Aerosmith había nacido siendo una banda de hard rock con raíces en el blues, pero para ese entonces era más conocido por esas baladas-onda-MTV que a los fanáticos más ortodoxos les daba urticaria, aunque a ellos les habían engrosado notoriamente sus cuentas bancarias. Bien lo narró la periodista Pía Supervielle en una inusual crónica para el número de Galería del 11 de octubre de 2013, en la que también describía las características más típicas del público criollo: “Por supuesto que la efusividad siempre es a la manera uruguaya. Relajo, pero con orden. Pogo tranquilo. Canciones que se conocen poco. Los fanáticos de Aerosmith no son los de ACDC, por supuesto. Y aunque la banda es una de las grandes referencias musicales de los que nacimos en los 80, el público era heterogéneo. Había muchos treintañeros, pero también espectadores de 20, 40, 50 y hasta 60 años. Y personajes como Ruben Sosa, el prosecretaro de la Presidencia Diego Cánepa (que llegó para el bis y para escoltar a Mujica y Topolansky en la salida), Fernando Tetes, Rufo Martínez, Carlos Dopico, Katja Thomsen y Pablo Fabregat”.
Particularmente acertada fue la descripción de Supervielle de los dos principales integrantes de la banda (que en este tipo de casos, casi invariablemente, son el cantante y la primera guitarra, como pasa con los Stones, Zeppelin, Van Halen o Guns ‘n’ Roses): “Tyler salió de blanco: blazer, jean y sombrero de ala ancha. Su partner in crime, compañero creativo y eterno rival Joe Perry fue por el negro. Mucho antes de que el mundo hablara del boho chic, del hippie chic y todos los chics que se pusieron de moda, los Aerosmith ya tenían ese look incorporado. Y jamás se movieron de allí. La pañoleta colgada en la base del micrófono de Tyler, los pelos largos, las cadenas, los anillos y el animal print estaban ahí”. De hecho, las últimas imágenes de Tyler, otrora el no-va-más del rockero reventado, versión yanqui de Mick Jagger, no eran muy distintas a la de la tía abuela pituca y kitsch que hay en toda familia.
Esa noche, la primera y única estancia uruguaya de Aerosmith, estuvo todo bien. Musicalmente estuvieron en lo alto y extramusicalmente dieron para una juntada que no estaba entre los cálculos de nadie. Cosas así no se repetirán: Aerosmith anunció que dejó la carretera.
El viernes 2, a través de su cuenta de Instagram, la banda señalaba que debido a una afección de las cuerdas vocales de Steven Tyler, hoy de 76 años, que los obligó a suspender su gira de despedida en setiembre del año pasado, ya no volverán a presentarse en vivo. El texto señala que los esfuerzos del cantante en volver a estar en forma fueron en vano. "Lo hemos visto luchar cuando tiene al mejor equipo médico a su lado. Lamentablemente, es claro que una recuperación total de sus cuerdas vocales no es posible. Hemos llegado a una decisión desoladora, pero necesaria, como la banda de hermanos que somos, y es que vamos a suspender las presentaciones del tour".
Era el Peace Out, la supuesta última gira de la banda. Apenas pudieron hacer tres shows el año pasado. “Estamos agradecidos más allá de las palabras, a todos los que salieron a la ruta con nosotros por una última vez. Agradecidos a nuestros expertos técnicos, a nuestro increíble equipo, y a nuestras miles de talentosas personas que hicieron que nuestra historia fuera posible. Y un gracias final a ustedes, los mejores fans del planeta Tierra. Pasen nuestra música bien fuerte, ahora y para siempre. Dream On. Ustedes hicieron realidad nuestros sueños”, terminaba el triste mensaje. Las últimas dos oraciones aludían al que fue su primer (y quizá mayor) éxito, con el que se dieron a conocer en el mundo, allá por 1973.
Éxito, caída y resurrección de Aerosmith
Quizá poco importe ahora, o solo sirva a modo de homenaje, pero la historia de Aerosmith es una historia de resiliencia y resurreción a sus propios vicios. Nacieron en medio de un humo lisérgico y psicodélico producto de la música que escuchaban y las drogas que consumían en 1970. A Steven Tyler le gustaba el rock y tenía una banda, a Joe Perry y Tom Hamilton les gustaba el blues y tenían otra, se juntaron y decidieron buscar un baterista y otro guitarrista. El primero fue Joey Kramer, que se había mudado de Nueva York a Boston y tenía el nombre Aerosmith en la cabeza (las alternativas anteriores, como The Bananas, no convencían a nadie). El primer segunda guitarra fue un tal Ray Tabano, un amigo de Steven, con el que comenzaron a girar en clubes de Massachusetts. Pero como se llevaba mal con todo el mundo, menos con Steven, le dieron salida más temprano que tarde. En su lugar, en 1971, entró Brad Whithford, lo suficientemente bueno como para complementarse con Perry, lo suficientemente humilde como para bancarse ser el dos de las seis cuerdas cuando perfectamente podría ser el uno. Como sea, esta formación clásica, que llegó hasta el final, se mantendría casi intocada todo el tiempo.
