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Ya no podemos vivir sin disruptores endócrinos, pero ¿cómo vivir con ellos?
Estos productos químicos, presentes en protectores solares, botellas de bebida, pesticidas, productos de limpieza y hasta en prendas de ropa, tienen la capacidad de interferir con el funcionamiento de las hormonas
Están en todas partes, en nuestro entorno cotidiano. Los respiramos, los tocamos, los ingerimos. No hay forma de vivir en este planeta y no estar expuesto a disruptores endócrinos, estas sustancias químicas presentes en plásticos, en cosméticos, productos de limpieza, pesticidas y hasta textiles, que tienen la capacidad de interferir con el funcionamiento de las hormonas. Pueden tanto imitar la función de una hormona, alterarla o directamente bloquearla. Y eso sucede con todas las hormonas del cuerpo y todos sus procesos.
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Si bien el concepto de disruptores endócrinos es relativamente nuevo, los efectos dañinos de estos productos químicos se conocen hace años. “Bella Unión fue un centro de atención por la alta tasa de leucemias”, recuerda Mariana Elhordoy, endocrinóloga, oriunda de esa ciudad de Artigas, refiriéndose a un fenómeno que tuvo lugar a principios de los 2000. “Era sumamente llamativo en una población tan chica la cantidad de niños con leucemia, era impactante, y se asociaba a los agroquímicos”, dice. En esta zona, un polo productivo agrícola y agroindustrial, el uso de agrotóxicos aéreos y terrestres es intensivo. Un estudio realizado por tres organizaciones no gubernamentales (la Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas para América Latina, RAP-AL; Redes, Amigos de la Tierra Uruguay, y Regional Latinoamericana-Unión Internacional de Trabajadores de la Alimentación) en 2006 concluyó que los niños analizados “presentarían una mayor vulnerabilidad a desarrollar enfermedades respiratorias así como evidenciar daño genético”.
“Es masiva la llegada del disruptor”, sentencia Elhordoy. Y sus efectos, tan variados y contundentes como difíciles de demostrar. Los disruptores endócrinos pueden afectar desde la fertilidad femenina y masculina (“si el receptor de la hormona no recibe al estrógeno o al andrógeno”, explica la endocrinóloga), hasta producir alteraciones funcionales y patologías tiroideas (“cuando el receptor no puede recibir a la T4 o a la T3”).
La exposición sostenida a disruptores endócrinos puede predisponer a enfermedades cardiovasculares y metabólicas, y puede, también, provocar cambios epigenéticos. Esto quiere decir que si bien el gen y la secuencia de ADN no cambian, estos químicos pueden regular su actividad (y hasta heredarse) e influir en la salud. Elhordoy lo explica así: “Vos genéticamente tenés los genes de tu madre y de tu padre, pero, por ejemplo, si durante el embarazo tu madre estuvo expuesta a disruptores endócrinos, eso puede hacer que en vos, que no tenías ninguna predisposición para tener cierta patología, la expresión de esos genes se modifique y ya sea capaz de tener una predisposición”.
Stephanie Viroga, ginecóloga especializada en endocrinología ginecológica, explica que los disruptores están “en todos los productos plásticos que usamos, desde los envasados hasta los cubiertos de plástico. Los alimentos ultraprocesados y los enlatados también pueden tener estas sustancias. Y hay todo un tema de la contaminación ambiental, que es menos perceptible pero que también está. Pero a lo que más acceso tenemos es a los que vienen por los alimentos y por los productos de higiene y cosméticos: jabones, maquillaje, perfume, desodorantes”, detalla.
Disruptores endócrinos
Los más comunes de estos químicos son el BPA, presente en plásticos, y los ftalatos, habituales en cosméticos. La etapa de gestación y la infancia son las que más hay que atender. “El mayor impacto de estos disruptores son, sobre todo, en los momentos más vulnerables, que son el embarazo, la infancia temprana y la pubertad; los momentos de cambio”, asegura Elhordoy.
