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Primero suenan las guitarras, inconfundibles, con un ritmo suave de milonga. Las sigue una voz también inconfundible, potente, imperativa, que comienza a recitar con un dolor que viene de lejos, de lo profundo de la tierra y de la historia: “Cómo haré para tomarte en mis adentros, guitarra. Cómo haré para que sientas mi torpe amor, mis ganas de sonarte entera y mía”. Así inicia una canción que no es canción, un poema narrativo en el que Alfredo Zitarrosa fue desgranando retazos de su vida, del pasado uruguayo y de sus años más oscuros, tan oscuros como el título: Guitarra negra. A falta de un género claro, el autor calificó su obra como “contracanciones” o como “poema por milonga”.
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Hay que detenerse en el año 1977: Uruguay en plena dictadura y el cantante, que había militado en el Partido Comunista, exiliado en España. Allí le dio fin a Guitarra negra, una obra que había comenzado en 1972 y que está impregnada de angustia y de imágenes de la muerte. Varios de los amigos de Zitarrosa estaban presos, o habían sido torturados o asesinados, y él hacía propio su dolor y se lo confesaba a su guitarra: “Cómo entregarte todos esos nombres y esa sangre, sin inundar tu corazón de sombras, de temblores y muerte, de ceniza, de soledad y rabia, de silencio, de lágrimas idiotas”.
Dividida en nueve fragmentos, Guitarra negra siguió el exilio del cantante y tuvo una edición mexicana en 1978. Durante ese tiempo, muy pocos escucharon la canción en Uruguay, en un silencio clandestino, hasta que se publicó en 1985.
Las guitarras criollas siguen sonando y se le suman los arreglos orquestales, con violines y piano, y a la milonga dolorida se le cuela un coro y de repente un vals. Y la muerte adopta forma de mariposa o de res, “temblando de dolor y de miedo”, o de 60 cigarrillos diarios o de perro que vaga “hasta morir… tal vez un día de soledad... o de algún violento amor; de amor, sin duda”.
A 40 años de Guitarra negra, el proyecto Montevideo Sonoro, que viene recopilando canciones que hacen referencia a la ciudad con una propuesta virtual y otra callejera, decidió rendirle homenaje a través de una serie de videos cortos, que se pueden ver en Youtube. Claro que el otro homenaje es escuchar a Zitarrosa y a su voz grave, inconfundible, cuando recuerda que “iba sentado al lado de la vida”, con esos versos que todavía estremecen.