A principios de los años ‘70, Led Zeppelin, Deep Purple y Back Sabbath, todos ingleses, eran la vanguardia del rock pesado. Estados Unidos, la cuna del rock, no tenía ningún grupo a esa altura. Quizá por eso, Aerosmith, el disco debut de 1973, grabado en apenas dos semanas, tuvo la recepción que tuvo. Tenía dos caballitos de batalla imbatibles: Mama Kin (un rocanrolazo que en la década siguiente versionó Guns ‘n’ Roses) y, sobre todo, Dream On, una power ballad que muchos (exageradamente) calificaban como la Stairway To Heaven norteamericana, y que era más digna y más perdurable que las melosidades ultrapopulares que grabarían dos décadas después. Era una banda de hard rock con fuerte énfasis en el blues, a caballo entre los Stones (a Tyler se le cuestionó durante mucho tiempo que era un mero imitador de Mick Jagger, gruesos labios incluidos, aunque con más talento para alcanzar notas agudas) y Zeppelin.
El segundo disco, Get Your Wings (1974), pasó con pena y sin gloria más allá del clásico Same Old Song And Dance, que consolidó a la dupla compositora Tyler-Perry, que, sin embargo, se entendían más desbundándose que escribiendo canciones. Pero sería su tercer disco, Toys In The Attic (1975), el que incluía Walk This Way y Sweet Emotion, el que los elevaría al súper estrellato. Ahora sí la cuna del rock podía sacar pecho: Estados Unidos pudo jactarse de tener su propia trilogía de rock pesado; Aerosmith inició el camino de la forma más ortodoxa, lo siguió Kiss de manera más circense y comercial, y lo terminó Van Halen apelando al virtuosismo, la limpieza de sonido y el atractivo físico de (faltaba más) su cantante y su guitarrista (David Lee Roth y Eddie Van Halen).
Claro que Aerosmith tenía sus propias ideas. Y no eran las mejores. Mientras hacían una música que luego G ‘n’ R declararía como fundamental para su nacimiento, ellos —en especial Tyler y Perry, no por nada bautizados los Gemelos Tóxicos— preferían hacerse todo el daño químico posible. El rock and roll estaba perdiendo terreno y las drogas lo estaban ganando; el sexo estuvo siempre presente. De hecho, en 1977 nació Liv Tyler, futura famosa actriz, fruto de un vínculo fugaz entre el cantante y una groupie llamada Bebe Buell, quien recién se enteraría de quién era su padre diez años después. Para 1978, Perry se había largado; en 1981, Whitford (mucho más sano que los otros dos) también dijo adiós. Los sustituyeron, respectivamente, los guitarristas Jimmy Crespo y Rick Dufay. Más allá del buen desempeño de estos, a principios de los ‘80 ya no pasaba nada con ellos.
Muchas de las cosas de esta banda ocurrieron de forma inesperada. En 1986 el dúo de hip hop Run DMC hizo una muy exitosa versión de Walk This Way, en cuyo videoclip aparecieron Tyler y Perry. El cantante y el guitarrista ya habían recompuesto su relación —básicamente gracias al alcohol y la cocaína— y el segundo había vuelto al grupo, movida que también hizo el fiel Brad Whitford. Hay que decir también que si Aerosmith no había hecho gran cosa en ausencia de los guitarristas originales, ellos habían hecho mucho menos en sus proyectos separados.
La resurrección se completó cuando ficharon para la discográfica Geffen, comenzaron un tratamiento de rehabilitación (que como suele pasar, derivó en períodos más o menos prolongados de limpieza con recaídas pronunciadas), se aliaron con compositores como Desmond Child y productores como Bruce Fairbairn, y la magia (y el éxito comercial) emergió. Permanent Vacation (1987), Pump (1989) y Get A Grip (1993) se convirtieron en sus discos más vendidos. Como suele pasar, se dividieron las aguas. Los fans de toda la vida enloquecieron con canciones como Rag Doll, Janie’s Got a Gun (que les valió un Grammy) o Eat The Rich. Sin embargo, estos no entendieron el exceso de azúcar con Angel, What It Takes, Crazy, Cryin o Amazing. Como sea, el quinteto subió a una cumbre de la que ya no bajó.
