París se desborda de fotografía, arte pictórico, diseño, literatura y revistas de arte. Cada año, los museos, desde los más pequeños hasta los más grandes y reconocidos, se preparan para abrir sus puertas a nuevas exposiciones que dejarán boquiabiertos a muchos, turistas y locales. Si bien la mayoría de los museos mantienen exposiciones permanentes, como sucede con la gran obra de Claude Monet Los Nenúfares, en el Museo de l’Orangerie, o la exhibición que recorre la historia de la moda desde el siglo XVIII hasta la actualidad en el Palais Galliera, cada temporada se inauguran nuevas muestras temporales que, en general, se pueden visitar por varios meses. Este año, las protagonistas de estas exhibiciones son las décadas del 30 y 80, emblemáticas para la creación artística de distintos artistas, también el año 1997, histórico para la moda, y la fotografía contemporánea.
En aquel año hubo creaciones que hoy son referencia, como la cartera baguette de Fendi. Llamada así por su forma, compacta y angosta, y su manera de llevarla debajo del brazo, como quien lleva una baguette, la cartera se convirtió en un ícono al ser usada por Carrie Bradshaw en Sex and the City, y sigue siendo tendencia hoy en día.
La G-string, una tanga diminuta para hombres y mujeres, es otro ejemplo. Diseñada por Tom Ford pocos años después de asumir la dirección creativa de Gucci, generó tal ruido que hoy es un símbolo de la desinhibición y el hedonismo en el diseño de indumentaria. Tal es así que es ella, posando sobre un maniquí, la que recibe a los visitantes de la exposición. Frente a ella hay una pantalla gigante que reproduce el desfile de Gucci —de 1997, en París— en el que la casa presentó este diseño emblemático. Un desfile como los de antes, en los que todavía no existían los celulares y los periodistas tomaban nota en sus libretas.
Big Bang es el nombre que Vogue París le puso al año 1997 —a principios de este— por su explosión de eventos, nombres y diseños extraordinarios. La exposición invita a descubrir, o revivir, un año con grandes repercusiones en la industria de la moda hasta el día de hoy.
Hasta el 16 de julio. Entradas a partir de 13 euros en billetterie-parismusees.paris.fr
Explosión artística
Como si se hubiera puesto de acuerdo con Palais Galliera, el Museo de Artes Decorativas (MAD) inauguró la exposición Años 80: moda y diseño en Francia. Esta exhibición no se limita a presentar la moda francesa de aquellos años, sino también abarca el diseño gráfico y el mobiliario nacional. Tres salas del MAD están cubiertas de 700 obras, desde objetos, muebles, vestidos, carteles, fotografías y videos, hasta portadas de discos y revistas.
Tres salas del MAD están cubiertas de 700 obras, desde muebles y vestidos hasta portadas de discos y revistas.
La década de los 80 fue ecléctica, frenética e impulsó la libertad de expresión. Con pisos y paredes de colores brillantes y música sonando fuerte, el museo celebra esta década que resuena en Francia como un punto de inflexión político y artístico. El recorrido comienza por la evolución del diseño gráfico, haciendo especial foco en la publicidad política. Lo primero que uno ve es un cartel de casi dos metros de largo, con la cara de François Mitterrand, presidente de izquierda de Francia entre 1981 y 1995. Este póster marca, según explica el texto a su costado, el comienzo del marketing político en Francia. Para crearlo, se contrató a una agencia de comunicación y se hicieron encuestas para entender qué necesitaba escuchar la gente en ese momento, y así decidir cómo iba a ser la propaganda.
La década de los 80 fue ecléctica, frenética e impulsó la libertad de expresión.
Le siguen incontables afiches políticos, publicidades de distintos productos y tapas del diario Libération, que representan el comienzo de la era de la comunicación visual. En 1981 se abolió el monopolio que tenía el Estado sobre los medios, dando lugar a la proliferación de nuevos canales de televisión, revistas, diarios y estaciones de radio. Así, la industria publicitaria comenzó a transitar un boom.
La sala más grande está dedicada al diseño francés efervescente y desafiante de los 80. Bancos y sillas con formas extrañas, mesas de vidrios coloridos y floreros que parecen una cartera, acompañan atuendos excéntricos. Como los de Jean Paul Gaultier, ubicados en medio de la sala, sobre un pedestal circular. Su corset puntiagudo y pollera, que se asemeja a una mesa, roban todas las miradas.
La exhibición abarca la moda, el diseño gráfico y el mobiliario francés de los años 80.
El crecimiento de la comunicación visual propició un contexto de culto a la imagen, en el que la moda tomó aún más importancia como herramienta de expresión. En esta década comenzó el auge de la moda ready to wear y los diseñadores pasaron a ser considerados artistas. La última sala de la exhibición es pura indumentaria. Se ven desde los atuendos audaces de Thierry Mugler, hasta remeras de niño de pequeñas marcas ready to wear.
Hasta el 16 de abril. Entradas a 14 euros en madparis.fr
Fotografías que hablan
Los autorretratos de la fotógrafa y activista sudafricana Zanele Muholi son más que poderosos. Con fondo negro, una mirada que traspasa a cualquiera que se detenga a mirar y objetos de la vida cotidiana sobre su cabeza, la fotógrafa busca, con mucho éxito, reflejar la opresión que siente como mujer negra queer. Con cables, bancos de madera, cepillos de pelo y hasta caños de plástico sobre la cabeza y rodeando su cuello, las fotografías en blanco y negro empapelan el segundo piso de la Maison Europeanne de la Photographie (MEP).
