La iniciativa opera en estrecha colaboración con la Fundación Finck, una organización sin ánimo de lucro, creada por el productor, que coordina amplias colaboraciones de investigación y actividades de intercambio de conocimientos.
En 2016, luego de trabajar algunos años en el sector de inversiones bancarias, en asesoramiento en el área de tecnología agrícola, y con una maestría en economía agraria, Bösel decidió regresar a su pueblo natal Alt Madlitz, ubicado a unos 75 kilómetros de Berlín, para dedicarse al proyecto en el establecimiento familiar.
En cuanto al premio, entregado en abril, el jurado elogió especialmente la “visión holística y a gran escala” del proyecto, su “sólida base científica” y su “capacidad para integrar con éxito la viabilidad económica con la restauración ecológica”.
Otro dato relevante de este caso es que miles de personas visitan la granja cada año, y el proyecto ha alcanzado una amplia visibilidad gracias a su difusión, incluyendo un libro escrito por Bösel, del que se han vendido más de 17.000 ejemplares.
Este año el jurado evaluó 23 “excelentes” candidaturas procedentes de Austria, Bélgica, Finlandia, Francia, Alemania, Hungría, Italia, Polonia, Portugal, España y Suiza, según la organización.
Los integrantes del jurado manifestaron su agradecimiento a todos los postulantes por su dedicación al avance de la gestión sostenible del suelo, lo que reflejó una vez más la diversidad, la innovación y el compromiso que impulsa este campo en toda Europa.
Este caso del establecimiento modelo, reconocido por organizaciones agrícolas europeas, puede ser de especial atención para los productores y empresarios del agro de Uruguay, considerando los desafíos que representan las nuevas normas legales que rigen para las exportaciones agropecuarias. Una de ellas es el reglamento europeo vinculado a la certificación de no deforestación, para lo cual el gobierno uruguayo emprendió una serie de acciones en años recientes, con el objetivo de adecuarse a los requisitos en cuestión.
No es romanticismo
“No somos dueños del suelo, somos invitados, estudiantes y ojalá también regeneradores” del mismo, dijo este emprendedor germano, en su discurso durante la premiación.
Sugirió: “¿se puede llegar a hacer una agricultura que no sea solo extractiva, sino también regenerativa?”.
“Esta no es una historia de romanticismo, se trata de una historia de economía, de ciencia, de política y de valentía”, consideró.
El proyecto galardonado comprende además la labor en la investigación de sistemas agroforestales como solución sostenible para la agricultura, atendiendo a la biodiversidad y a la protección del clima.
El invierno pasado (en la zafra 2024-2025) el equipo de agroforestería completó el sistema más grande de Madlitz, en 26 hectáreas han cultivado tierras con plantaciones leñosas y pastos combinados. El equipo de trabajo, integrado por jóvenes estudiantes y operarios que apostaron a este tipo de emprendimientos, plantó más de 7.000 árboles en 36 filas en ese predio, como parte de los objetivos en el área específica de trabajo.
Además, se sembraron innumerables semillas de hierbas, arbustos y árboles, y las distancias de un metro de ancho también permiten hacer agricultura regular, atendiendo a los “principios regenerativos”, según consta en la web de la firma.
“Esta no es una historia de romanticismo, se trata de una historia de economía, de ciencia, de política y de valentía”, dijo el productor alemán
En el predio se cosechan bayas, frutas y cereales y se pastorea ganado, específicamente de las razas Angus negro y Sales, originaria de Francia.
Sobre la Fundación Finck, indicó que publicó su primer informe anual, que ofrece información sobre lo que consideran es un “laboratorio real de 3.000 hectáreas”, donde se llevan a cabo proyectos de investigación.
Esta publicación presenta cifras iniciales, hechos y experiencias de aprendizaje de prácticas implementadas de agricultura y silvicultura regenerativas, a partir de la agricultura, la agroforestación, los bosques y los pastos, con foco en el uso del agua, del suelo y la fijación de carbono. En nombre de la investigación, la conservación de la naturaleza y la educación, el equipo de la fundación describe los pasos dados hasta ahora y hacia dónde se dirigen.
Pequeña carnicería, gran paso
El año pasado el establecimiento Gut & Bösel instaló una “pequeña carnicería” en su granja, lo que representó un “gran paso” para este emprendimiento, para hacerlo “más artesanal y transparente”, según el sitio web de la empresa.
Indica: “junto con nuestro gran carnicero Jan, cortamos y envasamos nuestra carne de nuestro ganado alimentado con pasto”. A partir de este año “realizaremos envíos con mayor frecuencia, directamente desde la carnicería a tu cocina”, señala.
Sobre la temática de bienestar animal, la empresa afirma que “el aprecio por nuestros animales no se queda en el campo”, ya que “con cierta frecuencia se mata una res con un disparo”, al animal sobre la pradera, “sin estrés, pero con mucho respeto y paz”.
Luego entregan el animal a las “manos confiables” del carnicero, y para completar el proceso en cuestión se estableció una asociación con las carnicerías Gerhardt en la localidad de Fürstenwalde y Rave, en Steinhöfel, donde la res faenada pasa unas semanas y luego en la granja es fraccionada para su posterior distribución.
Este capítulo referido a la carnicería y el manejo del bienestar animal tiene un punto de interés para la ganadería uruguaya, atendiendo a las recientes modificaciones legales sobre la faena predial, que generó polémica entre sectores políticos y en el sector pecuario y de los frigoríficos.
Otro asunto considerado clave por el emprendedor alemán es lo vinculado a la difusión de informaciones y datos sobre el completo proceso productivo que está detrás de cada corte cárnico, que ofrecen en su portal de ventas de productos.
Bajo el enfoque de generar una especie de pasaporte a la transparencia, Gut & Bösel decidió incluir en las etiquetas de sus productos un código QR, en la esquina superior derecha, que cuenta una “historia del pasto, de la vida cotidiana y del clima”.
“Cuando compra nuestra carne tiene la oportunidad de conocer información detallada sobre el animal del que proviene la carne: la edad, el peso y la raza de cada animal”, así como “cuántos kilómetros ha caminado el rodeo o cuántas horas ha pasado rumiando”, asegura la empresa en su sitio web.
Estos datos se recopilan mediante collares GPS y bolos ruminales (dispositivos electrónicos) y se introducen en el pasaporte del producto en tiempo real. Además, los clientes e interesados pueden participar en una breve encuesta y “contribuir activamente a la investigación sobre el bienestar animal” a través de tus comentarios, plantea.