Hasta que decidió su final.
El adiós y los adioses de Steven Tyler
Como suele pasar con las bandas que llegan a un estatus de leyenda, nada de lo que ocurre en la —digamos— segunda mitad de su trayectoria es demasiado digno de ser considerado. Se puede hablar de excepciones como la edulcoradísima I Don’t Want To Miss A Thing, que si de rankings se habla fue su canción que llegó más alto (es el tema central de la banda sonora de la película de 1998 Armageddon, protagonizada por Liv Tyler), Pink, Falling In Love (Is Hard On The Knees), Hole In My Soul o Jaded, con la que se dio el gusto de estar alto en los charts en este siglo XXI. Pero ya era un grupo que vivía de su glorioso pasado. Su último disco de estudio, Music From Another Dimension!, el decimoquinto de su carrera, vio la luz en 2012 y así como salió se olvidó.
El bueno de Steven (cuyo nombre de nacimiento es Steven Victor Tallarico Blancha), qye incluso llegó a ser jurado del show televisivo de talentos American Idol, tan por fuera estaba de la banda que entre 2009 y 2010 se barajó la posibilidad de buscar un nuevo cantante. Por supuesto, eso quedó en la nada.
El anuncio de su despedida, sin embargo, pasó de todas formas menos desapercibida.
“Solo quería tomarme un momento para agradecer a Aerosmith por todo. Sin esta banda, nada de esto sería posible”, posteó en sus redes el guitarrista Slash. Guns ‘n’ Roses —quienes versionaron Mama Kin y compartieron tour como teloneros en sus inicios— es uno de los grupos que más reivindica el legado de los bostonianos.
“Los quiero, Aerosmith. Gracias por dejarme disfrutar sus discos desde que era adolescente hasta el día de hoy. Gracias por la educación y los recuerdos”, señaló otro violero, Tracii Guns, de L.A. Guns.
En su cuenta oficial, The Black Crowes se declararon “conmocionados y tristes” por la noticia. “Nada más que amor y respeto a nuestros amigos de Aerosmith. Gracias de corazón por todos los increíbles recuerdos”, señalaron quienes iban a telonearlos en su gira despedida.
Muy emotivo y ceremonioso fue el saludo de Brian May, el guitarrista de Queen, banda inglesa que saltó a la fama al mismo tiempo que Aerosmith. "Esto me ha sacado una lágrima. Aerosmith ha sido una gran parte de mi vida, como lo ha sido para millones de fans del rock. Steve Tyler se erige como uno de los mejores vocalistas y frontmen de todos los tiempos y es desgarrador que su extraordinaria voz haya sido tan dañada. Todos te enviamos nuestro cariño y nuestras oraciones por tu recuperación, Steve. También es típico de la clase de la banda que hayan tomado y difundido esta audaz decisión con ese estilo. La carrera de Aerosmith es realmente algo que celebrar para siempre. Todas las cosas pasan, pero el inspirador trabajo de Aerosmith perdurará, junto con los recuerdos de una de las bandas más increíbles que jamás haya pisado un escenario".
Quizá el mejor homenaje se lo dio Sammy Hagar, excantante de Montrose y Van Halen. El mismo viernes 2 en que se conocía la noticia, este veterano del rock ofrecía un recital en Detroit. Recordó que en esa misma ciudad, en 1973, Montrose había abierto para ellos. Su último tema fue Helter Skelter, un cover de The Beatles. Aerosmith, como un gesto de camaradería que les cayó muy bien, iniciaron su recital con esa misma canción de los británicos.
“Sinceramente, me quito el sombrero ante uno de los mejores cantantes de rock and roll de todos los tiempos, Steven Tyler, por decir: ‘No puedo cantar más. Lo dejo’. ¡Fuck, sí! Escuchen, eso es honorable. Es fucking honorable. El día que no pueda cantar más, haré lo mismo, y eso es lo que muchos otros motherfuckers deberían haber hecho hace mucho tiempo. Así que hagamos algo por ellos. Hagamos algo por Aerosmith”, dijo Hagar al público. Y arrancó con Helter Skelter, en homenaje a él, a The Beatles y a su viejo compañero de ruta.