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Otra embestida baguala está en marcha. Al omnipresente comisario de los últimos 40 años y sus amanuenses, ahora se suma un oscuro sujeto escondido también 40 años, temiendo sicarios justicieros. Y la misión de todos ellos es tratar de desprestigiar al último gran estadista de este país, Wilson Ferreira Aldunate.
Hay mucha gente tratando de limpiarse la cola desde los años sesenta. La obsesión de hegemonizar el poder durante 180 años ha hecho de la democracia criolla una farsa creadora de la nefasta viveza criolla. Y en la modernidad arranca con el fraude del ‘71, que no es sólo un lote de urnas tiradas sino que parte de la amenaza de la Gallup anunciando un triunfo del ruido frentista y la ilegal candidatura de Pacheco confundiendo a sus seguidores. Y así resulta electo un candidato sin respaldo popular, expuesto a las presiones golpistas.
Con una guerrilla ya derrotada, con los votos de Wilson, se buscó el rumor maledicente para justificar el golpe cívico-militar. La gran voz que se alzó en el mundo para enfrentar la dictadura fue la del caudillo blanco. Y esa jerarquía moral ganada con sacrificio, riesgo personal y honestidad intelectual, es la que ahora quieren destruir, pues es el único salvavidas que le queda a la población para no ahogarse en la demagogia.
Y como bien lo saben los obsesos del poder, la tarea fue trampear toda salida democrática, desde el “Sí” del ‘80 al proceso que culminó en el Club Naval. Allí se oficializó la candidatura del comisario que garantizara la paz de los sepulcros. Comisario que en Santa Cruz (agosto/83) ya sabía y avisaba de cómo serían las cosas. Pero se da vuelta en el Obelisco (noviembre/83) fingiendo adhesión a las consignas democráticas. Y se vuelve a dar vuelta en el Club Naval (agosto/84) culminando con la proscripción de sus adversarios y campo libre a la propia candidatura, cuando la mínima ética indicaba una de consenso. Y usa a un “general del pueblo” mansito, dejado en libertad para respaldar el pacto, olvidando incluso a sus presos. Y también usa a un respetable señor que padecía desconocimiento. Y también a los propios militares, asegurando una impunidad que hasta ahora los sigue llevando sin paz a los sepulcros. Y como broche, el líder frentista anuncia la bipolaridad electoral presagiando la desaparición del Partido Nacional.
La enorme jerarquía moral y política legada por Wilson en su ola de esperanza compartida lleva al Dr. Lacalle a la Presidencia, quien hace un gran gobierno pese a la defección del comisario, en medio del río. Y se produce la gran embestida baguala para tratar de desprestigiar lo que la gente entendió, y todavía recuerda, que con los blancos se vive mejor. El Frente Amplio y revista “Tres” del brazo en la tarea. Y se llega a las siete plagas que soportó el Dr. Batlle abriendo camino a la promesa populista ya fracasada en todos lados. 50 años perdidos discutiendo comunismos y fidelismos. Pero como los extremos se juntan, la clientela de cargos y negocios se fue tras el calor del nuevo sol y los principistas sinceros se cansaron de tanto teje y maneje. Y ahora ante el notorio fracaso del populismo lanzan otra embestida baguala partiendo de la eterna culpa española, libros y libros de florida verba y muchos amanuenses que juegan cartas contra el pecho o pactos encubiertos. La gran verdad es que Wilson exigía elecciones limpias y el pueblo quería que las ganara. La miopía de escamotearle el poder llevó a estos lodos. Y esos muchos que, entre volteretas y hampones, buscan limpiar sus diabólicas colas, no quieren el triunfo de un proyecto de país que se encamine al primer mundo con el sudor de la frente, para seguir medrando de la pobreza y de la ignorancia.
