Tradición es una palabra que los define. Esa tradición se traslada a la cancha como una identidad por un sentido estético del juego, alejado del centro al área como principalísima arma de ataque en el fútbol inglés. Ese paladar negro es la causa, argumentan sus hinchas, de tanto jugador propio en la selección inglesa. Aunque hay algunos seguidores que preferirían ser un poco más pragmáticos y ganar algún título de forma más seguida.
Glorias de ayer
Fundado por niños en el seno de un colegio anglicano como derivado de un club que se dedicaba al cricket, su creación demuestra que la pasión por el fútbol, un deporte que por entonces no tenía 20 años de su primer reglamento, ha nacido de forma similar en todas partes del mundo. “El 5 de setiembre de 1882, se empezaron a recibir las suscripciones al club, y las mismas, aumentadas con una pequeña suma del Club de Cricket, se gastaron en comprar madera para los postes del arco y las banderas, material para las banderas, cinta (en aquel entonces no había travesaños), papelería y sellos, y más tarde, una pelota. Los postes del arco, uno de los cuales todavía existe, eran de fabricación amateur y los hizo el señor Casey, el padre de dos de los miembros, y los pintó de azul y blanco; la primera pelota la regaló el hermano mayor de los mismos dos miembros, y él había sugerido hace algún tiempo el nombre de ‘Hotspur’ cuando comenzó el Club de Cricket”, se escribió en la primera historia del club, en 1921.
White Hart Lane, su primer mítico estadio, fue su casa entre 1899 y 2017. Ubicado en el norte de Londres, fue fundamental para la popularización del club. Entre 1908 y 1973 estuvo prohibido colocar vallas publicitarias en su interior, lo que hablaba de la importancia que le daban sus directivos a la “pureza” del deporte, en detrimento de los ingresos comerciales. Finalmente, estos pudieron más. Ese recinto fue demolido y hoy alberga al Tottenham Hotspur Stadium, con capacidad para 63.000 personas.
Un club con historia tiene sus leyendas. Defendieron sus colores jugadores históricos como Ted Ditchburn (un recordado arquero), Danny Blanchflower (capitán del doble campéon de 1961, algunos lo consideran el mejor de su historia), Jimmy Greaves (campeón del mundo con Inglaterra en 1966), Steve Perryman (con 866 partidos en el club, el que más lo defendió), Gary Lineker (gran goleador de la década de 1980), Glenn Hoddle (gran jugador contemporáneo del anterior y del siguiente), Paul Cascoigne (notable jugador en la cancha y bebedor problemático en las tabernas), Teddy Sheringham (más conocido por su paso por el Manchester United), Gareth Bale (un galés que en su momento fue el jugador más caro del mundo cuando se fue a cosechar gloria al Real Madrid) y Harry Kane (jugador actual, máximo goleador histórico de los Spurs —280— y de la selección inglesa —71—, pero que tuvo que irse al Bayern Múnich alemán para salir campeón de algo).
Hinchas de hoy
Según distintos estudios que analizan y mapean al fútbol inglés (quizá el más atractivo de ver del mundo), la mayoría de quienes lo van a ver a la cancha viven a no más de 80 kilómetros del club. La mayoría de sus hinchas se define de clase media (unos ingresos de 45.000 libras esterlinas al año, cuando el promedio nacional es menos de la mitad), pese a que las instalaciones del club están ubicadas en un distrito —Northmberland Park— bastante pobre y diverso étnicamente. Esto no ha impedido que la inmensa mayoría de sus seguidores sean blancos y hombres (es más raro encontrar una mujer en el estadio de los Spurs que en otra cancha inglesa). Y más allá de la identificación del club con los judíos, no más del cinco por ciento de sus hinchas lo son (sus últimos presidentes sí lo fueron, vale aclarar).
