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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáItalia, el país que hace ya 40 años me recibió con tanto amor e interés por lo que yo hacía y que tanto también me ha dado, hoy está en serias dificultades porque dispone del más alto contagio de coronavirus después de China.
Todos estamos encerrados en casa, y no solo por decreto del Gobierno, sino por miedo. Después de decir que era una simple gripe, tras creernos Superman y seguir una vida “normal”, a pesar de constatar que en Lombardía (una de las regiones del norte de Italia) ya había comenzado a morir gente... Todos los seres humanos sufrimos de esta fuerte desgracia que nos hace pensar que todo lo malo siempre sucederá a los demás sin que nos pueda tocar a nosotros y que nada podemos hacer, pues es la vida y nadie puede detener el ritmo de esta y menos nuestros caprichos, vicios, etc. ¡¡¡Pobres de nosotros!!!
Italia tiene el mejor servicio de salud pública al mundo (como ha sido elogiado por la OMS), no obstante las vergonzosas reducciones en materia de financiamiento, sobre todo durante los últimos10 años, en gran parte solicitadas por la Unión Europea.
En este momento en Italia hay 15.000 contagiados. Más de 1.000 muertos y unos 1.000 ya curados (¡¡¡porque el coronavirus para algunos no es mortal!!!). Con un decreto del Gobierno han apenas asumido 20.000 personas entre nuevos médicos y enfermeros para enfrentar la emergencia. Y muy pronto, si el ritmo de este contagio no se detiene, tendrán que elegir, con el dolor del alma de todos, por supuesto, a quién curar y a quién dejar morir, porque los hospitales de las zonas más comprometidas ya están al límite del desborde.
Es sabido que el tránsito de autos y personas en Italia es apabullante todos los días. En cambio en este momento nos parece vivir en estado de guerra. Hay un silencio enorme en las calles, hasta los poquísimos autos que se escuchan pasar parece que se movieran con un motor menos poderoso, con más timidez, con más humildad. Los árboles no se mueven y hasta los pájaros lloran las personas que están muriendo solas. Sí, solas porque nadie puede acercarse a los seres queridos afectados de coronavirus... aquella mano que se ponía sobre nuestros seres queridos al momento de la muerte ha callado.
Es el momento de la reflexión: ¡¡¡sin que nos pongamos a dar culpas directas, esta pandemia y sus consecuencias son el fruto de mucha superficialidad mundial!!! En los últimos 25 años el ser humano ha corrido siempre detrás del capitalismo salvaje, detrás de la propaganda de todo aquello que no debíamos comprar y que siempre compramos lo mismo, sin importarnos la calidad del producto ni de cómo nace el producto que recibimos, muchas veces, y digámoslo sin miedo, a bajo costo, favoreciendo la triste y nueva esclavitud de tantos seres humanos. Se corre detrás de las modas, hasta de los productos culturales referidos al cine, a los espectáculos musicales pensados con una
sola idea: ¡¡¡reducir la capacidad de inteligencia del individuo!!! Se vive con ansias por no poder, tal vez, comprar el último modelo de auto. Y ni hablemos de renunciar a las vacaciones en los más caros lugares (¡¡¡sin pensar a veces que detrás de casa hay tantas “calzadas” con una arena extraordinaria que nos haría bien lo mismo para que nuestro cuerpo absorba la necesaria vitamina D!!!).
La cultura es recuerdo, es alimento para el espíritu, es la experiencia del saber, del saber o sabor que nos permite crecer, etc., mientras que de todo lo arriba dicho a veces lo único que logramos recordar apenas es: ¡¡¡cuánta gente había y que calor hacía!!! ¿Qué queda de positivo dentro de nosotros de todo este correr, sacrificarse, de este “deber” aceptar una cosa, porque es moda y yo no puedo quedarme detrás de esa?
Increíblemente se toma como una moda, a la cual ya no se puede renunciar, tener que vivir corriendo. Correr, correr y correr y después hasta es un orgullo decir que no tenemos más tiempo para nada. ¡¡¡¿Pero quién es que nos impone todos estos disparates?!!!
Será posible que no hayamos visto que nos están robando la cosa más hermosa de la cual dispone el ser humano: el tiempo. Sí, el tiempo, aquella cosa tan hermosa que escapa a la explicación de los más grandes filósofos, porque como todos las cosas bellas, así como la música, son superiores a las palabras. Mucha gente pierde tiempo detrás de las palabras, sin que después haya una respuesta coherente a estas. Las palabras se las lleva el viento, los hechos quedan.
El ser humano piensa que la libertad es decir y hacer todo aquello que nos viene en ganas. No, no es así. La libertad, como todos sabemos, consiste en saber elegir dentro de lo que propone una reflexión y también una minoría de personas. Libertad es poder también escuchar con atención y sin prejuicios a los demás; libertad es tener humildad y aprender de los referentes que afortunadamente siempre los hay y se encuentran en todas partes del mundo. Libertad es dar rienda suelta al coraje de ir contra el viento para poder renunciar a todo aquello que alimentan las multinacionales, llenando siempre más y más al mundo de esclavos y estúpidos.
