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El deporte y (el cuerpo de) la mujer

Ni la menstruación, ni el embarazo ni la lactancia, que forman parte natural del cuerpo de una mujer, deben ser ocultados o silenciados en pos de un rendimiento deportivo, cuando ambas cosas pueden ser compatibles

Editora Jefa de Galería

Es llamativo, un poco desconcertante, hasta casi inverosímil que en el año 2024 aún se esté hablando del ciclo menstrual, el embarazo y la lactancia en las deportistas de alto rendimiento. Décadas de movimientos feministas en el mundo, avances en leyes igualitarias, marchas por el orgullo de lesbianas, gays, transgéneros, transexuales, bisexuales, intersexuales, queers y el resto de identidades y orientaciones incluidas en el + de LGBTQI+, ¿y todavía estamos hablando de la menstruación? Parece insólito, pero es así. Aún quedan espacios en la sociedad global en los que ciertos temas no han sido laudados, y una porción importante de ellos son los que tienen que ver con la mujer.

Aunque pensábamos que sí, resulta que la naturalización de la menstruación no era tal, y que aún sigue siendo —o lo era hasta hace pocos años— algo así como un tabú en la práctica del deporte de alto nivel. El deporte es cuerpo, físico, fuerza en la mayoría de los casos, dependiendo de la disciplina; y en ese sentido, si las mujeres se comparan con los hombres, estarían en desventaja. En el deporte, como en casi todo, las mujeres llegaron más tarde que los hombres, por lo que pareciera que tuvieran que esconder sus “debilidades” para estar a la par y ganarse el derecho de hacer esa actividad. Como si se dijera: “El deporte es así y si querés estar acá, hacé de cuenta que no sos mujer”. Entonces, por querer estar, las mujeres no deberían andar molestando con temas tan femeninos como los vaivenes del ciclo menstrual.

Pues resulta que también se puede practicar un deporte con visión de género, considerando la biología del cuerpo femenino, adaptado a sus lógicas y procesos, y en esto entra la incidencia que el ciclo menstrual puede tener en el entrenamiento y los resultados deportivos. Sí, es verdad, el hombre en ese sentido puede proyectar un rendimiento más estable, sin tener consideraciones por fuera de lo estrictamente deportivo; o sí, porque también puede tener cierta condición física, lesión, enfermedad crónica que deba sortear durante sus entrenamientos. Pero por estas razones hombres y mujeres compiten separados. Entonces, ¿cómo es que recién ahora (en los últimos años) se pone sobre la mesa la cuestión de la menstruación en las atletas? No hay muchas respuestas.

En la nota sobre este tema que publicamos esta semana, la periodista Magdalena Cabrera investiga lo que sucede en el ambiente deportivo con este tema y encontró que la tendencia apunta a tomar las medidas necesarias para que el impacto negativo del ciclo menstrual, si lo hay, sea el menor posible. A veces se recurre a ciertas pastillas que retrasan el período y se han creado aplicaciones para celulares en las que cada deportista carga los datos y las particularidades de su ciclo y el/la entrenador/a tiene acceso a esa información para adaptar el entrenamiento tomando en cuenta los cambios en los niveles de hormonas.

Pero la historia continúa. Las mujeres, además de menstruar, quedan embarazadas, tienen bebés y amamantan. Y esto todavía hoy puede representar un problema para una deportista profesional que trabaja con su cuerpo. En estos Juegos Olímpicos de París­ 2024, compitieron mujeres embarazadas: la esgrimista egipcia Nada Hafez, que llegó a cuartos de final con un embarazo de siete meses, y la arquera de Azerbaiyán Yaylagul­ Ramazanova, con seis meses y medio de embarazo. Aunque se las nombra como las mujeres que hicieron historia, no son las primeras. Una búsqueda en Google muestra un historial de 25 mujeres que han competido en los Juegos Olímpicos embarazadas, solo que ninguna con una gestación tan avanzada, o por lo menos no lo suficiente para que se notara. Pero sin duda, en esta edición las atletas olímpicas están yendo un paso más.

Otra historia que recorrió las redes es la de la atleta estadounidense Allyson Felix, que lleva ganadas 11 medallas de oro en los Juegos­ Olímpicos. Nike siempre fue su sponsor­, pero cuando ella manifestó su deseo de ser madre, la marca amenazó con quitarle su apoyo. Ella entrenó a escondidas durante su embarazo y, cuando tuvo a su bebé, Nike le bajó 70% su apoyo y le dijo que lo retiraría del todo si ella bajaba su rendimiento. Felix decidió no renovar el contrato, y fue aún más lejos: creó su propia marca de championes, con los que ganó dos medallas más. Ahora, en París 2024, logró que se instalara la primera guardería y las primeras salas de lactancia en una villa olímpica.

Entonces, ni la menstruación, ni el embarazo ni la lactancia, que forman parte natural del cuerpo de una mujer, deben ser ocultados o silenciados en pos de un rendimiento deportivo, cuando ambas cosas pueden ser perfectamente compatibles.

Y en temas sobre igualdad de género, hay que sacarse el sombrero frente a los franceses, que fueron los primeros en aceptar a las mujeres en los Juegos Olímpicos de París 1900, y 124 años después pueden ostentar la organización de una competencia paritaria en cuanto a cantidad de deportistas hombres y mujeres, sumado a los avances ya mencionados. Y, como frutilla de la torta, crearon un logo para estos Juegos que incluye el rostro de Marianne, símbolo de la República Francesa­. Chapeau!