¡Hola !

En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
$ Al año*
En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

¡Hola !

En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
$ por 3 meses*
En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
* A partir del cuarto mes por al mes. Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
stopper description + stopper description

Tu aporte contribuye a la Búsqueda de la verdad

Suscribite ahora y obtené acceso ilimitado a los contenidos de Búsqueda y Galería.

Suscribite a Búsqueda
DESDE

UYU

299

/mes*

* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

¡Hola !

El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá

El apoyo de Taylor Swift a Kamala Harris: ¿pueden las estrellas influir en resultados políticos?

El vínculo entre los artistas y la política es casi tan viejo como el mundo, aunque en año electoral hay quienes —como Jaime Roos— prefieren estar al margen

Taylor Swift, la Mujer de la Década (2010-2019) según Billboard, la Artista de la Década según los American Music Awards, la de la gira más rentable de todos los tiempos (The Eras Tour), la protagonista de un fenómeno que ha sido comparado con la Beatlemanía, anunció que respaldará a Kamala Harris y al Partido Demócrata en su carrera hacia la Casa Blanca. Lo hizo el 11 de setiembre en su cuenta de Instagram, donde tiene más de 284 millones de seguidores. El impacto fue inmediato: según publicó The New York Times, en las 24 horas que la story de Swift incluyó el enlace al portal Vote.org, en solo un día, se redirigieron más de 400.000 personas para registrarse como electores, cuando la media diaria es 30.000. En Estados Unidos, conviene aclarar, el voto no es obligatorio y hay que inscribirse previamente. Qué tanto puede influir esto en el resultado de las elecciones del 5 de noviembre es algo que no genera consenso entre los analistas: hoy Estados Unidos es un país muy polarizado, donde a Kamala se la ama o se la odia, tanto como al postulante republicano Donald Trump y a la propia Taylor (que se odian entre sí). El mundo no consta solo de swifties.

En otro hemisferio, otra postura: Jaime Roos, el cantautor uruguayo más relevante de los últimos 50 años, dijo a Búsqueda, en una entrevista concedida a principios de este mes, que no habla de política en un año de campaña. Que después lo haría con mucho gusto, agregó. Esto ha sido coherente con toda la trayectoria artística de Roos, que solo tuvo una excepción en las elecciones de 1989, cuando aportó el jingle y tocó en actos del naciente Nuevo Espacio, cuando este postulaba a Hugo Batalla. También Swift ha sido coherente desde que se pronunció pública y políticamente por primera vez, en 2018: siempre con los demócratas y con sensibilidades consideradas progresistas (leyes a favor de colectivo LGBT+ o de acciones afirmativas), así como las primeras críticas al entonces presidente Trump, al que no dudó en calificar de “autócrata”.

El pronunciamiento de los artistas en la política dista mucho de ser nuevo. De hecho, tampoco nació con la democracia. Ludwig van Beethoven le iba a dedicar su tercera sinfonía, La heroica, a Napoleón Bonaparte; claro que cuando esta fue estrenada, en 1805, el Gran Corso se había nombrado emperador y la dedicatoria fue redirigida hacia uno de los mecenas del compositor, Joseph Franz von Lobkowitz. Tampoco es una constante, pues muchos de ellos prefieren dejar esa parte en privado. “A los artistas nos va muy mal cuando hablamos de política”, dijo en una entrevista radial de julio de 2023 la cantante argentina Patricia Sosa, que se mueve en un ambiente donde hay una grieta por demás pronunciada.

Se podrá dudar si les conviene o no, pero jamás si pueden hacerlo o no, coinciden cientistas sociales y operadores del mundo de la música. “Pensar de otra manera es avalar el cercenamiento de un derecho. Pronunciarse por un partido o una causa política, o no hacerlo, es un derecho”, dice a Galería el historiador y politólogo Gerardo Caetano. En Uruguay, pese a que la mentada grieta no llega a los niveles que se ven o se han visto en Argentina, Brasil o Estados Unidos, “hay un clima de polarización importante, relacionado a la centralidad que hay en torno a los partidos políticos”, agrega.

Aunque han existido excepciones, como Santiago Chalar en el Partido Colorado y Carlos María Fossati en el Partido Nacional, es mucho más frecuente que músicos y cantantes se definan de izquierda. Cuando pasa lo contrario, como Miriam Britos postulándose como diputada en Artigas por los nacionalistas, Lucas Sugo tocando en actos blancos o el guitarrista Pablo Faragó (ex-Níquel) haciendo una versión rock del himno del Partido Colorado (cuya música a su vez había sido compuesta por Eduardo Fabini), resulta muy llamativo desde el punto de vista noticioso.

