El incalificable señor presidente de los Estados Unidos de América se ha convertido en uno de los grandes animadores del circo planetario.
El incalificable señor presidente de los Estados Unidos de América se ha convertido en uno de los grandes animadores del circo planetario.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáDesaparecidos Gaby, Fofó y Miliki, y jubilado el Payaso Pelusita de Cacho Bochinche, durante mucho tiempo el papel de Gran Clown del disparate surrealista estuvo vacante en el mundo.
El Destino, ese otro personaje que con frecuencia nos desconcierta con sus dictámenes, nos trajo un día al escenario a este gordinflón de peluquín zanahoria, grosero, maleducado, soberbio, insolente y cabezadura, y nada menos que como presidente de un gran país. Don Destino podría haberle dado otro puestito, qué sé yo, como animador de un prostíbulo con show en vivo en Las Vegas, o cazador de leones en Namibia.
Pero no.
Le hizo ganar las elecciones, “with a little help” de los hackers rusos de Vladimir Putin, un maquiavélico personaje que no podría haber elegido mejor al monigote que podría manejar a su gusto desde el Kremlin, sembrándole cáscaras de banana para desprestigiar a la Casa Blanca.
Como no cree ni en su propia sombra, y buenas razones tiene, el elefante Trumpita ha decidido gobernar a través de la red social Twitter, la cual incluso ha tenido que censurarle algunos tuits que violan las normas de uso, ya que este paquidermo es capaz de violar hasta a la Estatua de la Libertad.
Ha metido la pata hasta el cansancio, tanto en las relaciones internacionales como en las internas, ofendiendo con desplantes, insultos y desprecios a países amigos y no tanto, a gobernantes y gobernados, a organismos internacionales y a colaboradores de su propio gobierno, ensalzándolos y denigrándolos con espacio de pocos días. Uno ya no sabe cuál va a ser su próxima “originalidad”.
Al Rafael Radi norteamericano, que se llama Anthony Fauci, cuando lo puso de asesor directo de la Casa Blanca para el tema de la pandemia, le tuiteó algo así como: “Dr. Fauci, usted es el ángel guardián de la salud de los Estados Unidos, gracias por iluminar a nuestra patria con su genio y sabiduría, God bless you”. Pero el Dr. Fauci vio que la pandemia venía brava y se permitió alertar al país con sus conclusiones, cosa que no coincide con las conclusiones de Trumpita, que cree que “tout va très bien” y que las cifras de contagios y muertes en los EE.UU. son obra de los hackers chinos, que procuran confundir a los norteamericanos con sus infundios. Entonces, un par de semanas después de sus agradecimientos y elogios al sabio, le tuiteó al médico (y al mundo) algo así como: “Dr. Fauci, usted es una vergüenza para la medicina, maldito sea, queda usted destituido, y si se muere de tristeza, no lloraré por usted, go to Hell”.
Y otro más para la colección, como el tuit a su jefe de gabinete recién nombrado: “Eres un honor para nuestro país, tu grandeza y habilidad contribuyen al prestigio de los Estados Unidos”, y a los 10 días, tras unas declaraciones del jerarca que no le cayeron en gracia, lo despide con otro tuit que decía, más o menos: “Maldito desgraciado, traidor e ignorante, quedas despedido por imbécil, que tu carrera quede oculta en la ignominia y el pantano en el que te revuelcas”. Un primor.
La vocera de la presidencia se ligó varios tuits condenatorios porque le había dado información oficial a la prensa, y la masacró con uno que decía, palabras más o menos: “Estúpida traidora, vendida a los medios podridos que desinforman a la opinión pública, no muerdas tu lengua porque morirás envenenada, serpiente maldita, enróscate en el árbol de tu propia desgracia”. La mujer creyó oportuno renunciar tras estos “elogios”, y se supo que intentó suicidarse dos veces.
Ni que hablar de sus contactos con los medios de comunicación. En una conferencia de prensa le negó una pregunta a un corresponsal de la CNN, diciéndole: “No te doy la palabra porque usarás tu pregunta para distorsionar a la opinión pública, mintiendo como de costumbre para que la gente no sepa lo que está pasando realmente, criticando a tu gobierno cuando no merecerías estar en este país, sino sirviendo a los malditos chinos que nos trajeron su virus para destruir nuestra democracia”. Y después lo hizo echar de la sala.
Ahora está empeñado en prohibir la red Tik Tok, un pasatiempo de adolescentes que arman a través de ella divertidos videos de dos minutos con bailes, cantos y chistes inofensivos. Este chiflado sostiene que los chinos (que inventaron esa red social) lo están vigilando a través de esos videos inocentes, instalando sofisticados sistemas de espionaje que debilitarán las raíces de la democracia norteamericana para luego invadir el país con su tecnología maldita y disolvente.
Su loca obsesión y su delirio persecutorio no descansan, y se estima que tiene en mente otras medidas de control de la opinión pública, de las que se conocen apenas algunas pistas.
Una de ellas, muy firme, indica que el elefante Trumpita estaría por estatizar la CNN, cadena enemiga si las hay, poniendo al frente de ella, como interventor, al Dr. Nicolás Cendoya, quien parece que va a quedar desempleado si no lo confirman como director de Antel por la oposición.
En un tuit que circula en medios gubernamentales de los Estados Unidos, Trumpita ha dicho que el “Dr. Nicholas Cendoya es la persona indicada para controlar al nuevo medio estatal que crearemos cuando nacionalicemos esa cadena fantasma y destructiva que desinforma. Le hemos mandado una invitación, él la ha leído y luego la ha destruido en una picadora de papel, para que no queden rastros. Ese es el tipo de hombres que queremos”.
Capaz que se le da.
Y como el versito del elefante Trumpita dice “portate bien Trumpita, si te portás mal te voy a hacer chas chas en la colita”, el elefantito considera que no hay nada mejor que llevárselo a don Nicolás para allá.
De nuestra parte, muchas gracias.