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    Una sequía histórica

    Nº 2210 - 26 de Enero al 1 de Febrero de 2023

    Para que una crisis ocurrida en el campo llegue a la cuidad es usual que pasen semanas y en algunas circunstancias incluso meses. Muchos uruguayos ni se imaginan las penurias que enfrentan sus conciudadanos del interior enfrentados a las vicisitudes del clima. En pleno verano, con las playas a tope y medio Uruguay descansando, hay otros tantos que no la están pasando nada bien.

    Vamos por el tercer año Niña, lo que, en resumen, quiere decir que hay lluvias por debajo de lo normal. Más allá de los pronósticos, nadie sabe a ciencia cierta cuál es el impacto futuro de un evento de este tipo. Empecemos por decir que los suelos del Uruguay no son precisamente los mejores para retener agua y eso nos deja con la necesidad de recargas periódicas en cantidad y frecuencia suficiente para que los cultivos y las pasturas se mantengan. No es necesario que haya un año Niña para que una sequía nos complique la vida, pero cuando está presente los efectos son más agudos. Una cosa es una sequía de un mes y otra muy distinta es una sequía de tres años.

    Supongamos que usted es un productor ganadero, que hizo los deberes y con el fin de aumentar la productividad arriesgó tiempo y dinero en sembrar pasturas para engordar más ganado e incluso hasta hizo algún pozo de agua para tener más reservas. ¿Qué hace cuando por la extensión de la sequía la pastura se le muere y el pozo se seca por mejor hecho que esté? ¿Qué opciones tiene? ¿Y si es agricultor y sembró soja porque el precio era bueno y ese era el mejor negocio posible, pero hoy va al campo y se le van muriendo las plantas a pesar de que sembró la mejor semilla, aplicó los mejores productos y trató de hacer todas las labores en fecha? Se pueden imaginar la frustración y la bronca que tiene esa gente.

    Las lluvias de esta última semana de enero puede ser la diferencia entre la vida o la muerte para muchos, y lamentablemente no llegarán a todos en tiempo y forma. Que habrá pérdidas no hay dudas, el asunto es qué tan serias serán para los diferentes sectores.

    La respuesta del Estado siempre es la misma: posterga vencimientos, da créditos para ración, flexibiliza líneas de crédito. Son buenas medidas, pero la verdad es que no puede hacer mucho más. En los planteos estratégicos de esta administración se impulsó de manera fuerte una línea de trabajo en seguros agropecuarios que ha avanzado en obtener más información y mejorar los seguros, pero poco de eso llega para tapar las pérdidas de este verano cruel.

    Tanto o más preocupante es que el Uruguay como sociedad en la expresión de su clase política no siempre entiende bien la magnitud del problema y persiste en un rosario de críticas sobre el manejo de la crisis. No son momentos de dividir sino de unir para ver si por esas cosas del destino somos capaces, como sociedad, de sobreponernos al corto plazo y mirar más lejos. Los vaivenes del clima y de los precios internacionales nos afectan de forma severa y tenemos que encontrar mejores herramientas para gestionarlos, porque sin producción no hay futuro.

    Vivimos y seguiremos viviendo de la producción del campo. Cuanto antes nos tomemos el trabajo de convocar a todos para mirar estos temas, más pronto seremos capaces de encontrar soluciones. Hay que empezar a pensar afuera de la caja, nuevas ideas y nuevas soluciones. Somos un país chico, donde nos conocemos entre todos.

    Es injusto pensar que en el campo no se invierte en prevenir este tipo de eventos. Se invierte y mucho, pero cuando llegamos a los extremos quedan pocos medios para sobrellevar lo que el clima no da. No llueve pasto, llueve agua que para transformarse en pasto o en cultivos requiere meses. Los impactos por sector son serios y para colmo de males los precios internacionales no nos ayudan (con la excepción de la soja y el maíz), pero para venderlos primero hay que lograrlos, cosa que está en cuestión. Si el clima cambia, tenemos la chance de rendimientos dentro del promedio, pero lamentablemente no todos llegarán con buen resultado. De la crisis deben salir oportunidades y no más discordia.

    (*) El autor es ingeniero agrónomo (Dr.), asesor privado y profesor de Agronegocios en la Universidad ORT.