Sí hay algo que preocupa entre la hinchada de los Spurs. Según el libro Historia popular del Tottenham Hotspur, de 2016, la edad promedio de sus fanáticos abonados a la cancha es de 43 años y creciendo. Serán muy leales y apasionados, con mucho sentido de pertenencia y comunidad, pero no se puede decir que sean jóvenes. No deja de haber lógica en esto: el equipo ganó dos ligas inglesas (el título local más importante) y la última fue hace 64 años; la última de sus ocho copas inglesas fue en 1991, hace 34 años; también entonces ganó la última de sus siete supercopas inglesas; copas de la Liga tiene cuatro y la última data, como ya se indicó, de 2008; la gloria alcanzada en la Europa League el miércoles 21 terminó con 41 años de sequía de logros continentales; no ganó nunca la Champions League, la gloria mayor para un club europeo (lo más que logró fue llegar a la final —y obviamente perderla— en 2019). Para peor, está 20 partidos abajo en el historial con su clásico rival, el Arsenal (el llamado Derby del Norte de Londres) y 26 atrás respecto al Chelsea, el otro gran equipo londinense. Nada más efectivo para atraer nuevos adeptos que conseguir éxitos en la cancha. Y eso es algo que tienen en el debe.
Pero en estos tiempos con hinchas del Barcelona en Japón, del Real Madrid en Tailandia y del Liverpool en Venezuela, la globalización futbolera, que aterrizó en el fútbol inglés con el glorioso y marketinero Manchester United de las décadas de 1990 y 2000, también benefició a los Spurs. Ellos lo alimentaron con sus astros de tierras exóticas, como el delantero surcoreano Son Heung-min (que, además de ser protagonista de un comentario de Bentancur considerado “desubicado” por la muy sensible Football Association, anotó más de 170 goles con este equipo) o en su momento el togolés Emmanuel Adebayor. Su actual entrenador, el que les hizo probar el dulce y poco conocido sabor de una vuelta olímpica, es el australiano Ange Postecoglou. Si en las islas británicas tienen tres millones de hinchas, en sus estadísticas suman unos 180 millones de fans en todo el mundo, de los cuales 80 están en Asia. El diario The Independent publicó en febrero de 2023 que es el club inglés con más seguidores en TikTok.
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Adele en la Eurocopa; es una hincha famosa del Tottenham Hotspur
AFP
También es larga la lista de hinchas famosos. El actor y director Jude Law ha reconocido en The Guardian que los Spurs le generan más estrés que filmar. El cineasta Steve McQueen, el de 12 años de esclavitud, era tan fanático que decidió dejar de verlo en 2014 porque ya estaba afectando su vida más de lo aconsejable. La ex Space Girls Emma Bunton (Baby Space) también suspira por la camiseta blanca. La escritora J. K. Rowling (sí, la de la saga de Harry Potter) no se ha declarado fan pero sí simpatizante, ya que nació en una familia con muchos hinchas del Tottenham. Relacionado con esta última, el actor Rupert Grint (Ron Weasel en esa misma saga) sí se considera casi un ultra. El norirlandés Kenneth Brannagh, actor, guionista y director, es tan fanático que incluso prestó su voz para el video de despedida del estadio White Hart Lane. La multipremiada Adele blandió una bandera de su equipo favorito en el recital que ofreció en 2016 en el O2 de Londres, sin importarle un rábano si eso molestaba a sus admiradores hinchas de Arsenal, Chelsea o cualquier otro. Menos conocidos por estos lares, pero celebridades totales en su país, los astros pop Anthony Costa y Jessie J también tienen su corazoncito spur.
El exembajador británico en Uruguay Ian Duddy es también un hincha acérrimo del Tottenham. El 1 de junio de 2019 siguió por televisión desde un bar de Pocitos la primera y única final de Champions que jugaron los Spurs. “Tuvimos muchas chances pero nos faltó el gol, y al final esa es la clave. Al menos la copa se queda en Inglaterra”, lamentó al final del partido, según consignó El Observador. El vencedor ese día fue el Liverpool, otro integrante del Big Six (con una vitrina de trofeos bastante más poblada).
Su última liga inglesa la ganó hace 64 años; su última copa, hace 34; su última copa de liga, hace 17; estuvieron 41 años sin ganar un torneo continental y están 20 partidos abajo en el historial con su clásico rival. Aún así, la hinchada es fiel y seguidora. Su última liga inglesa la ganó hace 64 años; su última copa, hace 34; su última copa de liga, hace 17; estuvieron 41 años sin ganar un torneo continental y están 20 partidos abajo en el historial con su clásico rival. Aún así, la hinchada es fiel y seguidora.
