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    Un día con Kusturica, el hombre que filma “el ejemplo” de Mujica

    “Esta película la hago para que la vean los que hoy son niños, no solo nosotros”, afirmó el director serbio

    Volar en helicóptero de la estancia presidencial de Anchorena en Colonia hasta Montevideo. Subirse al famoso Fusca celeste de José Mujica en el asiento del conductor y darse el lujo de prenderlo. Caer estrepitosamente al hormigón en medio de una marea humana en la calle Florida, frente a la Plaza Independencia, luego de haber compartido con Mujica su última mañana como presidente, tomando whisky escocés en su chacra de Rincón del Cerro.

    Esas fueron solo algunas de las vivencias del director de cine serbio Emir Kusturica en los últimos días, luego de arribar a Montevideo junto a su hija y a un equipo de cerca de 20 personas para continuar filmando lo que será una de sus próximas películas: “El último héroe”, con el ex presidente uruguayo como principal protagonista.

    Kusturica es un director cinematográfico de culto y también un músico reconocido internacionalmente. Sus películas fueron vistas por millones en todo el mundo, recibieron las distinciones más importantes de Europa y Latinoamérica y una de ellas, “Papá está en viaje de negocios”, estuvo nominada a los Premios Oscar.

    Kusturica es además un obsesivo de su trabajo y se tomó muy en serio eso de tratar de hacer un documental de Mujica, al que considera “el último héroe” de la política internacional. Pero, por sobre todos esos aspectos, Kusturica es un “militante de izquierda” convencido, de esos que son vistos como de la “línea dura” y desde allí es que siente que no hay “ejemplo mejor” al de Mujica. “Esta película la hago para que la vean los que hoy son niños, no solo nosotros. Lo que quiero es que las nuevas generaciones tomen de él el ejemplo”, argumenta.

    Con ese ánimo madrugó el domingo 1º de marzo para compartir la jornada con Mujica y filmar lo que será el principio de su película: el momento en el que traspasa la banda presidencial a Tabaré Vázquez. Búsqueda compartió varios tramos de ese día con Kusturica, que no se separó ni un segundo del protagonista de su película: desde las primeras horas de la mañana hasta ya entrada la noche.

    “Es increíble este hombre. Disfruto cada momento a su lado”, reflexionó a media mañana. “Él es lo que nosotros siempre quisimos ser y no pudimos. Incluso algunos de los grandes revolucionarios latinoamericanos no lograron vivir como piensan y Mujica sí”, aseguró.

    Quizá por eso no dejó ningún detalle librado al azar y se encargó de controlar la mayoría de los encuadres y movimientos de sus camarógrafos, los mismos que hace pocos meses estaban filmando la película argentina “Relatos salvajes”, también nominada al Oscar como mejor filme extranjero.

    La idea original del documental es de los uruguayos Andrés Copelmayer, Julián Kanarek y Marcelo Carrasco, asesores hasta hace unos días del Ministerio de Transporte, que son los productores ejecutivos junto con la empresa argentina Kramer & Signal Films, la misma de “Relatos Salvajes” y de películas como “Kamchatka”, “Plata quemada”, “Tiempo de valientes” y “El Perro”, entre otras.

    En esta oportunidad, el rodaje de “El último héroe” se extenderá hasta el próximo sábado 7 pero es probable que Kusturica retorne a Montevideo a filmar las últimas escenas en los próximos meses. El equipo ya filmó en Costa Rica, México, Estados Unidos y realizó entrevistas a los presidentes boliviano Evo Morales, ecuatoriano Rafael Correa y chilena Michelle Bachelet y a personas allegadas a Mujica. La idea de Kusturica es estrenar la película en el Festival de Cannes de 2016, a celebrarse en el mes de mayo, o en el de Venecia, que será en setiembre.

    “Un rockstar”.

    Kusturica llegó a la chacra de Rincón del Cerro el domingo 1º para filmar las últimas horas de Mujica como presidente con la idea de encontrar un escenario muy distinto. En lugar de robarle unos minutos de esa mañana entre los preparativos y las constantes llamadas, pudo tener una conversación prolongada y distendida con Mujica, con una botella de whisky Chivas Regal de por medio.

    La conversación se interrumpió cuando el presidente resolvió ir a bañarse minutos antes de su partida a la Plaza Independencia, aunque Kusturica lo esperó en la entrada de su casa, con las cuatro cámaras que lo acompañaban. Mientras los minutos pasaban, el director de cine serbio se acercó al Volkswagen Fusca celeste de Mujica, que estaba estacionado cerca de la puerta.

