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El presidente Tabaré Vázquez, de vaquero y campera, sentado sobre un cartón grueso en las frías gradas de cemento del Parque Olímpico, la cancha con vista al mar del club Rampla Juniors. Vázquez hablando y haciendo chistes con el jefe de la barra brava del club Progreso. Vázquez posando para una foto con un veterano disfrazado de Pedro Picapiedra. Vázquez preguntándoles a unos niños con camisetas del Barcelona si alguno es hincha de los “gauchos” del Pantanoso. Vázquez comiendo tortas fritas. Vázquez dando el puntapié inicial en la inauguración del Campeón del Siglo, el nuevo estadio de Peñarol. Vázquez intentando dominar la pelota en el centro de la cancha. Vázquez saludando uno a uno a jugadores de Nacional, también en el centro de la cancha, en directo por televisión. Vázquez entrando al estadio Centenario para ver a la selección de Uruguay. Vázquez rodeado de micrófonos de periodistas deportivos hablando de táctica y estrategia, de “aguantar la presión”, de tener “mesura”. Vázquez hablando de fútbol. Vázquez planteándole al presidente de la FIFA, Gianni Infantino, la posibilidad de organizar el Mundial de 2030 junto con Argentina. Vázquez en el vestuario del Gran Parque Central, el estadio de Nacional, conversando ante las cámaras con el jugador Álvaro “Chino” Recoba. Vázquez dando otro puntapié inicial, ahora para el show de la despedida del fútbol de ese jugador. Vázquez aplaudiendo un gol de Progreso, el cuadro de sus amores. Todo esto en menos de siete días.
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Fue una semana intensa, mucho más parecida a la de un Vázquez en plena campaña electoral que a la imagen asociada a su rol de presidente, con una exposición habitualmente baja y solemne, saliendo lo justo y necesario en los medios. Algo cambió. Al menos en esas jornadas cargadas de fútbol y pueblo que inició el 28 de marzo en el flamante estadio de Peñarol y concluyó el sábado 2 viendo a su Progreso en la histórica cancha de Rampla.
La idea fue exclusivamente del presidente, dijeron a Búsqueda fuentes del Poder Ejecutivo. Al cierre de la Semana de Turismo les comunicó a sus colaboradores que prepararan la agenda con una consigna clara: “La semana deportiva”. Peñarol, la selección, Nacional y Progreso. Fue visitante en todas las canchas y quedó bien con todos. Cubrió el abanico. Su intención, señalaron los informantes, no se limitó a lo futbolístico. En momentos donde la violencia en los espectáculos deportivos está muy presente, el jefe de Estado encontró la oportunidad para mostrar una señal de tolerancia y lograr acercarse a la gente en un mano a mano constante donde no faltaron las selfies, los reclamos y las charlas con viejos amigos del barrio. Un presidente Vázquez casi como el candidato Vázquez de campaña.
“Acá sos Tabaré y nada más”.
Estaba fea la mañana del sábado 2. La amenaza de una fuerte tormenta se acercaba desde la costa de Montevideo. Vázquez llegó hasta el Parque Olímpico con su hijo Ignacio y sus nietos, también simpatizantes de Progreso, el cuadro del barrio La Teja. Atravesó la hinchada de Rampla y el presidente de esa institución, Juan Castillo, lo recibió entre agradecimientos y bromas. “Aca tenemos mascota real”, le dijo ese dirigente del Partido Comunista y actual director de Trabajo cuando se acercó un calvo veterano vestido como uno de los cavernícolas del clásico dibujo Los Picapiedra. “Presidente, ¿no se va a sacar una foto con el verdadero Pedro Picapiedra?”, le preguntó y ambos posaron para las cámaras. Antes había accedido a varias fotos con niños, guardias de seguridad y hasta con el personal que controla los tiques. Pero fue un niño con la camiseta del goleador Luis Suárez, del Barcelona, que lo detuvo más tiempo. “¿Y vos? Vas a jugar en Barcelona o en Rampla?”, le preguntó Vázquez. El mandatario recibió una plaqueta del cuadro locatario en agradecimiento por su visita y continuó hasta donde estaba la hinchada de su cuadro. “Mirá que acá el presidente soy yo. Acá mando yo. Yo soy el presidente”, le dijo “Raulito”, jefe de la barra brava de Progreso, mientras se acercaba hasta donde estaba Vázquez. El joven de pelo largo enrulado y lentes oscuros siguió bromeando. “Hoy el presidente soy yo. Acá sos Tabaré y nada más”. Vázquez sonreía. “Raulito” es un personaje de La Teja. El presidente lo conoce desde chico, cuando correteaba por el Club Arbolito. “¿O no tenemos aquella foto en el Arbolito? ¿Eh? ¿Te acordás?”, le comentó. “Te voy a pedir algo. Porque ahora vos nos tenés que ayudar. Queremos ambulancias para todas las canchas de fútbol”, reclamó el barrabrava. “Y pelotas. Necesitamos pelotas para todos los niños. Nuevas. Pelotas para todos los pobres. Porque si ellos tienen fútbol no tenés delincuencia, ¿entendés? ¿Me vas a ayudar o que?”.
