Desde el prejuicio, uno relaciona el consumo de drogas con daños a la salud mental, ¿qué tanto hay de real y qué tanto de mito en eso?
Es cierto que las drogas son peligrosas para la salud, pero lo son como cualquier cosa que se usa sin el conocimiento adecuado, como un martillo, una sierra o un cuchillo. Se pueden usar de forma productiva o, si se hace sin mucho conocimiento, como desgraciadamente pasa con frecuencia, hay riesgo de accidentes. Es lo mismo con las drogas. La mayoría de ellas tuvo o ha tenido un uso medicinal que no pudo desarrollarse. Cuando no se usan en contextos controlados, producen daños. Que se manifiesten esos daños está relacionado con el uso que le den y con el conocimiento de quién las usa. Hay drogas como antidepresivos, ansiolíticos, que son utilizadas en el ámbito médico, que fuera de este pueden producir daños.
Por usarse sin conocimiento.
Claro. El área a la que más me dedico es a la divulgación científica para reducir los daños. He creado un canal, Drogopedia, que funciona a tales efectos en redes sociales (X, Instagram, YouTube, TikTok). Este se dedica a informar sobre cómo reducir riesgos para los consumos de drogas con cualquier finalidad. Busco que la salud pública puede beneficiarse con esta información. También estoy dedicándome mucho a los usos terapéuticos de las drogas psicodélicas, motivo por el cual me invitaron a hablar en Expocannabis.
Se están poniendo sobre la mesa los potenciales terapéuticos de estas drogas, en un momento en el que no hay fármacos eficaces para abordar la tremenda epidemia de trastornos de salud mental que estamos viviendo: depresión, ansiedad, estrés postraumático y adicciones. En estas cuatro indicaciones, las drogas psicodélicas han demostrado tener una eficacia muy por encima de los mejores tratamientos de la actualidad. Se están poniendo sobre la mesa los potenciales terapéuticos de estas drogas, en un momento en el que no hay fármacos eficaces para abordar la tremenda epidemia de trastornos de salud mental que estamos viviendo: depresión, ansiedad, estrés postraumático y adicciones. En estas cuatro indicaciones, las drogas psicodélicas han demostrado tener una eficacia muy por encima de los mejores tratamientos de la actualidad.
¿Cómo cae en su país, España, este tipo de divulgación?
Hoy no hay escándalo. Hace unos años generaba más controversia, pero actualmente la mayor parte de quienes conocen el mundo de las drogas entiende que esta información es muy útil. No es una información útil para todo el mundo, desde ya. Apunta a quienes ya consumen drogas o tienen intención de hacerlo. Para ellos es muy útil porque va más allá del mensaje de la abstinencia. Para estos, un mensaje como la abstinencia no sirve porque ya decidieron consumir, en cambio, sí sirve conocer más sobre la reducción de riesgos. En esta población en particular, el trabajo de reducción de riesgos y daños es un mensaje que funciona muy bien y recibe apoyo estatal. Es eficaz en su intención.
Usted publicó Guía esencial del renacimiento psicodélico, ¿realmente cree que el mundo médico está cambiando? En su momento, hace mucho, efectivamente se usaron, pero movimientos como el hippismo lo pusieron de moda para consumo recreativo, su faceta más esnob, y quizá por ello luego se lo anatematizó.
El término renacimiento se usa porque el uso de los psicodélicos para el tratamiento y la gestión de los problemas mentales no es nada nuevo. Se vienen usando desde hace milenios en diferentes grupos humanos, en distintos continentes. Eso luego fue dejado de lado con el advenimiento de la sociedad occidental por el mundo. Tuvo un primer resurgimiento el siglo pasada en los años 40, 50 y 60, de la mano de la ciencia con el descubrimiento del LSD y los primeros usos de los fármacos psicodélicos en la medicina occidental. Desgraciadamente, esa expansión social posterior de la mano del movimiento hippie hizo que se le marcara un estigma en la sociedad y la política que llevaron a prohibirlas. Era un tema político, no era tanto el hippismo, sino las cosas que había atrás, como la desobediencia civil o el pacifismo. Pero esa fue una movida que dio al traste el movimiento científico que había atrás, el que estudiaba cómo usar estas drogas para la depresión y los traumas. Esto quedó eclipsado por la popularidad social que adquirieron y los problemas del consumo desenfrenado recreativo. Ahora estamos volviendo a ver ese proceso científico y no vimos aún ese correspondiente social fuera de los ambientes controlados. Se están poniendo sobre la mesa los potenciales terapéuticos de estas drogas, en un momento en el que no hay fármacos eficaces para abordar la tremenda epidemia de trastornos de salud mental que estamos viviendo: depresión, ansiedad, estrés postraumático y adicciones. En estas cuatro indicaciones, las drogas psicodélicas han demostrado tener una eficacia muy por encima de los mejores tratamientos de la actualidad.
¿Eso está medido?
Ese es el momento en el que estamos ahora, pero sí. En muchos ensayos clínicos que se han hecho en las mejores instituciones de investigación de mundo, como la Universidad Johns Hopkins de Baltimore, el Imperial College de Londres, el Hospital Universitario de Zúrich u otros centros en Nueva York y Los Ángeles, se ha constatado que los psicodélicos tienen una mayor eficacia que los tratamientos convencionales actuales y que son más seguros. Sin embargo, estas investigaciones todavía no han permitido una autorización para el uso generalizado de estas sustancias, porque los ensayos clínicos empiezan con muestras pequeñas de personas. Hoy se están incrementando las poblaciones en los estudios.
