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    El estadio Artigas de Paysandú

    Sr. Director:

    Hoy recibí una amable invitación de la Intendencia de Paysandú para la inauguración este próximo sábado 1° de Febrero de la modernización del Estadio y la Tribuna Oeste.

    En 1995, diseñamos e instalamos las torres de iluminación, con tecnología de naves espaciales, para tener la cancha mejor iluminada de la Copa América. Monseñor Gil, el obispo de Salto, bendijo las primeras luces, con las comunidades cristianas y hebreas de Paysandú, y nos contó cómo en la reunión con el Papa Juan Pablo II terminaron el almuerzo los obispos y el Papa hablando de fútbol. Sorprendido, era la primera vez que le pasaba, pero para nosotros el fútbol es la vida. Cuando hacés un acierto, es un golazo. Y una macana, un gol en contra. Hacer tiempo, es tirarla al óbol. Y si quedaste en falso, estás en offside.

    Uruguay y el fútbol son un solo corazón.

    En lo que respecta al resto del estadio, faltaban tres meses para la inspección final, y parecía imposible. El Guapo nos arrinconó, no se podía perder la sede y que Argentina y Estados Unidos no vinieran a Paysandú.

    Usamos un arma secreta que no se conocía, un programa de inteligencia binaria que proyectaba y construía todo pero en tiempo acelerado para ver, si es posible, un Fast Track como los de la NASA y los de Silicon Valley de California. Si se podía, con medios extremos.

    Construimos la Tribuna Norte con prefabricados pesados y superhormigones, como los estadios americanos, y apoyamos a los equipos de la Intendencia y otro contratista en la Sur y la Oeste. Volamos, planificamos, preparamos, y se hizo a tiempo y sin accidentes. Y mientras Rubito y su equipo dejaron en el campo una cancha de maravilla.

    Cuando se inauguró con Uruguay- Nueva Zelanda, estábamos bajo las tribunas monitoreando el último paso de la superexigente norma italiana para liberación del uso de estructuras especiales: después de revisar planos, informes, resistencia de hormigones, controles de calidad, mediamos deformación y vibraciones de losas, vigas y pilares. Vibró con cada gol de Uruguay, pero dentro de lo previsto. Todas las tribunas eran seguras.

    Cuando años después un nuevo intendente, que no conocía la historia, se preocupó y preguntó a la Facultad, un primer informe parecía preocupante. Me consultaron, incluso en la Junta, y le pedí una mano al número uno en análisis experimental de estructuras, el sucesor del Maestro Ricaldoni que es Atilio Morquio.

    A la Tribuna Oeste, que es la oficial, la hicimos un paciente de UTI. Con el ultrasonido prestado del ingeniero Tilve, que he usado tanto que me muestra la posición de los hierros, dónde está mejor y dónde se ha carbonatado el hormigón, la resistencia y la deformabilidad, hice una gigantesca tomografía de las estructuras. Las analizamos juntos con el equipo de Morquio y eran confiables, mejores que las especificaciones de los planos de construcción.

    Y terminamos con La Prueba de Dios, un ensayo de carga. En la sección más débil de toda la tribuna, pusimos una sobrecarga con bolsas de portland, que era el doble de la carga máxima de gente que se usa como sobrecarga. Mientras, instrumentos debajo miden a un centésimo de milímetro las deformaciones para compararlas con las teóricas según las normas.

    Las dejamos cargadas y controlamos. Todas estables y mejores a las esperadas. Sin movimiento de fisuras, medidas con microscopio especial según la norma americana.

    Fue un honor compartir con ese equipo técnico de primer nivel un análisis científico que avaló un trabajo de ingeniería de técnicos y constructores sanduceros y salteños. Ese día me sentí como si hubiera jugado con Luis Suárez y Cavani. Como nos sentimos campeones todos los uruguayos cuando en 1995 ganamos la Copa América.

    Con un sobretecho que pusimos en la tribuna, para terminar goteras indeseables y habilitar mejores vestuarios y clínica médica, se cerró esa etapa. Había quedado un plan maestro para 2030 si se lograba el Mundial en Uruguay, con un Estadio FIFA de verdad, con tribunas nuevas, superestructuras con techo, asientos pullman, luz y sonido, para hacer de cada espectador un ser maravillado que quisiera que el espectáculo no se terminara nunca.

    No llegamos a organizar el mundial, pero quiero felicitar hoy al Intendente Olivera y al Ingeniero Mársico, que mantienen alta la bandera de Artigas que levantó el Guapo.

    Que el fútbol nos une, aún a Salto y Paysandú.

    Y a los orientales de todos los partidos.

    Ing. José Zorrilla