Italia ha realizado 20 y 30 veces más hisopes de coronavirus que Alemania y Francia. ¿Estamos seguros de que en Francia y Alemania no haya el misma porcentual de contagios? ¿Estamos seguros de que Macron ayer haya hecho bien en no suspender los partidos de fútbol con públicos de 40.000 personas? ¿Estamos seguros de que China, sabiendo que el virus ya era existente en noviembre pasado, no dijera nada al resto del mundo? ¿Por qué no lo dijo? ¿Estamos seguros de que ese médico argentino (no recuerdo el nombre y tampoco pierdo tiempo en buscar el video) haga bien en decir que el coronavirus es “algo más de un resfrío y menos de una gripe”? ¿Ha sido un bien que solo Italia, sin tener todavía fallecimientos, preventivamente haya suspendido los vuelos
para y desde China, mientras los otros países de la Unión Europea (en Francia ya había muerto una persona) no lo hicieron contemporáneamente? Está confirmado que quien trajo el virus a Italia no ha sido un chino, sino un alemán que viajaba plácidamente por Italia, después de estar en Shanghái y encontrarse con una muchacha de Wuhan. ¿No era mejor suspender los vuelos para y desde China de todo el continente europeo, como lo había hecho Italia y tener en cuarentena a los que provenían de China? Ahora todos lo están haciendo, ¡¡¡pero ya es tarde!!! Paradójicamente, ahora es China que no quiere que entren europeos y menos italianos al propio país. Si no fuera por la gravedad de la situación y porque tantos están muriendo, nos vendrían ganas de reír.
No, siempre debemos sufrir las consecuencias, llorar las pérdidas, llenarnos de miedo, desconfiar los unos de los otros, y todo ello porque nadie de nosotros es, por un motivo u otro, en grado de dar el primer paso. Es aquí donde la cultura de cada país, puede ponerse como modelo positivo. Lógicamente, para esto es necesario ser libre por dentro. Basta, por ejemplo, la cultura: que si en América sacan de moda el concurso de cocineros, el resto del mundo también debe hacerlo. ¿Qué cosa significa ver a los pobres participantes cocineros llorar cuando no dejan satisfechos a los chefs? ¿Por qué este grado de estupidez ha invadido el mundo? Yo seguiré prefiriendo los canelones de mi cuñado Danubio, hechos con amor y no aquellos con los adornos que usan en los mejores restaurantes del mundo que a veces he tenido que comer por obligación, por educación. No, no debemos obedecer a las modas que nos llegan sin pensar que cada uno del resto del mundo tenga hasta una altura del cielo distinta. Como el cielo uruguayo, por ejemplo, al cual yo siempre encuentro más bajo, porque todavía está lleno de estrellas por la falta de conglomerados industriales, a diferencia del cielo europeo o asiático, que se ve más alto, más imponente (por la gran cantidad de smog). Las propias culturas no van desechadas, sino cultivadas, desarrolladas. Y las otras, pertenecientes a otros países, van respetadas y si de esas podemos copiar algo bueno lo copiamos, con el debido permiso, para el bien de todos.
He leído las medidas de prevención que está tomando Uruguay. Nada será demasiado, y ruego para que nadie baje la guardia y para que en este momento estén todos unidos contra esta bestia llamada coronavirus. Seguramente ya saben que hay muchísimos casos asintomáticos, es decir, donde el paciente no presenta fiebre ni ningún otro síntoma, mientras de todas maneras en realidad está infectado por covid 19 y puede así, lamentablemente, transmitir la enfermedad a los demás. Una cosa que pido a mis compatriotas es que por un tiempo dejen por favor de tomar mate. Yo no soy quién para dar consejos sobre la salud, pero pienso en dejar de tomar mate y preguntar al médico de cabecera con qué cosa pueden sustituir la eventual bajada de presión arterial que algunos pueden presentar por la falta de la droga contenida en la yerba mate. Eso sería lo mínimo que uno deba hacer en una situación de emergencia de la cual tal vez todavía en algunas partes del mundo no se tenga consciencia. Si no queremos pensar en nosotros mismos, pensemos a los demás.
El gran poeta Gustavo Adolfo Bécquer decía, en una extraordinaria poesía: “Dios mío, qué solos se quedan los muertos”, Hoy podemos decir: Dios mío, qué solos se quedan los afectados por el coronavirus. Vivo pensando también en los médicos y enfermeros que trabajan incansablemente, muchos de ellos jubilados que han vuelto al trabajo porque el deber llama, arriesgando todavía más que los jóvenes por la altura de la edad. Yo tengo médicos amigos que me dicen que cada vez que les llega un paciente y deben atenderlo, es como una ruleta rusa. Cada guerra elige sus soldados para mandar adelante a combatir y recibir las balas del supuesto enemigo. Hoy son ellos los soldados que hemos elegido para esta guerra mundial. Algunos están muriendo y nuestras mejores flores serán no olvidarlos nunca durante el resto de nuestros días. Y tampoco tendrán que hacerlo las futuras generaciones. La memoria no debe apagarse y el tiempo para dedicar a la memoria de estos héroes tampoco.
No me cansaré nunca de decir que en Uruguay, como en todas partes del mundo, siempre ha habido referentes, héroes, grandes personalidades; y que siempre los habrá. Jamás debemos separarnos de ellos. Son nuestra guía de vida.
Miro las calles, las veredas de mi ciudad (vivo en un tercer piso) son las mismas de la semana pasada y a la misma vez no lo son. Todo ha cambiado en pocos días. Ahora muchos comienzan a pensar que el dinero acumulado no sirve ante el coronavirus. Porque... ¿sirvió alguna vez? El ser humano hoy tiene la oportunidad de ser más generoso, de amar más, de ser más justo y no tan egoísta. Estos son los mejores antídotos contra el coronavirus.
Hasta muy pronto
Héctor Ulises Passarella
Macerata, 12/03/2020