Hay dos cosas que favorecen que esto pase, apunta a Galería el politólogo Daniel Chasquetti. Una de ellas es la enorme cantidad de gente que hace falta para conformar una lista: “En una elección parlamentaria participa un total de entre 10.000 y 13.000 candidatos; en las últimas internas, casi 150.000”, apunta.

“A los artistas nos va muy mal cuando hablamos de política”, dijo en una entrevista radial de julio de 2023 la cantante argentina Patricia Sosa

Lo otro es una tendencia mundial que hace que la cultura históricamente tenga una mayor preponderancia en la izquierda, agrega. Desde sus inicios, al Frente Amplio se plegaron nombres como Alfredo Zitarrosa, Daniel Viglietti y Osiris Rodríguez Castillo. Es muy recordado el jingle “Que no se detenga”, de las elecciones de 2014, en las que participó una verdadera constelación de cantantes: Carlos Barceló, Mauricio Ubal, Samanta Navarro, Numa Moraes, Leonard Mattioli, Emiliano Muñoz, Jorge Nasser, Jorge Trasante, Eduardo Larbanois y Mario Carrero, Pepe Guerra y Braulio López, Martín Ibarburu, Yamandú Cardozo, Pitufo Lombardo, Gerardo Nieto, Gustavo Montemurro, Washington Carrasco y Cristina Fernández, Alfredo Chole Gianotti, Fede Graña, Bocha Pintos, Christian Cary, Mónica Navarro, Pinocho Routin, Alejandro Balbis, Ana Prada, Pata Kramer, Zurdo Besio y Tabaré Rivero, entre otros. Este año, la lista 906, la de Gustavo Pato Celeste Torena, incluye a los cantantes tropicales Yesty Prieto, Martín Quiroga y Rolando Paz.

Jaime Roos en el Sodre platea
Jaime Roos no habla de política en un año de campaña; después lo haría con mucho gusto

Jaime Roos no habla de política en un año de campaña; después lo haría con mucho gusto

“La izquierda no solo es política, es también social. Los artistas suelen estar organizados, como en el teatro independiente o en otras entidades donde se nuclean. Y la izquierda siempre estuvo vinculada a ellos. Por otro lado, en la derecha se llega a cuestionar si una intendencia debe tener una filarmónica o la publicidad al Carnaval de Montevideo; a veces lo cultural es visto más como un gasto que una inversión”, dice Chasquetti. Esto ocurre en todos lados. El poeta chileno Pablo Neruda había militado en el Partido Comunista, así como el pintor español Pablo Picasso. En Estados Unidos, mucho antes de que Taylor Swift (y Ariana Grande, y John Legend) se habían pronunciado Bruce Springsteen o Stevie Wonder por los demócratas (algo así como los progresistas de la potencia).

Por más notorios que sean no significa que todos hagan lo mismo. “La impresión que yo tengo es que la mayoría no se pronuncia. Vos conocerás 15 o 20, a lo sumo, y artistas en este país —no solo cantantes— hay a carradas”, dice a Galería Andrés Sanabria, productor, quien fue director de Bizarro Récords durante más de 20 años, e inmerso como periodista en el mundo musical hace más de 30. Y por las dudas, subraya que en todos los años que estuvo en cargos de gestión, “jamás” se le ocurrió sugerirle a alguno de los que trabajaba con él sobre la conveniencia o no de salir del closet político.

Costos y beneficios entre artistas y políticos

Pronunciarse por un lado u otro, más en año electoral, es la forma más fácil de ganarse un aluvión de aplausos y de insultos, de forma directamente proporcional a lo polarizada que esté una sociedad. Las redes, nuevamente, son el mejor campo empírico. En Argentina, en 2023, Lali Espósito había publicado en X: “Qué peligroso, qué triste”, luego del triunfo de Javier Milei en las elecciones primarias. Eso fue seguido por una andanada de ataques por parte de seguidores (y trolls) libertarios, a la cual se sumó el propio presidente siendo ya presidente: “Si querés agredir, tenés que estar limpio. Si sos un parásito que vivió chupando de la teta del Estado, estás en problemas y, si encima tus opiniones están en línea a un espacio político que te pagó las presentaciones, sos un mecanismo de propaganda, no sos una artista”, dijo en una entrevista en febrero en referencia a quien rebautizó como “Lali Depósito”.

Lali Esposito Javier Milei.jpg

En la suave y ondulada penillanura uruguaya, se sabe, el costo es menor, aunque no inexistente. “No hay nada estudiado, pero algún público pueden perder. Se podría hacer un paralelismo con los jugadores de fútbol de la selección: cuando Diego Forlán vino a Peñarol o Luis Suárez volvió a Nacional, bajaron un peldaño que habían subido a nivel popular. Cuando gente conocida que está afuera de la política se partidiza, una parte del público lo empieza a ver de forma distinta”, dice Chasquetti. El perjuicio no pasaría de ese punto. “¿Si hay beneficios? Si el partido en el que estás, gobierna, seguramente te contratarán más para actividades oficiales”, agrega.

