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La cineasta española Isabel Coixet encontró otra forma de expresar su desobediencia
La directora de cine catalana tiene ahora una excusa válida para su tendencia a la acumulación; 50 de sus obras se exponen desde este mes en el Museo Thyssen
Isabel Coixet expone sus collages por primera vez en el Museo Thyssen de Madrid
Hacer una película tiene bastante de collage, alcanza con preguntarle a cualquier cineasta. Una sucesión de imágenes que cobran sentido interactuando entre sí; definición que engloba las dos artes. Isabel Coixet experimenta desde hace tiempo con un tipo de collage en el que a través de papeles y fotos coloca al espectador en un lugar narrativo parecido al cinematográfico, jugando con el montaje.
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El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza de Madrid expone desde este mes en la sala 30 una selección de 50 collages de la directora y guionista catalana. La sala 30 es un espacio escondido del museo, algo que generó conflicto en los curadores de la muestra —que le pedían disculpas por haberla situado en una habitación tan recóndita—, pero alivió a la artista. “El Thyssen es un restaurante tres estrellas Michelin, y yo soy lo que viene después del café, los petit fours, que te llegan cuando ya no tienes hambre y te llevas en una servilleta porque te da pena no comerlos”, dijo Coixet en la conferencia de presentación de la muestra Isabel Coixet. Collages. Aprendizajes en la desobediencia agradecida por la oportunidad. Su mayor ambición era que se hicieran postales con sus collages, por eso, terminar expuesta, en cualquier sala, excedió sus expectativas con creces. “Siempre fui mala con los trabajos manuales. Llegaba el Día de la Madre y mi madre temblaba”, contó. “Siento que soy una absoluta impostora, pero estoy cómoda siendo impostora”.
La curadora de la muestra, Estrella de Diego, difiere. “Las historias mejor contadas son las que se construyen a retazos”, explicó en el texto que acompaña la muestra, las que exigen hacer un esfuerzo por recomponer las piezas y otorgar un significado, algo habitual en el cine y, en concreto, en el de Coixet.
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I don’t want what I thought I wanted, 2024; collage digital, 28 por 30 cm
La guionista y directora de Mi vida sin mí (de 2003, con Sarah Polley y Mark Ruffalo), La vida secreta de las palabras (de 2005, con Tim Robbins y Sarah Polley) y La librería (de 2017, con Emily Mortimer y Bill Nighy) se suma así al selecto club de realizadores que incursionaron tan exitosamente en las artes visuales y en el cine y que cuenta entre sus integrantes más célebres con David Lynch, Tim Burton y Terry Gilliam.
El collage, una excusa para acumular
Un breve repaso por la historia del collage indica que surgió a principios del siglo XX, con artistas como Georges Braque y Pablo Picasso, a los que siguieron los vanguardistas alemanes Kurt Schwitters y Hannah Höch, que recolectaban, combinaban y pegaban trozos de imágenes para crear nuevas realidades. Es en esto que encuentra sus puntos de contacto con el cine, que desde su nacimiento, en diciembre de 1895 —a partir de la primera proyección de los hermanos Lumière, que hizo a los espectadores reaccionar con terror al creer que el tren saldría de la pantalla y los arrollaría en plena sala—, construye historias a través de fotogramas que luego se combinan dando forma al relato.
“Me gusta acumular papeles, fotos, revistas, el título de propiedad de una casa en Catania de los años 20; cosas absolutamente absurdas. Algunos dirán que tengo síndrome de Diógenes”, dice Coixet. “Antes no tenía excusas para comprar cosas, ahora sí”.
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My homework is to practice civil disobedience, 2024; collage digital, 30 por 30 cm
Según la curadora de la muestra, tal como sucede con el collage, el cine debe tener un “margen para lo adivinatorio”, y opina que la misma desobediencia que la directora proyecta en sus películas se desprende de los collages, que abordan “temas aparentemente banales, como las pequeñas cosas y la vida corriente”, desde puntos de vista inesperados.
La gastronomía, otra de las pasiones de la artista —que ha sabido plasmar en el cine y específicamente en la serie Foodie love—, se hace presente también en sus collages a través de algunas referencias.
La muestra Isabel Coixet. Collages. Aprendizajes en la desobediencia se expone en la sala 30 del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza
Francis Tsang
En su obra, además de fotografías y otros elementos gráficos, se leen frases en diferentes idiomas que apelan a generar diferentes niveles de lectura. “Siempre hay un componente literario, pero últimamente me estoy librando bastante de él, porque cuando resignificas un material con algo demasiado lineal estás siendo obediente, y yo firmemente deseo ser desobediente”.
“Una foto de todo”
Coixet, que además de escribir y dirigir sus películas se ubica muchas veces como operadora de cámara, encuentra “liberador romper el objetivo de 35 milímetros”, quebrando “deliberadamente” esa manera de encuadrar en los ejercicios compositivos que son sus collages. “Sé muy bien la mochila que llevo detrás de la cámara. Supongo que no es diferente de la que llevo cuando hago estas cosas”, dice, y cuenta que hay conceptos y frases presentes en su cine que también han aparecido en las piezas que pueden verse en el Thyssen. “Al final todo el mundo habrá tomado una foto de todo” es una de ellas. “Es una idea que siento cada vez más amenazadora”, opina, a la vez que asegura que cada vez toma menos fotos. “Cuando veo una cosa que es tema de foto no tengo nada más que pensar en las 100 personas que sacan la foto del atardecer en Ibiza y dejan el teléfono y aplauden. Cuando un director de fotografía me dice de esperar a ‘la hora bruja’ (como se llama en la jerga del cine a la caída del sol, favorita para filmar), los gritos se pueden oír hasta…”.
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Finally, everyone had taken a picture of everything, 2023; collage digital, 33,5 por 30 cm
Sin embargo, aunque asegura que “la sobredosis de fotografías nos va a ahogar”, admite que el collage “es una manera de fijar cosas que no se pueden fijar de otra manera”. Coixet tampoco escapa a las contradicciones del ser humano.
Las 50 piezas de pequeño y mediano formato que integran la muestra se presentan en diferentes soportes y técnicas que van desde lo digital hasta el lienzo, pasando por el cartón pluma, el papel y el táblex (tablero de fibra de madera y resina), y se agrupan en series diferenciadas por una coherencia en el contraste y la fuerza visual.
Coixet, que dice haber pasado la vida en un oficio en que los errores se pagan muy caros, encuentra “fantástico” despertarse por la mañana, ver que lo que hizo “no está bien” y simplemente empezar de nuevo.
La muestra Isabel Coixet. Collages. Aprendizajes en la desobediencia, en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza (Paseo del Prado, 8. 28014, Madrid), del 10 de junio al 14 de setiembre de 2025.