Sr. Director:
Sr. Director:
Accedé a una selección de artículos gratuitos, alertas de noticias y boletines exclusivos de Búsqueda y Galería.
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáCuando comencé a escribir El mundo llora (2024), sobre guerras y pandemias que han existido en el mundo desde que el hombre apareció en él, se vio que ambas siempre existieron, sin perjuicio de muy importantes avances en otras áreas y mentes brillantes que fueron autores de descubridores que contribuyeron al bienestar del mundo.
Pero nunca como hoy se había dado lo que comenzó el 24 de febrero de 2024.
Pero ello, con toda la destrucción sin piedad de hospitales, edificios históricos, ciudades atrasadas, un Holodomor similar al ocurrido muchos años atrás, se ha expandido por el mundo de manera desconocida hasta el presente: Rusia invade Ucrania, Hezbolá ataca a Israel, Israel ataca a Palestina, Irán interviene, China amenaza a Taiwán y Corea del Norte dinamita carreteras que la unen con Corea del Sur. Rusia le permitirá a China acceder al mar de Japón. Nunca el mundo estuvo tan cerca de una guerra nuclear que extermine a la humanidad.
La destrucción terrible de las bombas de Hiroshima y Nagasaki, cuyos efectos pude ver en el Museo Memorial de la Paz en Hiroshima (actualmente declarada Ciudad Internacional de la Paz) y de los relatos de los sobrevivientes, no son nada ante el enorme poderío de las actuales, que destruirán prácticamente al mundo entero.
No hay barreras que impidan este afán destructivo que se ha apoderado de las potencias que quieren transformarse en únicas y no se dan cuenta de que, una vez lanzadas estas armas, no discriminarán y la destrucción abarcará límites inimaginables.
Los organismos internacionales han demostrado su fracaso. El derecho a veto hace impracticable cualquier medida que no les guste a los cinco miembros del Consejo de Seguridad con derecho a veto.
Por otra parte, son muchos los organismos internacionales y regionales, a veces con competencias superpuestas y que solo gastan presupuestos multimillonarios, que se necesitarían para afrontar los desastres de este mundo que ha perdido la razón.
Diva E. Puig