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La encuesta de Cifra completada a principios de marzo preguntó la intención de voto por partido (sin mencionar los nombres de los partidos ni de los eventuales candidatos) “si las elecciones nacionales fueran el próximo domingo”: si lo que ocurrirá en octubre de 2014 se adelantase para el domingo siguiente a la encuesta. También preguntó la intención de voto por partido “si el próximo domingo hubiera elecciones departamentales, para elegir intendente”; en este caso, si se adelantase lo que ocurrirá en mayo de 2015.
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El Cuadro 1 presenta los resultados de Montevideo. Para las elecciones nacionales el 46% de los montevideanos votaría al Frente Amplio, 22% al Partido Nacional, 15% al Partido Colorado, 2% al Partido Independiente, y el 15% restante no sabe o votaría en blanco. Para las elecciones departamentales, 37% de los montevideanos votaría al Frente Amplio, 18% al Partido Nacional, 7% al Partido Colorado, 1% al Partido Independiente, y el 37% restante no sabe o votaría en blanco.
Las dos intenciones de voto muestran al FA montevideano con una ventaja amplia: en lo nacional, 7 puntos porcentuales más que los otros tres partidos sumados (46 a 39%); en lo departamental, 11 pp más que los otros tres (37 a 26%). Las dos ventajas son relativamente similares. La gran diferencia entre las dos familias de resultados se refiere a los indecisos y votantes en blanco: son el 15% en las elecciones nacionales, pero el 37% en las departamentales, más del doble. ¿Por qué es tan grande esta diferencia? Las “camisetas partidarias” son las mismas. Falta un año y medio para las nacionales, y dos años para las departamentales; sólo seis meses más. Estos factores por sí solos no pueden explicar la gran diferencia observada.
Cuando se comparan las intenciones de voto actuales con las votaciones de octubre de 2009 y mayo de 2010 (Cuadro 2) aparece una segunda diferencia significativa. En el plano nacional la intención de voto al FA en Montevideo está 10 puntos porcentuales por debajo de su votación de octubre de 2009 (46 a 56%), y la de los demás partidos es casi igual a su votación de 2009 (apenas 1 pp por debajo: 39 a 40%). Desde esta perspectiva, en Montevideo en este momento los demás partidos están claramente mejor que el FA en lo nacional. En el plano departamental, en cambio, el FA está 9 pp por debajo de su votación de octubre de 2009 (37 a 46%), pero los otros tres partidos están 13 pp por debajo de su votación de 2010 (26 a 39%). En lo departamental, entonces, es al revés: el FA está algo mejor que los demás partidos. Pero: ¿no se suponía que en lo departamental era el FA el que podía tener un problema en Montevideo? ¿Cómo se podrían explicar estos resultados?
La naturaleza de las diferencias.
Cuando se compara el detalle para Montevideo de los resultados departamentales de 2010 (Cuadro 2) con las intenciones de voto departamentales actuales (Cuadro 1) se observa que los dos partidos cuyas intenciones de voto están hoy muy por debajo de sus votaciones de 2010 son el FA (–9 pp) y los colorados (–11 pp). Las diferencias son similares (aunque en términos relativos a los votos es mucho mayor para los colorados).
En lo que a los colorados se refiere, esta caída no significa que estén perdiendo posiciones en Montevideo. Puesto que su intención de voto nacional ya es igual a su votación de 2009 (15% en ambos casos), en lo nacional los colorados están mejorando su posición montevideana. ¿Por qué, entonces, la intención de voto departamental colorada (7%) es 8 pp más baja que su intención de voto nacional? Parece razonable asumir que buena parte de estos votantes (colorados en lo nacional, pero por ahora no en lo departamental) quieren saber quiénes son los candidatos, todos los candidatos de la oposición; recién entonces decidirán su voto departamental. No buscan solo “un buen candidato”, en términos generales. Buscan algo más, muy específico: ¿cuál de los futuros candidatos tendrá mejores posibilidades de pelearle la Intendencia al FA? Esa sería la virtud decisiva del candidato. Querrían votar a esa figura, más que al partido por el cual será candidato o candidata. En el país esto ya no es una novedad. Esta clase de voto (que la jerga llama “estratégico”) usualmente es minoritario, pero en algunas circunstancias puede adquirir cierto volumen, y puede definir elecciones. Esto es exactamente lo que hicieron muchos votantes salteños en las departamentales de 2010, en ese caso a favor del candidato colorado que finalmente (y para muchos, sorpresivamente) ganó la elección.