"Cuando gente conocida que está afuera de la política se partidiza, una parte del público lo empieza a ver de forma distinta”, dice Daniel Chasquetti. El perjuicio no pasaría de ese punto. “¿Si hay beneficios? Si el partido en el que estás gobierna, seguramente te contratarán más para actividades oficiales”, agrega

A Daniel Andino, productor musical y responsable de difusión de distintos artistas, no le consta, empero, que ninguno en el ambiente que haya emitido una opinión política pública haya sido perjudicado. “Si hubo, son contados con los dedos de una mano. La mayoría que se pone la camiseta recibe un retorno económico porque podrán hacer presentaciones en vivo”, ya sea en actos o en salas gestionadas por el gobierno nacional o los departamentales, sostiene a Galería.

Pero hay historias e historias. El cantante Gerardo Nieto, de Karibe con K, reconocido militante del Movimiento de Participación Popular (MPP), en el FA, dijo el martes 24 al programa Algo contigo de Canal 4 que por su actuación política lo habían bajado de diversas presentaciones. “Me he enterado de toques que tenía estables y de golpe: ‘Ah, no’, ¿qué?”, expresó. En el otro extremo, que el exintegrante de Doberman Nacho Obes haya cantado el himno del hoy presidente Luis Lacalle Pou durante la campaña de 2019 hizo que se volviera blanco de críticas incluso de colegas: Pablo Berocay lo trató en Twitter de “rockero de derecha”, según consignó El País el 26 de mayo de 2020. “Me están etiquetando y todavía me dicen: ‘Si sos de derecha decilo, ¿por qué tenés miedo?’. Yo no me considero una persona de derecha ni de izquierda. Soy una persona que cree en las libertades políticas, económicas y personales. No podés etiquetarme sin conocerme”, dijo el implicado dos días después a ese mismo diario.

Apoyos que influyen, o no

Hay muchos artistas que han sentido una suerte de fascinación por el poder. Otros han dependido directamente de él (traducido en contratos o en mecenazgo), lo que muchas veces se les ha vuelto en contra. Sin embargo, la influencia que puedan tener en quienes los admiran no suele traducirse en mover la aguja en tiempos electorales. Zitarrosa ya era una figura totémica mucho antes de su fallecimiento, en enero de 1989. Pero en vida, el Frente Amplio (FA), al que siempre apoyó, nunca fue una opción real de gobierno. Si el FA gana este año, no será por el apoyo de Ruben Rada.

“En Uruguay, la transferencia de prestigio de un ámbito a otro difícilmente se dé. Históricamente la cultura ha sido de izquierda, incluso los artistas integraban las listas y no ganaban. Su crecimiento electoral tuvo otras explicaciones”, afirma Caetano. En Estados Unidos, admite, el escenario es otro. Alguien como Taylor Swift, inmensamente más popular que Kamala Harris, podría llegar a mover la aguja. Claro que el contexto actual de la sociedad norteamericana, sumada a la fuertísima cultura del espectáculo, juegan en ese sentido.

En Uruguay —mucho más chico, mucho más centralista y con partidos políticos fuertes que funcionan como plataformas de ideas— no cuaja el concepto de que el pronunciamiento de un artista, por más popular que sea, logre consolidar o revertir una tendencia, agrega el historiador.

“En Uruguay, la transferencia de prestigio de un ámbito a otro difícilmente se dé. Históricamente la cultura ha sido de izquierda, incluso los artistas integraban las listas y no ganaban. Su crecimiento electoral tuvo otras explicaciones”, afirma Gerardo Caetano. En Estados Unidos, admite, el escenario es otro. Alguien como Taylor Swift, inmensamente más popular que Kamala Harris, podría llegar a mover la aguja

En ese mismo sentido, Sanabria afirma que la adhesión de un cantante o músico a una lista “tiene como máximo efecto una mayor circulación en los medios de prensa”. Andino, por su parte, opina que el máximo apoyo que uno de estos artistas puede dar a una campaña es “dar un recital y atraer gente a un acto”.

Ya hay voces en Estados Unidos que aseguran que no tiene por qué esperarse una horda de votos de swifties a Kamala. La experiencia suele ganarle a la expectativa: el apoyo de la presentadora Oprah Winfrey pudo haber sido decisivo para que Barack Obama le ganara la interna demócrata a Hillary Clinton en 2008, pero ni las palabras ni los shows de Lady Gaga o Jon Bon Jovi se tradujeron en un aluvión en las urnas para la propia Clinton en 2016. Le ganó un tal Donald Trump.