Hay dos cosas que favorecen que esto pase, apunta a Galería el politólogo Daniel Chasquetti. Una de ellas es la enorme cantidad de gente que hace falta para conformar una lista: “En una elección parlamentaria participa un total de entre 10.000 y 13.000 candidatos; en las últimas internas, casi 150.000”, apunta.
“A los artistas nos va muy mal cuando hablamos de política”, dijo en una entrevista radial de julio de 2023 la cantante argentina Patricia Sosa
Lo otro es una tendencia mundial que hace que la cultura históricamente tenga una mayor preponderancia en la izquierda, agrega. Desde sus inicios, al Frente Amplio se plegaron nombres como Alfredo Zitarrosa, Daniel Viglietti y Osiris Rodríguez Castillo. Es muy recordado el jingle “Que no se detenga”, de las elecciones de 2014, en las que participó una verdadera constelación de cantantes: Carlos Barceló, Mauricio Ubal, Samanta Navarro, Numa Moraes, Leonard Mattioli, Emiliano Muñoz, Jorge Nasser, Jorge Trasante, Eduardo Larbanois y Mario Carrero, Pepe Guerra y Braulio López, Martín Ibarburu, Yamandú Cardozo, Pitufo Lombardo, Gerardo Nieto, Gustavo Montemurro, Washington Carrasco y Cristina Fernández, Alfredo Chole Gianotti, Fede Graña, Bocha Pintos, Christian Cary, Mónica Navarro, Pinocho Routin, Alejandro Balbis, Ana Prada, Pata Kramer, Zurdo Besio y Tabaré Rivero, entre otros. Este año, la lista 906, la de Gustavo Pato Celeste Torena, incluye a los cantantes tropicales Yesty Prieto, Martín Quiroga y Rolando Paz.
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“La izquierda no solo es política, es también social. Los artistas suelen estar organizados, como en el teatro independiente o en otras entidades donde se nuclean. Y la izquierda siempre estuvo vinculada a ellos. Por otro lado, en la derecha se llega a cuestionar si una intendencia debe tener una filarmónica o la publicidad al Carnaval de Montevideo; a veces lo cultural es visto más como un gasto que una inversión”, dice Chasquetti. Esto ocurre en todos lados. El poeta chileno Pablo Neruda había militado en el Partido Comunista, así como el pintor español Pablo Picasso. En Estados Unidos, mucho antes de que Taylor Swift (y Ariana Grande, y John Legend) se habían pronunciado Bruce Springsteen o Stevie Wonder por los demócratas (algo así como los progresistas de la potencia).
Por más notorios que sean no significa que todos hagan lo mismo. “La impresión que yo tengo es que la mayoría no se pronuncia. Vos conocerás 15 o 20, a lo sumo, y artistas en este país —no solo cantantes— hay a carradas”, dice a Galería Andrés Sanabria, productor, quien fue director de Bizarro Récords durante más de 20 años, e inmerso como periodista en el mundo musical hace más de 30. Y por las dudas, subraya que en todos los años que estuvo en cargos de gestión, “jamás” se le ocurrió sugerirle a alguno de los que trabajaba con él sobre la conveniencia o no de salir del closet político.
Costos y beneficios entre artistas y políticos
Pronunciarse por un lado u otro, más en año electoral, es la forma más fácil de ganarse un aluvión de aplausos y de insultos, de forma directamente proporcional a lo polarizada que esté una sociedad. Las redes, nuevamente, son el mejor campo empírico. En Argentina, en 2023, Lali Espósito había publicado en X: “Qué peligroso, qué triste”, luego del triunfo de Javier Milei en las elecciones primarias. Eso fue seguido por una andanada de ataques por parte de seguidores (y trolls) libertarios, a la cual se sumó el propio presidente siendo ya presidente: “Si querés agredir, tenés que estar limpio. Si sos un parásito que vivió chupando de la teta del Estado, estás en problemas y, si encima tus opiniones están en línea a un espacio político que te pagó las presentaciones, sos un mecanismo de propaganda, no sos una artista”, dijo en una entrevista en febrero en referencia a quien rebautizó como “Lali Depósito”.
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AFP
En la suave y ondulada penillanura uruguaya, se sabe, el costo es menor, aunque no inexistente. “No hay nada estudiado, pero algún público pueden perder. Se podría hacer un paralelismo con los jugadores de fútbol de la selección: cuando Diego Forlán vino a Peñarol o Luis Suárez volvió a Nacional, bajaron un peldaño que habían subido a nivel popular. Cuando gente conocida que está afuera de la política se partidiza, una parte del público lo empieza a ver de forma distinta”, dice Chasquetti. El perjuicio no pasaría de ese punto. “¿Si hay beneficios? Si el partido en el que estás, gobierna, seguramente te contratarán más para actividades oficiales”, agrega.
