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    Uruguay puede exportar pollos a mercados “exigentes” pero precisa un “cambio radical” en la producción, según consultora contratada por el MGAP

    “Afortunadamente, existe la voluntad de exportar, y más importante aún, con un trabajo conjunto entre la industria y la autoridad sanitaria” los exportadores de pollos podrían vender en “los mercados más exigentes en un plazo de cinco años”, indicó una consultoría privada, a cargo de la firma chilena SEP, que encargó el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) mediante la Dirección de Desarrollo Rural.

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    Advirtió, no obstante, que “si no existe un cambio radical en la forma de producir, en la actualidad el sector avícola está lejos de concretar exportaciones” a mercados como la Unión Europea, Estados Unidos, Japón y otros.

    “Si cada empresa continúa trabajando de manera aislada e independiente de otras empresas y de la autoridad sanitaria”, el escenario “se vislumbra bastante negativo”, enfatizó.

    Esas son algunas de las conclusiones del trabajo titulado “Propuesta técnica de análisis y evaluación de la cadena avícola de producción de carne de Uruguay”, de 2015, que fue elaborado por los médicos veterinarios Lilián Perdomo, Sergio Espinoza y Roberto Becerra.

    “El gobierno debe inyectar recursos económicos y humanos necesarios” para alcanzar la meta de exportar a los destinos mencionados, ya que “es fundamental” la participación pública que representa al país y a la industria ante las misiones internacionales de equivalencia, señaló.

    Consideró que falta planificación y definición de objetivos de corto, mediano y largo plazo.

    La experiencia en el desarrollo de la exportación de carne bovina podría ser “extrapolada al sector avícola”, ya que la Dirección de Servicios Ganaderos cuenta con profesionales de “amplio conocimiento” en esa área, recomendó.

    Los consultores marcaron algunas debilidades, problemas y recomendaciones respecto a los controles sanitarios, específicamente en el programa de control de residuos en el sector avícola y en el control microbiológico en faena, en la vigilancia de enfermedades prevalentes y exóticas de alto impacto económico. Hay un “insuficiente control en el programa de cuarentena para el ingreso de aves”, señaló.

    En cuanto a la responsabilidad del sector público, los consultores plantearon que no existe la figura de médico veterinario acreditado por la Dirección de Servicios Ganaderos, que es la institución encargada de garantizar la aptitud para el consumo humano de los pollos en materia de sanidad, inocuidad, trazabilidad y períodos de resguardo de medicamentos; tampoco hay un programa de control oficial de salmonella en granjas avícolas.

    Recomendaron el diseño de un programa de control de patógenos y vigilancia epidemiológica, el fortalecimiento del programa de cuarentenas, control y vigilancia de enfermedades exóticas y prevalentes. Plantea además acelerar la acreditación de veterinarios privados, dotar de los recursos económicos necesarios que permitan disponer de personal, equipos y capacidad de diagnóstico.

    Algunos problemas detectados en los departamentos de campo son la escasez de personal y la falta de capacitación en sistemas de producción avícola, indicaron.

    En la Dirección de Laboratorios Veterinarios (Dilave) consideró que falta implementar técnicas analíticas de control microbiológico específicas para la matriz de carne de ave, es necesario instalar un sistema de reconocimiento de laboratorios privados que den servicios a la industria, cuyos resultados sean considerados como oficiales.

    El programa de control de residuos para el sector avícola no cumple con los requisitos de mercados altamente exigentes y no existen profesionales especialistas en diagnóstico patológico de enfermedades aviares, cuestionó.

    Falta de competencias

    Para el desarrollo avícola es un “problema” que “el Sistema Nacional de Identificación Ganadera está diseñado para el mundo bovino”, según la consultoría, que planteó que “debería ser adaptado a la realidad de la industria avícola para garantizar la trazabilidad del grupo y no individual”, como en el caso de los vacunos.

    Algunos problemas mencionados por los integrantes de la Cámara Uruguaya de Industrias Procesadoras Avícolas, según la consultora, son la incertidumbre en la capacidad de respuesta oficial ante los requerimientos de los mercados a exportar y que no se observa un compromiso empresarial frente a un escenario de exportación.

    Consideró además que “en un mercado muy poco exigente y de baja competencia, esa situación conlleva a que el sector privado no visualice nuevas formas tecnológicas de desarrollo y de inversión a mediano y largo plazo”.