En Montevideo la intención de voto departamental frentista (37%) es 9 pp más baja que la nacional por razones en parte similares a lo que ocurre entre los colorados. Muchos de estos votantes frentistas en lo nacional (pero por ahora no en lo departamental) probablemente esperan que se definan la o las candidaturas del FA. El problema no está solamente en la identidad o las virtudes específicas del candidato o candidata, sino también en su legitimidad. ¿Cómo llegó (o llegaron) a la candidatura? Entre blancos y colorados esto último no es problemático, porque las candidaturas surgen muy directamente de la votación popular en las internas, tal como se expresa en la composición de las convenciones departamentales. Pero eso no ocurrió con el FA en 2010, y parece claro que este fue un factor significativo en la pérdida de votos departamentales del FA entre 2005 y 2010, y del excepcional aumento de los votos en blanco y anulados en 2010.
El comportamiento de los montevideanos que hoy votan al FA en lo nacional pero no en lo departamental no necesariamente es “estratégico” en el sentido anterior. Usando una terminología local que se hizo popular en 2010, más bien se trata de un voto “anti-heladera”. La preferencia por el partido no es absoluta; depende también de las candidaturas. Los partidos pueden candidatear una heladera (para la dirigencia partidaria, “nuestra” heladera), pero estos votantes quieren algo más. Quieren un candidato o candidata que sea atractivo para ellos; participar directamente en la selección de los candidatos es una forma de asegurarlo. Esto, sin embargo, no significa que las hipotéticas “heladeras” del futuro estén condenadas al fracaso. Salvo que la oposición construya una coalición con un buen candidato o candidatos a su frente, es muy difícil que el FA pierda una elección departamental montevideana con el sistema electoral actual y con los “pisos” electorales de hoy (que resultan de las identificaciones partidarias en el sentido fuerte del término). Las heladeras, entonces, todavía pueden tener futuro. Pero tal vez no mucho. A esta altura lo que está en cuestión no es alguna victoria electoral adicional, sino el fortalecimiento o debilitamiento de las identidades partidarias.
Las diferencias políticas entre Montevideo y el interior.
La intención de voto departamental del conjunto del interior (los otros 18 departamentos) es una abstracción útil solo para fines analíticos, puesto que no se refiere a lo que podría ocurrir en una elección concreta. Los resultados de esta pregunta en el interior pueden ser vistos como un promedio aproximado de las intenciones de voto departamental en los 18 departamentos del interior. Ratificando las peculiaridades montevideanas, el Cuadro 3 muestra que en el interior los votos indecisos y en blanco en lo departamental (22%) son mucho más bajos que en la capital (37%), y relativamente similares a los observados en la intención de voto nacional en el interior (16%). Esta última cifra, además, es prácticamente igual a su equivalente montevideana (15%).
Finalmente. Si, como ya se observó, las intenciones de voto nacionales de los montevideanos muestran que en este plano “los demás partidos están claramente mejor que el FA”, y si además hoy los resultados para todo el país sugieren una elección incierta en octubre de 2014, no muy diferente a la de 2009, entonces en el interior las cosas deberían estar ocurriendo a la inversa que en Montevideo. En lo nacional, en el resto del país el FA tendría que estar mejor que los demás partidos. Los resultados de la encuesta lo confirman (Cuadro 3). La intención de voto nacional hacia el FA en el interior, 40%, está sólo 2 pp por debajo de su votación real en 2009 (42%); la intención de voto hacia los otros tres partidos con representación parlamentaria (sumada, 44%), está 11 pp por debajo de su votación en 2009 (55%).
En este clima de opinión podría ocurrir que en las próximas elecciones nacionales el FA votara en todo el país “parecido” a 2009, pero un poco menos bien en Montevideo y un poco mejor en el interior. No es descabellado: por un lado, ya en 2004 el FA conquistó una posición electoral muy robusta en Montevideo, difícil de mantener indefinidamente en un sistema competitivo. Por otro lado, parece claro que distintos aspectos de la coyuntura política relativamente reciente no le han sido favorables. Es posible, entonces, que en Montevideo el FA ya haya encontrado alguna clase de techo, al menos a corto plazo.