Fertilidad, femenina y masculina
“Hay mucha evidencia pero es difícil sistematizarla”, dice Viroga. “Es difícil decir: esto te da ovario poliquístico, porque es el vivir en todo esto (el entorno actual del ser humano) lo que hizo que tengamos más ovario poliquístico, que tengamos más afectaciones de la fertilidad”. Pero está claro, explica, que los disruptores endócrinos son un “factor de riesgo” para algunas alteraciones femeninas, como “el ovario poliquístico y las alteraciones menstruales de todo tipo”. “Sobre todo se han estudiado mucho (los disruptores) en lo que tiene que ver con los procesos de fertilidad, como en aquellos que requieran una fertilización asistida”. La experta explica que el problema base de todas estas alteraciones es una afectación en la ovulación. “No ovular siempre es la principal causa de que las mujeres tengan ciclos menstruales irregulares”, explica. Uno de los motivos para que eso suceda es el ovario poliquístico, que impide ovular adecuadamente y, por tanto, complejiza el embarazo de manera “natural”. Otra alternación es la mala ovulación. “Esos ovocitos, que terminan siendo de mala calidad, también terminan afectando, eventualmente, en un proceso de fertilización in vitro”.
Volviendo al caso de Bella Unión, el estudio citado anteriormente reveló también los efectos de la aplicación de plaguicidas entre las mujeres que concurrían a una policlínica de la zona. La mitad de ellas trabajaba en tareas agrícolas, aunque declararon no aplicar directamente los productos químicos. La otra mitad se definía como ama de casa. Todas ellas tenían contacto indirecto con los productos, al lavar la ropa que sus maridos usaban en las aplicaciones. Un 37,5% de las mujeres encuestadas habían tenido dificultades para concebir y 25% habían sufrido abortos espontáneos múltiples.
Los disruptores endócrinos inciden también dramáticamente en la fertilidad masculina, pues, según Rosina Ordoqui, es muy sensible a pequeños cambios hormonales. “Los disruptores endócrinos pueden alterar tanto la función de la testosterona como hormona como alterar directamente los espermatozoides”, explica la endocrinóloga especializada en fertilidad masculina.
El momento más crítico es cuando el aparato genital está en formación, es decir, cuando la mujer está embarazada, en este caso, de un varón. “Si la embarazada está expuesta a disruptores endócrinos, ellos alteran la función que están desarrollando los testículos del varón. Por lo tanto, van a tener un efecto a futuro cuando ese varón sea adulto”. La diferencia del momento de la exposición la marca lo reversible del problema. “Los varones adultos con su fertilidad normal están expuestos a disruptores endócrinos, que pueden afectar la calidad de su fertilidad. Pero eso puede ser reversible. Lo que es irreversible es a lo que estuvo expuesto el varón cuando estaba en la panza de su mamá. Porque eso alteró una señal hormonal que hizo que se formaran mal los túbulos que después tienen que fabricar espermatozoides”, explica Ordoqui, y cita un estudio reciente que indica que hubo una disminución global de la fertilidad masculina en distintos países occidentales en los últimos 25 años. La investigación “logró demostrar que la motilidad de los espermatozoides bajó al 50% y la cantidad de espermatozoides que los varones fabrican viene disminuyendo también significativamente”, y plantea que los disruptores endócrinos “no son la única causa, pero sí una de las principales”. ¿Cómo se llega a esa conclusión? Porque cuando un fenómeno de esta índole se da de forma general, afectando a toda la población mundial, se tiene que pensar en un motivo ambiental de alcance global, como este, como los disruptores endócrinos, “que están en el agua, en los mares, en el aire, desde hace ya muchos años”, dice Ordoqui.