El presidente se sentó a ver el partido por el campeonato de la divisional de ascenso del fútbol uruguayo. Vio el encuentro en silencio, tranquilo. Apenas aplaudió a los 27 minutos el gol con el que Progreso ganó el partido. Su hijo y nietos fueron un poco más bulliciosos. Se sentaron alejados para evitar los fotógrafos y cámaras. “¿Cuanto falta?”, preguntó Vázquez, algo impaciente, a uno de los directivos de Progreso. “Van 40 minutos. Ya termina”, le respondió. Poco después llegó Castillo para reconocer la derrota y felicitarlo. El presidente abandonó la cancha de Rampla. Terminaba su raid mediático y futbolero.
Corte de cinta.
No fue fácil el acceso al flamante estadio de Peñarol, inaugurado en la noche del 28 de marzo. Largas colas de autos en la ruta 102 y gente en las puertas aguardando entrar a la fiesta. En un momento se cortó el ingreso por una de las entradas hasta que llegara el presidente. Algunos socios y dueños de palcos se molestaron por tener que esperar. Vázquez arribó con algunos de sus nietos hinchas de Peñarol. Uno de los primeros en recibirlo fue el periodista Sergio Gorzy, la señal de televisión VTV transmitía en vivo la ceremonia y se aguardaba con expectativa la palabra del presidente. Vázquez se mostró efusivo. En su primera salida mediática asociada al fútbol quería dejar en claro todo su itinerario de la semana. “Esto es un hito histórico para el país. Es un aporte al rico acervo arquitectónico que tiene el Uruguay, y por tanto todos los uruguayos debemos regocijarnos, felicitar al Club Atlético Peñarol por este logro”, dijo al entrar al Campeón del Siglo. Aclaró que es hincha de Progreso. “Vengo como presidente de la República”, remarcó. Antes de iniciar la ceremonia inaugural fue recibido por el titular de Peñarol, Juan Pedro Damiani y el ex mandatario Julio María Sanguinetti, presidente honorario del club. Descubrió plaquetas, cortó la cinta de inauguración y dio el puntapié inicial.
Tabaré, el comentarista.
Un día después, el martes 29 de marzo, el mandatario prosiguió su agenda deportiva. Fue hasta el Estadio Centenario a ver el partido entre Uruguay y Perú por las eliminatorias mundialistas. Los periodistas lo abordaron a la entrada a los palcos. Vázquez habló largo y tendido: “Hay que tener mesura. Perú va a jugar con el peso de la tabla porque tiene pocos puntos. Pero con menos presión que si jugara como locatario en una situación similar. Uruguay, que es un equipo maduro y firme, tiene la presión de una hinchada que lo va a respaldar y le va a pedir que Uruguay gane”. Uno de los periodistas lo interrumpió. “Está para comentarista, presidente”, le dijo. “Nooo, simplemente son años de fútbol, muchos años”, respondió. Antes había hablado sobre sus sensaciones durante el partido de Uruguay contra Brasil, en la fecha anterior. “Casi muero del corazón”.
Gol al futuro.
El 31 de marzo Vázquez cumplió su penúltimo y autoimpuesto compromiso con los espectáculos deportivos. Invitado por Raúl Recoba, padre del “Chino”, el presidente llegó hasta el Gran Parque Central para asistir a la despedida del jugador. Por tecera vez en la semana se enfrentó en prime time a los micrófonos para hablar de fútbol. “Vengo a presentar mis felicitaciones, mi agradecimiento a un grande del fútbol uruguayo”, dijo. Esta vez habló sobre la relación entre el fútbol y el estudio. Mencionó el programa “Gol al futuro”. “La deserción de los estudiantes que están en ese programa es inferior al 15%. En el resto de la población es casi del 50%”, señaló, y destacó al deporte como “herramienta de cultura y de educación para sacar a los chiquilines de la calle, del vicio”. Mientras hablaba dos señoras intentaban, sin mucho éxito, sacarle una foto con su celular. Tras las declaraciones, saludó al presidente de Nacional, José Luis Rodríguez, y juntos fueron hasta el vestuario donde Recoba ya estaba solo y a punto de salir. “Tu padre está muy orgulloso de vos”, le dijo. Intercambiaron algunas palabras; el diálogo no se alejó de lo formal y por momentos pareció forzado. Hubo algún silencio incómodo mientras Recoba miraba de reojo el monitor. Lo estaban esperando para el show final. Alguien de producción avisó que estaban apurados. “Permiso, señor presidente”, lo despidió Recoba. Y minutos después los dos recorrieron el túnel rumbo a la cancha.