    “Uno igual a este fue mi primer auto. Era de mi padre. El mismo modelo, de 1963, aunque marrón”, comentó a Búsqueda mientras lo inspeccionaba. Abrió el motor, explicó cómo funciona y de qué forma ponerle aceite y hasta se sentó en el asiento del conductor y lo encendió unos segundos.

    Cuando Mujica salió, los encargados del rodaje colocaron a un camarógrafo en el asiento trasero del Fusca y el director serbio se subió a una camioneta para filmar el traslado hasta la Plaza Independencia.

    No era la primera vez durante ese fin de semana que Kusturica hacía una travesía con Mujica. La noche anterior ambos habían volado juntos en helicóptero desde la estancia presidencial de Anchorena hasta Montevideo. El encargado de filmar en esa oportunidad, con una cámara en mano, fue el propio Kusturica.

    Ya arribados a la Plaza Independencia, el director serbio ingresó unos minutos al Palacio Estévez con el todavía presidente y después presenció desde la distancia la ceremonia de traspaso de mando.

    Cuando Mujica se retiró del estrado y recorrió la zona para saludar a los concurrentes al acto, Kusturica se mezcló entre las cámaras locales, los periodistas y los guardias de seguridad y dirigió a su equipo durante la filmación de ese episodio. Tan compenetrado estaba con su trabajo que cerca del final del recorrido tropezó con uno de sus camarógrafos y cayó al pavimento. El resultado: un fuerte golpe en el codo con raspón incluido.

    De regreso a la chacra, Mujica detuvo la marcha en una estación de servicio para cargar nafta y atrás se bajó Kusturica. Le mostró el codo como si fuera una ofrenda de guerra. “This is for you (esto es para vos)”, le dijo. Mujica sonrió y le levantó su pulgar.

    En ese momento, se le acercó al director serbio el chofer de Mujica, Daniel Carabajal, que le señaló hacia la guantera. Lo que allí había era una pequeña cámara dirigida al rostro del ex guerrillero. “Mira que en el camino la movió”, le avisó. Kusturica se sonrió y optó por dejar todo como estaba.

    Cuando la comitiva llegó a la chacra de Rincón del Cerro, el que hasta hacía unos minutos era presidente ingresó a su casa para quitarse el traje y ponerse más cómodo. Minutos más tarde, regresó con una camisa manchada en un costado, un pantalón amplio y unas zapatillas. “Ahora sí. Me saqué el disfraz”, dijo y continuó el rodaje.

    Además de para un almuerzo conjunto en el quincho del amigo de Mujica, Sergio Varela, hubo tiempo para una recorrida por la escuela de oficios que el ahora senador prepara frente a su casa y para una charla distendida, antes de que llegara de visita el rey Juan Carlos (ver recuadro).

    Kusturica estaba muy sorprendido con lo que había vivido minutos antes en la Plaza Independencia. “Para mí es la primera vez en la historia que un presidente deja un gobierno con tanta gloria. Esto no lo vi en ningún lado”, comentó a Búsqueda con un bolsa de hielo en su codo.

    “Era como estar con un rockstar”, agregó, mientras Mujica se sumaba a la conversación. “Generalmente, todo el mundo quiere que el presidente se vaya de una vez”, acotó Kusturica.

    “Algunos se van en helicóptero”, ironizó Mujica en referencia a lo ocurrido con Fernando de la Rúa en Argentina. El cineasta europeo se rió, volvió a mostrar su hombro, y le dijo: “Me caí por su gloria”.

    “No da para tanto”, lo interrumpió Mujica y recordó que cuando fue liberado de la prisión lo vivió como una experiencia mucho más emocionante que la de ese día. Kusturica mostró entonces que ese es uno de sus grandes intereses: hablar de la experiencia carcelaria.

    “¿Cuándo salieron?”, preguntó. “No me acuerdo la fecha pero era marzo de 1985”, fue la respuesta de Mujica.

    “¿Y qué cantaron?”, quiso saber el director. “Vieja, ¿qué cantaron ustedes? Vení para acá y contales”, reclamó a su esposa, que estaba a unos metros de distancia presenciando la filmación.

    “A redoblar”, informó Lucía Topolansky. “¿Se animan a tararearla?”, pidió Kusturica. “Nosotros no podemos cantar nada. Te la vamos a arruinar”, replicó Topolansky.

    Pero con la ayuda del teléfono celular de Kanarek, empezó a sonar la versión original de la canción y el auditorio hizo silencio. En la mitad, se escuchó un tímido: “A redoblar... A redoblar...” de la que hasta ese día había sido la pareja presidencial.