Los químicos de mayor impacto en la fertilidad masculina, según estudios realizados en ratones, son los ftalatos y los bisfenoles (químicos usados en plásticos para darles flexibilidad o dureza), como el BPA. Este último es el más conocido, y se libera cuando los plásticos se calientan. Desde hace años las mamaderas y botellas plásticas reutilizables pueden incluir un sticker con la aclaración: libre de BPA. “Estos disruptores endócrinos afectan a la mujer embarazada, pero también afectan al bebito recién nacido y al niño en sus primeros años de vida, y van a generar un efecto sobre su fertilidad futura”.
Lo mismo aplica para la fertilidad de la mujer. Según Viroga, aunque “es muy duro decirlo”, “la mayoría de las cosas que expresamos las mujeres en nuestra vida, en la niñez, la pubertad y la vida adulta, se cambió en el útero de nuestras madres”.
Plásticos, cosméticos y todo lo demás
Que estamos expuestos es innegable. Genera disruptores endócrinos, por ejemplo, el queso derretido de la pizza en contacto con el cartón de la bandeja. “Hay como una asociación entre el calor, el plástico y la grasa que sería lo que potencia la liberación de estas sustancias”, explica Elhordoy.
Y tienen disruptores endócrinos los productos cosméticos. “Nos preocupan sobre todo los protectores solares, porque a los niños chiquitos les ponemos mucho protector solar en todo el cuerpo, varias veces al día, todos los días durante el verano. Es mucha exposición”, señala Ordoqui.
La moda del maquillaje en niñas chicas es también un tema a atender. Últimamente se habla de la pubertad precoz en niñas y niños como un fenómeno en aumento, y los disruptores endócrinos son unas de las posibles causas. Viroga aclara que “no es causa-consecuencia directa”, porque “todos estamos expuestos y no todos tenemos un desarrollo precoz”, pero que sí son “un factor más para una cantidad de desajustes hormonales que se dan en ciertos contextos”. “Capaz que siempre existieron, pero la modernización del ser humano nos ha llevado a estar expuestos a una cantidad de sustancias que han hecho que estas cosas empiecen a pasar más”, agrega.
En busca del equilibrio
Las expertas consultadas concuerdan en que hay que poner el foco en las etapas en las que importan más los cambios: desde el intraútero hasta la primera infancia y los prepúberes. “Siempre se dice que lo más importante en un humano son los primeros 100 días; ahí se juega la exposición ambiental, social, todo en el desarrollo de esa persona”, dice Viroga.
Si bien a los médicos les preocupa el tema (y cuando aplica hacen recomendaciones en la consulta), no hay regulaciones respecto a los disruptores endócrinos. Según Ordoqui, se exige en los productos el etiquetado con todos los ingredientes químicos, pero no hay una campaña que informe a los consumidores a qué prestar atención de ese etiquetado.
“¿Viste que hubo una época, hace muchos años, que decían que los antisudorales generaban cáncer de mama? ¿O que los talcos producían cáncer de piel? ¿De dónde salen esos mitos o creencias, que en realidad no son tan mitos? Es porque todo lo que tenga que ver con aromatizantes, o derivados del petróleo, en menor o mayor grado, nos están exponiendo, y es una exposición continua, sostenida, de bajo grado, pero de todos los días”, dice Elhordoy. Entonces, evitarlos por completo escapa a nuestro control. Es importante partir de ahí. Se trata, en cambio, de buscar un equilibrio entre lo que no puedo evitar y lo que puedo minimizar.
La otra medida efectiva es la reglamentación de los productos, las políticas estatales que limiten el uso de ciertos químicos. “No podés pedirle a una persona individualmente que saque todos los disruptores endócrinos, es imposible”, dice la ginecóloga Stephanie Viroga. La otra medida efectiva es la reglamentación de los productos, las políticas estatales que limiten el uso de ciertos químicos. “No podés pedirle a una persona individualmente que saque todos los disruptores endócrinos, es imposible”, dice la ginecóloga Stephanie Viroga.
