N° 2025 - 20 al 26 de Junio de 2019
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEsta fue una semana sumamente movida para algunos de los principales bancos centrales del mundo, como el europeo (BCE) y el estadounidense (la Reserva Federal o Fed, por su sigla en inglés). Sus anuncios —la decisión, en lo inmediato o en el futuro cercano, de volver a recurrir a una política monetaria expansiva ante signos de debilidad en sus economías— pueden tener efectos favorables para Uruguay, como una nueva oleada de flujos de capitales hacia el país. Eso sería como lluvia en el desierto, a la luz de los últimos datos del Producto Bruto Interno que confirmaron un estancamiento de la economía uruguaya también en el primer trimestre del año.
Hablando en un simposio en Portugal, el presidente de la BCE, Mario Draghi, informó que se están estudiando nuevas medidas de estímulo monetario ante el deterioro del contexto económico en el bloque europeo. Tantos cambios en la política comunicacional (“forward guidance”) como posibles nuevos recortes en las tasas de interés, así como aumentos en el programa de compras de activos, podrían ser aplicados en el futuro si el panorama en materia de actividad y precios no mejora.
No bien se conoció la exposición de Draghi, el euro se debilitó frente al resto de las monedas, las tasas de interés se desplomaron (la de los bonos alemanes a 10 años marcó un nuevo mínimo histórico de –0,329%), al tiempo que se desató la euforia en las bolsas de valores, con subas de precios generalizadas.
Por su lado, ayer miércoles 19 la Fed mantuvo la tasa de fondos federales en un rango de entre 2,25% a 2,50%, pero dio señales de que está pronta para bajarlas —por primera vez en más de una década— en caso que se materialicen los riesgos que acechan a la economía estadounidense. Así, si bien mantuvo en 2,4% su proyección para la tasa de fondos federales a fines de este año, la redujo a 2,1% para el cierre de 2020 (frente a 2,6% estimado en marzo) y a 2,4% a fines de 2021 (frente al 2,6% previo). La estimación de largo plazo para la “fed funds” se redujo de 2,8% a 2,5%.
Ese sesgo señalado tanto por el BCE como por la Fed es una buena noticia para los mercados emergentes en general, y para la región y para Uruguay en particular. Al menos por el resto de este año y la mayor parte de 2020 cabe esperar tasas bajas en el mundo desarrollado y abundante liquidez, lo que mantendrá condiciones financieras benignas, especialmente para aquellos países que mantengan el orden macroeconómico y realicen las reformas estructurales que permitan un repunte del crecimiento económico. Tanto para Uruguay como para sus vecinos, ese será un desafío clave. Es una nueva ventana de oportunidad que se abre. Pero el contexto económico y político plantea dudas acerca de si sabrán aprovecharlo esta vez; es una interrogante que tienen actores locales y del exterior.
Por ejemplo, la calificadora de riesgo canadiense DBRS, que en enero mantuvo la nota a Uruguay dentro del rango de “investment grade”, lo planteó en un comentario difundido el jueves 13. Advirtió que la economía uruguaya está mostrando “signos de fatiga” y señaló que con las elecciones de octubre por delante, el país se enfrenta a dos “desafíos fundamentales”: el débil crecimiento y el déficit fiscal en aumento. Además de enfrentar con medidas específicas esos problemas, esa agencia entiende que ayudaría introducir reformas que mejoren la competitividad y promuevan la eficiencia de los mercados domésticos. La pregunta que sobrevuela es si, esta vez, el sistema político será capaz de aprovechar esta nueva ventana de oportunidad que se abre con el dinero barato en el mundo. Exige un coraje político que en los últimos años se ha visto poco. Si no, puede ser un viento de cola que pase de largo.