01185.jpg
Antón Gómez-Escolar en una conferencia en Lisboa
Gentileza Antón Gómez-Escolar
¿De cuánto hablamos?
Está el caso de los ensayos con MDMA, el éxtasis, para el tratamiento del estrés postraumático. Con los tratamientos convencionales hay una remisión total del 30%, cuando con la administración de éxtasis era de más del 67%. Estaban curados.
¿Cuáles son las sustancias de las que hablamos?
Las sustancias psicodélicas son una familia amplia, antes conocidas como alucinógenos, que incluyen el LSD, la psilocibina, que está en varios hongos de este tipo, el DMT, la 5-MEO-DMT, que en la naturaleza está presente en el sapo bufo. Luego están las semipsicodélicas como el MDMA y la ketamina. Todas útiles para diferentes indicaciones. Lo más avanzado es el uso de la ketamina para el tratamiento de la depresión, autorizado en Europa y Estados Unidos desde 2019. La psilocibina también se usa para la depresión, está autorizada en Australia. A su vez está muy avanzada la investigación con el MDMA para el estrés postraumático. No solo hablamos de que son más eficaces, sino también que suponen un cambio de paradigma a la hora de tratar los problemas de salud mental: con ellos se pasaría de tapar los síntomas, reducirlos para que el paciente esté más estable y luego trabajarlo con psicoterapia, a curarlo. El psicodélico actúa como un catalizador para la terapia, que permite tener resultados en pocas sesiones, no en meses. Atención, no es un suministro diario, se trata de un viaje psicodélico en un ambiente controlado por profesionales.
Mi apreciación es que el cannabis tiene buenas perspectivas de futuro comparado con otros fármacos para el dolor, por caso, pero no supone que tenga tasas de curación al doble como los psicodélicos. No compiten, se dedican a otra cosa. Mi apreciación es que el cannabis tiene buenas perspectivas de futuro comparado con otros fármacos para el dolor, por caso, pero no supone que tenga tasas de curación al doble como los psicodélicos. No compiten, se dedican a otra cosa.
¿Sabe en qué lugares estos tratamientos están autorizados?
La ketamina está autorizada en prácticamente toda Europa y América del Norte. Ya era usada como anestésico. Luego tenemos algunos países que han autorizado algunos fármacos psicodélicos. Australia está muy adelantado. En dos, tres o cuatro años se extenderá en todo el mundo.
¿Y la marihuana? ¿Cómo intervienen los productos basados en cannabis?
El cannabis tiene un uso medicinal muy diferente al de los psicodélicos. Sus utilidades son muy diversas, pensadas para tratamientos de cáncer, inmunológicos, enfermedades neuronales y neurodegenerativas. Es un uso diferente, no se administra de forma puntual, sino que son tratamientos más crónicos. Es un caso interesante, porque su uso terapéutico ha avanzado muchísimo. Ofrece una ventaja eficaz para reducir efectos secundarios en distintos tratamientos. El problema del cannabis es que las investigaciones en torno a él muestran que no supone una revolución como sí es el caso de los psicodélicos. Queda mucho para investigar. Quiero ser claro: tengo menos conocimiento en este campo que con los psicodélicos. Mi apreciación es que el cannabis tiene buenas perspectivas de futuro comparado con otros fármacos para el dolor, por caso, pero no supone que tenga tasas de curación al doble como los psicodélicos. No compiten, se dedican a otra cosa.
¿Existe alguna contraindicación de uso en los psicodélicos?
Los psicodélicos, al igual que el cannabis, en esto sí se parecen, en determinados trastornos psiquiátricos como la psicosis pueden producir una manifestación de ese trastorno, precipitar un brote. Eso no quita que estas enfermedades se puedan cribar, poder ver qué pacientes tienen ese riesgo añadido y evitar este tratamiento. Algunos cannabinoides, como el GBD, tienen particularidades antipsicóticas. En los psicodélicos se busca evitar que las personas con trastornos psiquiátricos latentes apelen a ellos. Eso no quita que una persona que no los tenga pueda tener un mal viaje igualmente.
Anton Gomez-Escolar .jpg
El experto español disertó en la última edición de la Expocannabis, en el Latu, sobre los usos terapéuticos de las drogas psicodélicas
¿Hay alguna conexión entre la investigación en los usos médicos del cannabis y los de los psicodélicos?
Hay una que es muy importante: el desarrollo del uso médico del cannabis (en tratamientos contra el cáncer, para calmar el dolor o la inapetencia) ha permitido a la ciencia superar el estigma que había en determinadas sustancias que partían del estatus de ilegalidad. Todo el activismo que hubo con el cannabis permite unas bases para el activismo de los psicodélicos. El cannabis ayudó a la comprensión social de que una droga ilegal puede tener usos médicos. Colaboró para que la gente entienda mejor sus posibilidades. Gracias al desarrollo del cannabis se dio este renacimiento psicodélico.
¿Conoce Uruguay y sus políticas de drogas? ¿Es un buen lugar para probar nuevas normativas y tratamientos?
¡Esta es mi cuarta vez en Uruguay! Lo conozco muy bien, tengo una buena relación con (el secretario de la Junta Nacional de Drogas) Daniel Radío. Definitivamente, sí. Mi impresión es la de un país muy valiente en su política de drogas. Está haciendo el camino adecuado. El camino no es insistir en un sistema prohibicionista que hace años que está fracasando y que genera más daño a los consumidores y a la sociedad. El enfoque valiente y ambicioso es el de avanzar en otra dirección. Uruguay busca mejorar la salud pública a través de la visibilización y cambio en las políticas de drogas. Por eso está en muy buena posición para abordar nuevas cosas, incluso siendo ayudado por su tamaño.