“La idea no es vivir con miedo”, dice Ordoqui. Pero sí, por ejemplo, para guardar los alimentos (incluyendo las viandas de los niños), preferir envases de vidrio o de acero. No calentar los plásticos en el microondas y descartar la botella de agua que se calentó al sol en el auto. Evitar, en la medida de lo posible, los ultraprocesados y los enlatados. Elegir cosméticos que sean lo más naturales posibles, o buscar que no tengan disruptores. Para eso, fijarse si están señalizados como “libres de disruptores endócrinos”, o tener en cuenta que los fabricados en Francia, por normas internas, no los contienen, así que son una elección segura.
“Tenemos que tratar de volver a lo más simple; cuanto más simple (es el producto), seguro que tiene menos productos químicos extraños”, dice Ordoqui.
En cuanto a los pesticidas, la recomendación es lavar bien frutas y verduras. “Hay pila de trabajos que tratan de buscar la solución a esto —dice Viroga—: cuál es la medida más eficaz para disminuir estos riesgos. Lo que está más que demostrado es que la medida más eficaz es la información. Empezar a hacer campañas para educar a la población, decirle a la gente: si te vas a comprar cosméticos, jabones, perfumes, maquillaje, fijate que no tengan tales ingredientes".
La otra medida efectiva es la reglamentación de los productos, las políticas estatales que limiten el uso de ciertos químicos. “No podés pedirle a una persona individualmente que saque todos los disruptores endócrinos, es imposible”, dice la ginecóloga. “Es un tema comercial también. Les tenés que poner todos estos requisitos a las industrias cosméticas, a las de maquillajes, a las de alimentos; tenés que regular tantas cosas que comercialmente tiene sus impactos”.
Otra clave es poner el acento en llevar una vida lo más saludable posible: hacer ejercicio, intentar bajar el estrés, dormir bien, cuidar la alimentación en calidad y en cantidad. “Si nos psicotizamos es mucho peor”, asegura Elhordoy, y recuerda que el cuerpo tiene una buena capacidad de adaptación y de recuperación. “Reducir la exposición a estos disruptores puede ayudar a mejorar la salud hormonal y metabólica”, afirma. Y en cuanto al embarazo, recuerda: “Siempre se dice que el embarazo es el mejor momento en el que incorporar un cambio”, e invita a hacer modificaciones positivas y saludables en esa etapa. Si no se puede eliminar la presencia de disruptores endócrinos, tal vez se trate de limitar sus efectos con un estilo de vida sano.
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Los 5 disruptores endócrinos más comunes (que conviene evitar en productos de uso diario)
Bisfenol A (BPA)
Se utiliza en la fabricación de plásticos, como botellas, envases y juguetes. Puede migrar a alimentos y bebidas, especialmente cuando el material se calienta. También está presente en algunos recibos de papel térmico y en el recubrimiento interno de las latas de conserva.
Parabenos
Funcionan como conservantes en productos cosméticos, farmacéuticos y alimentarios. Presentan actividad estrogénica y antiandrogénica. Estudios en humanos indican que la exposición es muy frecuente y que algunos parabenos pueden atravesar la placenta y ser detectados incluso en el líquido amniótico.
Ftalatos
Son compuestos usados para dar flexibilidad a los plásticos. No quedan firmemente unidos al material, por lo que pueden liberarse y transferirse a otros elementos. Se encuentran en cortinas de baño, suelos vinílicos, juguetes, calzado, cosméticos, envases de alimentos y productos de limpieza.
Benzofenonas
Filtros solares químicos presentes en protectores solares y otros cosméticos con factor de protección. Algunas benzofenonas pueden ejercer efectos estrogénicos o antiandrogénicos.
Triclosán (TCS)
Antiséptico utilizado en productos de higiene personal, como pastas dentales, jabones y desodorantes. Su uso se ha asociado a alteraciones en la función tiroidea.