    Otras situaciones advertidas en el trabajo son la “escasa oferta de productos con valor agregado” en el comercio local, la “poca demanda de consumo de carne de ave” y el “limitado acceso a los mercados de exportación”.

    Para crecer y exportar se precisa mejorar e implementar medidas importantes en las plantas de procesamiento, laboratorios de diagnóstico, toma de muestras y crianza de los parrilleros, con datos transparentes y fidedignos, el uso de vacunas, medicamentos, datos de mortalidad, decomisos y parámetros productivos, entre otros, sugirió.

    Planteó que con agregar valor a la producción y dar impulso al marketing de los productos avícolas, el sector podría conseguir un incremento en el consumo de 1,5 a 2 kilos por año.

    Respecto al eslabón de la producción primaria que está nucleado en la Asociación de Façoneros de Pollos Unidos, los consultores señalaron la “falta de competencias” en aspectos generales, como el aseguramiento de la calidad, la bioseguridad, la sanidad, la nutrición y los manejos productivos.

    “No existe un sistema de calidad, de buenas prácticas, debidamente documentado e implementado que asegure un producto final inocuo”, y “al no contar con ese sistema, tampoco existen registros confiables y prácticos para tomar decisiones relevantes”, analizaron.

    Ante esta situación recomendaron adoptar un sistema de capacitación continua del personal que realiza las labores en las granjas en los diversos aspectos, debido al avance tecnológico en las industrias; otra medida sugerida es la documentación e incorporación de sistemas de calidad y de buenas prácticas.

    “Los sistemas de cuarentena (oficiales) no dan suficientes garantías para el ingreso de enfermedades exóticas, no existen medidas o protocolo sanitario para el control de ingreso de agentes patógenos a las instalaciones donde se alojan las aves y huevos”, señalaron.

    Aconsejaron instalar un sistema de certificación de granjas que brinde garantías a la producción avícola a respaldar.

    En las fábricas de alimentos también notaron la “falta de competencias” de operarios en conocimientos generales de inocuidad, sistemas de aseguramiento de calidad, nutrición, trazabilidad, sanidad y bioseguridad. Y las competencias de esos operarios no se encuentran debidamente respaldadas, enfatizaron.

    En la búsqueda de fortalezas para apoyar el desarrollo de la producción avícola, los consultores comentaron que la elaboración de materias primas utilizadas en la alimentación animal favorece el crecimiento de la industria procesadora de carne, en este caso la aviar, que para alimentar a los pollos demanda granos como maíz y proteínas provistas por la industria aceitera de base sojera.

    Los resultados de la consultoría fueron analizados en días pasados en una reunión en la que participaron los integrantes de la Mesa Avícola, que nuclea a façoneros, industriales y técnicos del MGAP y del Ministerio de Industria.

    Otros problemas y más sugerencias

    En las plantas faenadoras y frigoríficos los consultores detectaron algunos problemas, entre los que mencionaron que los establecimientos “no operan, ni mantienen un estándar lo suficientemente robusto para sostener las condiciones sanitarias adecuadas tendientes a asegurar que el producto final sea completamente inocuo”.

    “Se evidencian problemas en pisos, paredes, techos, iluminación, plomerías, puertas y ventanas”, y “los sectores para la vestimenta de los operarios, los lavamanos, filtros sanitarios y los baños no cumplirían con los requisitos de exportación de los mercados altamente exigentes”, advirtieron.

    Mencionaron además que algunos equipos y utensilios empleados por los operarios “no cumplen con las condiciones mínimas para mantener un producto final seguro”.

    Ante esa situación, los consultores recomendaron que las empresas tengan un “programa de manutención preventiva para todas las estructuras, máquinas y utensilios, asi como un sistema de control de plagas documentado y chequeable de forma periódica, que incluya las plagas propias del lugar” donde están emplazadas esa firmas.

    “Las construcciones de las empresas deben estar recubiertas con material impermeable a la humedad, lavable, sanitizable y que prevenga la entrada de vectores”, puntualizaron.

    Hubo otra advertencia de carácter sanitario formulada por los médicos veterinarios encargados del trabajo respecto a las condiciones de comercialización de los pollos en el mercado local. “Es importante hacer saber a la autoridad sanitaria que algunos supermercados reenvasan pollos trozados, sin anotar la fecha de trozado ni la de expiración, perdiéndose toda la trazabilidad”, indicaron.