"Cuando gente conocida que está afuera de la política se partidiza, una parte del público lo empieza a ver de forma distinta”, dice Daniel Chasquetti. El perjuicio no pasaría de ese punto. “¿Si hay beneficios? Si el partido en el que estás gobierna, seguramente te contratarán más para actividades oficiales”, agrega
A Daniel Andino, productor musical y responsable de difusión de distintos artistas, no le consta, empero, que ninguno en el ambiente que haya emitido una opinión política pública haya sido perjudicado. “Si hubo, son contados con los dedos de una mano. La mayoría que se pone la camiseta recibe un retorno económico porque podrán hacer presentaciones en vivo”, ya sea en actos o en salas gestionadas por el gobierno nacional o los departamentales, sostiene a Galería.
Pero hay historias e historias. El cantante Gerardo Nieto, de Karibe con K, reconocido militante del Movimiento de Participación Popular (MPP), en el FA, dijo el martes 24 al programa Algo contigo de Canal 4 que por su actuación política lo habían bajado de diversas presentaciones. “Me he enterado de toques que tenía estables y de golpe: ‘Ah, no’, ¿qué?”, expresó. En el otro extremo, que el exintegrante de Doberman Nacho Obes haya cantado el himno del hoy presidente Luis Lacalle Pou durante la campaña de 2019 hizo que se volviera blanco de críticas incluso de colegas: Pablo Berocay lo trató en Twitter de “rockero de derecha”, según consignó El País el 26 de mayo de 2020. “Me están etiquetando y todavía me dicen: ‘Si sos de derecha decilo, ¿por qué tenés miedo?’. Yo no me considero una persona de derecha ni de izquierda. Soy una persona que cree en las libertades políticas, económicas y personales. No podés etiquetarme sin conocerme”, dijo el implicado dos días después a ese mismo diario.
Apoyos que influyen, o no
Hay muchos artistas que han sentido una suerte de fascinación por el poder. Otros han dependido directamente de él (traducido en contratos o en mecenazgo), lo que muchas veces se les ha vuelto en contra. Sin embargo, la influencia que puedan tener en quienes los admiran no suele traducirse en mover la aguja en tiempos electorales. Zitarrosa ya era una figura totémica mucho antes de su fallecimiento, en enero de 1989. Pero en vida, el Frente Amplio (FA), al que siempre apoyó, nunca fue una opción real de gobierno. Si el FA gana este año, no será por el apoyo de Ruben Rada.
“En Uruguay, la transferencia de prestigio de un ámbito a otro difícilmente se dé. Históricamente la cultura ha sido de izquierda, incluso los artistas integraban las listas y no ganaban. Su crecimiento electoral tuvo otras explicaciones”, afirma Caetano. En Estados Unidos, admite, el escenario es otro. Alguien como Taylor Swift, inmensamente más popular que Kamala Harris, podría llegar a mover la aguja. Claro que el contexto actual de la sociedad norteamericana, sumada a la fuertísima cultura del espectáculo, juegan en ese sentido.
En Uruguay —mucho más chico, mucho más centralista y con partidos políticos fuertes que funcionan como plataformas de ideas— no cuaja el concepto de que el pronunciamiento de un artista, por más popular que sea, logre consolidar o revertir una tendencia, agrega el historiador.
“En Uruguay, la transferencia de prestigio de un ámbito a otro difícilmente se dé. Históricamente la cultura ha sido de izquierda, incluso los artistas integraban las listas y no ganaban. Su crecimiento electoral tuvo otras explicaciones”, afirma Gerardo Caetano. En Estados Unidos, admite, el escenario es otro. Alguien como Taylor Swift, inmensamente más popular que Kamala Harris, podría llegar a mover la aguja
En ese mismo sentido, Sanabria afirma que la adhesión de un cantante o músico a una lista “tiene como máximo efecto una mayor circulación en los medios de prensa”. Andino, por su parte, opina que el máximo apoyo que uno de estos artistas puede dar a una campaña es “dar un recital y atraer gente a un acto”.
Ya hay voces en Estados Unidos que aseguran que no tiene por qué esperarse una horda de votos de swifties a Kamala. La experiencia suele ganarle a la expectativa: el apoyo de la presentadora Oprah Winfrey pudo haber sido decisivo para que Barack Obama le ganara la interna demócrata a Hillary Clinton en 2008, pero ni las palabras ni los shows de Lady Gaga o Jon Bon Jovi se tradujeron en un aluvión en las urnas para la propia Clinton en 2016. Le ganó un tal Donald Trump.