Aunque el dólar se valorizó en Uruguay, el país volvió a hacerse “caro” en esa moneda durante abril y perdió competitividad comercial. Eso obedeció más que nada al deterioro con Brasil, el principal destino de las exportaciones uruguayas.
Aunque el dólar se valorizó en Uruguay, el país volvió a hacerse “caro” en esa moneda durante abril y perdió competitividad comercial. Eso obedeció más que nada al deterioro con Brasil, el principal destino de las exportaciones uruguayas.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEl Índice de Tipo de Cambio Real (ITCR) disminuyó 1,7% ese mes frente a marzo, calculó Búsqueda. La pérdida de competitividad fue de 3,6% respecto a fin de 2011 y de casi 10% al comparar con un año atrás.
La medición fue hecha con la misma metodología que emplea el Banco Central (BCU), tomando en cuenta la inflación local y el tipo de cambio en nueve de los países con los que Uruguay más comercia.
El ITCR no es lo único que determina la competitividad comercial de la economía y, de hecho, las exportaciones pueden aumentar mientras ese indicador cae (que es lo que ha ocurrido en los años recientes) y a la inversa. Se trata estrictamente de una medición de la evolución de la relación de precios en el corto plazo.
Los socios comerciales con los que Uruguay perdió más capacidad competitiva en abril fueron Brasil —el socio comercial que tiene mayor ponderación o peso en dicho indicador, por su relevancia como comprador y proveedor para el país— con 2,7%, México con 2,8% y China con 1,6%. En relación a Argentina, Estados Unidos, Alemania e Italia el ITCR se mantuvo, y hubo mejoras con España (1%) y Reino Unido (1,8%).
Eso determinó que los precios de Uruguay fueran menos competitivos en promedio con los países vecinos (2,5%) y también con los extrarregionales (0,4%).
El presidente de la Unión de Exportadores, Alejandro Bzurovski, afirmó a Búsqueda que el sector está “más preocupado que antes” porque se agravó la pérdida de competitividad con el principal socio comercial.
“Todo lo que nos dijeron (las autoridades) de que nos atábamos a Brasil no está pasando”, dijo. “Entiendo la complicación de la inflación, pero si seguimos perdiendo competitividad no tenemos a quién exportarle y vamos a tener el otro problema, el del empleo”, alertó Bzurovski.
Señaló que este el año el monto de las exportaciones viene aumentando “un poquito”, pero acotó que “mucho de eso está basado en precios” buenos de algunos rubros, ya que las mismas bajan en volúmenes.
El ex ministro de Economía y ex senador colorado Isaac Alfie afirmó en una columna publicada el lunes 21 en el suplemento “Economía & Mercado” de “El País”, que se asiste a “una situación del tipo real de cambio de las peores de la historia”. En su opinión, esa situación requiere de una “corrección”, ya que el valor del dólar se encuentra un 55% por debajo de su promedio histórico.
Reducir el gasto público es la medida principal que recomienda Alfie.
El gasto, las preferencias de consumo y el dinero que ingresa a la economía son factores que inciden en el tipo de cambio real y la competitividad comercial de la economía más allá de lo que pase con el valor del dólar.
El tipo de cambio real también se mide como la relación entre los precios de los bienes y servicios transables (que se comercian internacionalmente) y los no transables (solo comercializables dentro del país). Cuando estos últimos se encarecen más que los de los primeros, el ITCR cae y entonces la economía pierde competitividad.
Mientras el precio de los bienes y servicios transables se regula en función de los mercados internacionales, el de los no transables solo se ajusta por la oferta y demanda interna.
Por eso, una expansión fuerte de los salarios y el gasto en la economía impulsan a la baja al ITCR, ya que la demanda interna se direcciona hacia ambos tipos de bienes pero la presión es mayor sobre los precios de los no transables, y por ende la competitividad cae.
Con la misma lógica, el dinero que ingresa al país por los elevados precios de exportación, por la inversión extranjera directa (en niveles muy altos) y las demás inversiones y transferencias, también terminan por volver al país “más caro”.
Un elevado gasto público, además de generar inflación, presiona a la baja la competitividad porque suele dirigirse más a bienes no transables (servicios en su mayoría) y sus precios aumentan.