Los otros cinco
Vale hablar del resto del Big Six. El Liverpool, el equipo inglés con más logros internacionales, es el actual campeón de la Premier League. Supo estar 30 años sin ganar la liga local. En 2010, un holding internacional llamado Fenway Sports Group se hizo cargo de su administración. Entonces comenzó su resurrección. Fue el club de Luis Suárez y ahora, por ahora, lo es de Darwin Núñez; la diferencia es que uno fue rey sin corona y al otro, si bien gritó campeón, están deseando sacárselo de arriba.
El Manchester United, los derrotados por los Spurs en esta última Europa League, no vive su mejor presente. Pero su decadencia verdadera ya está lejos, cuando estuvo 26 años sin ser campeón inglés. La familia estadounidense Glazer, del First Allied Corporation, que maneja clubes de distintos deportes en todo el mundo, son su multimillonario y corporativo sustento. Un joven Diego Forlán jugó ahí, pero no tuvo mucha chance, rodeado de monstruos que estaban en su mejor momento. Luego de una breve estadía de Edinson Cavani, hoy está en sus filas Manuel Ugarte.
El Manchester City es un caso paradigmático de cómo un club puede hacerse rico a partir de petrodólares. Aunque tenía hinchada y títulos, en 1998 estaba en la lona, en la tercera división inglesa. En 2008 un grupo inversor de Abu Dhabi lo adquirió y lo llevó a la cima: con base en una billetera sin fin, en 2011 ganó una copa inglesa tras 42 años, en 2012 ganó una liga inglesa tras 44, y en 2023 una copa continental (nada menos que la Champions League) luego de 53. Sus hinchas felices; los hinchas de otros equipos ya le agarraron bronca. Ningún uruguayo jugó ahí.
El Chelsea es otro histórico club de Londres, más joven que los Spurs, y que llegó a estar 50 años sin ganar una liga inglesa, entre 1955 y 2005. Pero pese a tener una prosapia más humilde que el Tottenham, es el único equipo londinense que ganó la Champions (y lo hizo dos veces). Claro que para que pasara eso tuvo que haber aparecido el magnate ruso Roman Abramovich, que lo compró en 2003 y lo vendió en 2022 al conglomerado BlueCo, cuya cabeza visible es el multimillonario estadounidense Todd Boehly. A diferencia del caso anterior, a sus hinchas no les cae tan en gracia sentirse más parte de una corporación internacional que de un sentimiento. Gustavo Poyet supo defender sus colores, pero era un Chelsea muy distinto (mucho más humilde) que el actual.
El Arsenal, también de Londres, es el mayor rival del Tottenham Hotspur. Tan tradicional como este, es bastante más exitoso. Pero aunque si bien está tercero en cantidad de títulos locales e internacionales entre los clubes ingleses, comparte con los Spurs el estigma de ser los únicos del Big Six que nunca ganaron la Champions League. Otro holding con cabeza en Estados Unidos, Kroenke Sports, es su propietario. Si bien esta temporada llegó a las semifinales del mayor torneo continental, lo cierto es que hace 21 años no sabe lo que es ser campeón inglés. Lucas Torreira jugó ahí.
Quizá acá está la gran diferencia entre los Spurs y el resto. El propietario del club es el Enic Group, una compañía de inversión británica, con un fideicomiso familiar británico como principal integrante y un presidente británico designado por ellos. Este es el empresario inglés Daniel Levy, quien ha sido un escrupuloso administrador de los bienes del club desde 2001. Eso no es poca cosa en un fútbol en el que circulan euros de no siempre claro origen, dominado por oligarcas rusos, conglomerados norteamericanos y petrodólares del mundo saudí. Eso tiene un precio: si no gana la próxima Premier, ya irán 65 años sin títulos de la liga inglesa, mucho para un club grande. Pero para sus hinchas, envejecidos pero fieles, el valor pasa por otro lado.