Esta exhibición retrospectiva es la primera de Muholi en Francia y celebra su carrera hasta la fecha. Reúne más de 200 fotografías y videos creados desde principios de la década de 2000, así como numerosos materiales de archivo. La muestra rinde homenaje a una de las artistas más aclamadas en la actualidad, cuyo trabajo documenta y celebra la comunidad negra LGBTQIA+.
Muholi está profundamente involucrada en esta comunidad. Sus fotografías cuentan historias individuales y colectivas, buscando darles visibilidad a estas personas y desafiar los estereotipos. Sus autorretratos son acompañados por fotografías de personas queer, que se despliegan en otra sala.
Más de 40 personas se enfrentaron a la cámara de Muholi y sus miradas trascienden el papel. Colgadas en conjunto y cubriendo toda una pared de color negro, cada una intenta sacar a la luz la singularidad y diversidad de las personas, enfatizando el coraje y la dignidad frente a la intolerancia y la discriminación.
En Sudáfrica se estableció la democracia durante 1994, con la eliminación del apartheid. A eso le siguió una nueva Constitución en 1996, que fue la primera en el mundo en prohibir la discriminación basada en la orientación sexual. A pesar de este progreso, tal como se lee en el texto curatorial del proyecto, la comunidad negra LGBTQIA+ sigue siendo objeto de violencia y prejuicios hasta el día de hoy.
El primer piso, una sección que la MEP reserva para artistas emergentes y jóvenes, está dedicado al trabajo de la fotógrafa francesa-caribeña Cédrine Scheidig. Con 29 años, la artista retrata la diáspora afrocaribeña tanto en los suburbios parisinos como en la isla de Martinica. Dibuja conexiones entre ambos lugares, explora la juventud y abre áreas de reflexión sobre temas políticos, como el pasado colonial, la hibridez cultural, las masculinidades modernas y la migración.
Hasta el 21 de mayo. Entradas desde 8 euros en mep-fr.org
Un clásico francés
Cuatro mujeres están reunidas en lo que parece ser una tarde de verano. Una canta, mientras dos escuchan y la otra se recuesta sobre su propio brazo con los ojos cerrados. Su delicadeza y expresión de comodidad dan envidia, dan ganas de ser ella, de estar dentro de la obra de Matisse. O de ser alguna de las otras, que tienen vestidos largos y también disfrutan de la voz de su amiga. Esta pintura, titulada Le Chant (El canto, 1938) es la más grande de la muestra. De casi dos metros de largo y uno de ancho, recibe a los visitantes en una de las salas del Museo l’Orangerie, de los más populares de París.
Matisse. Cahiers d’art, el cambio de los años 30 es la nueva exposición de este museo que también alberga una de las obras más impresionantes de Claude Monet, Los Nenúfares, en su exposición permanente. En esta ocasión, la nueva exhibición reúne las obras que el pintor fauvista francés produjo durante la década de 1930.
Bodegón con durmiente, Matisse. Bailarina descansando, Matisse.
En ese año Matisse emprendió su viaje a Oceanía, para luego visitar Estados Unidos, Haití, Martinica y Guadalupe. El viaje dejó grandes huellas en el artista, logrando generar un punto de inflexión en su carrera. Ese cambio, los efectos sobre su trabajo y las inquietudes del artista en ese momento es lo que intenta presentar la exposición. Esta se sirve de la información publicada en varios números de Cahiers d’art, revista de vanguardia creada por Christian Zervos en 1926, para presentar esta década decisiva en el trabajo de Matisse. La revista era el gran portavoz del modernismo internacional, de las tendencias estéticas de la época e informaba sobre la producción tanto de Matisse como de Miró, Kandinsky, Mondrian, Le Corbusier y Duchamp, entre otros, a lo largo del período de entreguerras.
El vestido a rayas, Matisse. Portada dela revista de vanguardia Cahiers d’art, creada por Christian Zervos en 1926.
En conjunto con el Museo de Arte de Filadelfia y el Museo Matisse de Niza, la exhibición reúne obras que rara vez se expusieron en Francia, incluido el Grand nu couché (Gran desnudo reclinado, 1935), la serie Blouses Roumaines (Blusas rumanas, 1938) y Le Chant, conservadas en varios museos estadounidenses. Todas hipnotizan por sus colores fuertes, sus trazos gruesos y las formas de los cuerpos desnudos.
La alegría de los rojos, amarillos, naranjas, azules y verdes, los detalles en vestidos y blusas abrazan a los visitantes. Las pinturas de ventanas que miran hacia el paisaje isleño de Martinica, escenas coloridas de mujeres desnudas en sillones o sentadas en mesas, rodeadas de plantas, resaltan por su fuerza visual dentro de las salas blancas y oscuras del museo. Varias de estas pinturas hacen que algunos se sienten en los pequeños bancos desperdigados por las salas, a contemplarlas fijamente. Las obras pictóricas son acompañadas de esculturas, dibujos, grabados, fotografías, extractos de películas y portadas de Cahiers d’art.
Hasta el 29 de mayo. Entradas a partir de 10 euros en billetterie.musee-orangerie.fr. Se recomienda adquirir las entradas con anticipación y evitar las visitas durante los fines de semana en todos los museos.