia esas zonas.

    Actualmente, en departamentos de perfil agrícola, como Soriano, Río Negro y Colonia, los productores notan la falta de mano de obra que esté calificada para la producción de bovinos.

    La mayoría de los agrónomos que andan en la vuelta tienen experiencia en agricultura y casi nada en producción de carne, contó Rodríguez.

    De 2003 en adelante los precios de los granos y de los campos registraron un alza incesante, con algunas oscilaciones entre 2008 y 2009, lo que derivó en un crecimiento del agronegocio que trajo aparejada la generación de nuevos servicios vinculados a esa actividad. Fue así que en ciudades y poblados del interior hubo una oferta masiva de empresas dedicadas a realizar la mayor cantidad de tareas en las chacras, tanto de siembra, fumigación, cosecha y otras, pero también de servicios informáticos y tecnología aplicada a la producción de granos.

    Sentido común

    Para trabajar en tareas agrícolas también hay dificultad para encontrar mano de obra, aunque la situación es menos compleja que para los predios ganaderos, consideró el presidente de la Cámara Uruguaya de Servicios Agropecuarios (CUSA), Luis Graña.

    Comparó que en el establecimiento pecuario “el personal tiene que estar más arriba, especialmente en el seguimiento del estado del ganado, para darse cuenta si algún animal muestra síntomas de estar enfermo o si está perdiendo kilos”; en cambio, “en la agricultura hay tecnología que te indica si hay algún problema potencial en el cultivo, que en muchos casos se puede monitorear desde un ordenador o un teléfono celular”.

    “Hoy nos estamos acostumbrando a tener un aparato que nos indique todo y dejamos de razonar por nosotros mismos para intuir un problema, que a veces hasta el sentido común puede advertirnos”, opinó el titular de CUSA.

    Las empresas nucleadas en esa gremial se especializan en la prestación de servicios agrícolas y realizan algún trabajo para ganaderos, como la preparación del forraje.

    Graña se lamentó de la “pérdida de la cultura del trabajo” en zonas rurales, como algunos empresarios también advierten en las ciudades; reconoció que a veces surgen problemas porque “hubo abusos” en la carga horaria para los trabajadores de las explotaciones agropecuarias. Y actualmente la situación pasó de un extremo al otro, porque falta responsabilidad de los empleados, opinó.

    “Ahora la muchachada joven no quiere estar en el predio donde fue contratada, quiere ir todas las noches a la ciudad”, comentó.

    Por estos días comenzó la siembra de cultivos de verano (soja, maíz y sorgo) y en zonas del norte del país las lluvias esporádicas interrumpieron esas actividades.

    Ese contratista dijo que cuando no llueve y hay unos días secos para aprovechar a sembrar, los empleados no quieren trabajar hasta tarde, aunque sepan que hay pronóstico de lluvias para los días siguientes.

    Tanto en tiempo de siembra como de cosecha no hay horario fijo, es una actividad zafral y es imprescindible hacerlo en cada fecha específica, y si las condiciones climáticas son favorables no importa si es feriado o domingo, explicó.

    Otras dificultades que señalaron los empresarios del agro en la operativa es la pérdida del saber tradicional de las tareas del campo, que generalmente se transmite de generación en generación, así como la falta de experiencia del personal para manejar situaciones más complejas, ya que hubo un período de bonanza en el campo entre 2003 y 2013.

    Para el sector agropecuario, la epidemia de fiebre aftosa y la crisis financiera que acontecieron en 2001 marcaron un antes y un después en la historia reciente de esa actividad.

    Es que los agrónomos que trabajan en los establecimientos agrícolas desde 2003 hasta ahora “nunca pasaron por una crisis, todo lo contrario, con el precio de la soja a U$S 500 la tonelada, cada año los resultados económicos superaban sus propias expectativas”, indicó Rodríguez.

    Dijo que en este momento en que ese grano vale entre U$S 300 y U$S 320 por tonelada y además cayeron los valores de otros productos, como la leche, la gestión de las empresas agropecuarias, a cargo de esos profesionales, “requiere de otro tipo de decisiones y capacidades en una situación que les resulta totalmente novedosa”.

    Actualizarse

    “Es parte de los cambios que se registran en el mercado y los profesionales deben estar preparados y capacitados para adaptarse” a eso, dijo a Campo la presidenta de la Asociación de Ingenieros Agrónomos, Daiana Martin, al ser consultada sobre el tema. Recomendó a sus colegas “sacar los apuntes que estaban olvidados” y “realizar cursos de actualización”.

    Atendiendo a la demanda laboral de empresas agrícolas en los últimos años, hubo una mayor inscripción de estudiantes en la Facultad de Agronomía, que pasó de 200 a 500 matrículas anuales en la década pasada.

    Comentó que “hoy el enfoque está en la producción intensiva de carne”.