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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEl encabezado refiere al último libro de Ricardo Pascale, al que siguió su inesperado fallecimiento, dejando el barco a la deriva. Muchos lo han mencionado en la campaña electoral para preanunciar el próximo quinquenio y lo que entienden se debe hacer para lograrlo.
Sin embargo, una cosa son los titulares grandilocuentes para impresionar a crédulos acríticos y muy otra es ponerle carnadura para explicitar las bases conceptuales y fácticas de los qué, cómo, cuándo y —de Perogrullo— cómo entretejerán el presente pródigo de falencias y carencias con el futuro soñado y deseado. Para dejarlo meridianamente claro, esto no es patrimonio de la CR o el FA u otros partidos; es colectivo, nacional y de base cultural.
Podría repetir cientos de manifestaciones sobre la campaña electoral. Lo resumo en la última columna de Andrés Danza, “No cambia casi nada”. Es la sensación de que, en lo que respecta al Uruguay que nos debemos, repetimos tozudamente hace más de dos décadas. Sí, pretendemos cambiar el Uruguay sin cambiar nosotros. Inconcebible.
Sin embargo, al final de su columna dice: “Tal vez obligue a que por primera vez en 20 años el Frente Amplio y la coalición republicana tengan que sentarse a negociar en serio y llegar a acuerdos puntuales sobre los distintos temas”, citando a Mariana Pomiés.
Eso nos lleva a que ambos candidatos son reconocidos como “dialoguistas”. Y en lo personal me saltan todas las alarmas; estamos hasta la coronilla con los diálogos, como cantó Santiago Chalar: “Cuántas veces engaña la apariencia, de tanta charamusca iluminada, que en poquitos minutos encandila y, al ratito de arder, no queda nada”.
No quiero ser pesimista, pero cuesta ser optimista con los antecedentes que arrastramos. Se habla de cuatro o cinco temas claves. De acuerdo. Pero no alcanza, son placebos. Hay temas de fondo que venimos ignorando y soslayando hace décadas. Por ejemplo, una colección de leyes que no se reglamentan, no se presupuestan, no se controlan, no se auditan, no se evalúan. O una colosal falta de transparencia institucionalizada, que nos deja sin datos, o sea, sin estadísticas fiables, o sea, de conocernos íntimamente en lo institucional. Todo lo cual abreva la asistematización institucional donde los problemas, multifactoriales, los encaran de forma independiente varios organismos. Saldo, todos corresponsables, ninguno responsable. Toda esa ineficiencia sale carísima. Y no la costeamos. Un despilfarro. De locos.
Si algo debieran acordar los candidatos y sus partidos sería el más radical compromiso con la transparencia efectiva a través de solicitudes de información pública. Que tiene la ley que la respalda y, vaya casualidad, se le sale demasiadas veces por la tangente. Sé de lo que hablo, lo experimenté y documenté en un ensayo que está por publicarse. Trata temas concretos con información pública. Transcribo unos párrafos como muestra gratis de un tema “menor”:
“Por un lado, el gobierno con urgencia de avanzar. Por el de los interesados en I+D a largo plazo, insistir en una ANII dentro de un contexto institucional integral. No se logró. (Refiere al año 2007, Comisión de CyT del Senado). Hoy, 2024, pasaron 17 años; se sigue reclamando jerarquizar la CyT e I+D y 1% del PBI. Incomprensible que la fuerza auto proclamada progresista termine siendo conservadora y regresiva. ¡Con mayorías parlamentarias! Pero ojo, el tema no es de unos y otros, es de todos. Hoy, el gobierno actual culmina con la misma tesitura: Decir que el tema CyT importa y preocupa y no le hincan el diente; apenas le dan una lamida. Fue urgente el 1º de marzo de 2015 y 2020; lo será en 2025. No se entiende que no se comprenda. Urge un clamor ensordecedor para espantar los silencios de la política. Basta de callar.
Ahora, hablando en serio, es absolutamente incomprensible que esta situación se continuara como un mantra negativo durante cuatro períodos gubernamentales y no haya estado en la agenda efectiva del Parlamento o el Ejecutivo. Todos los partidos, todos los sectores, todos los políticos, todos, todos, todos. Reprobados. Que no hayan logrado consenso. ¡Porque no lo bus-ca-ron! Cualquier cosa que ahora digan parece demagogia, han perdido crédito, han sido irresponsables, incapaces o vaya uno a saber, no hay otra. Elija cada uno el sayo suyo, no lograrán tapar sus vergüenzas. ¡ 20 años 20! Inaudito. Ahora, en época de promesas y buenas intenciones facilongas resulta difícil confiarles. Salvo que hagan una profunda y extensa introspección analítica personal, sectorial y partidaria explicando (¿ ?) lo inexplicable e injustificable. La única forma de creerles, la única, la única, la única, es que antes de las elecciones acuerden entre todos —en una mesa conjunta— las bases y objetivos para resolver el tema que —seguramente como políticos responsables y avezados que son (sic)— lo habrán cavilado en profundidad y detalle estos 20 años. ¡20 años 20! ¡A las cosas, uruguayos, a las cosas! En caso de que así procedan, hacedlo por escrito, con cronograma explícito y ante escribano público. Hora de dejar de charlotear y ponerse a trabajar. Por Uruguay, no por sus partidos, sectores, correligionarios o poltronas. ¡Por Uruguay!
Sí, estimados, saltó la térmica. Méritos hicieron y es de justicia reconocérselos. Procedan según lo que a cada uno indique su conciencia. Así podremos, o no, votarlos a conciencia. El horno no está para bollos. Acuerden entre todos, no sea que cada uno salga con su verso. Trampas no. Hacerse los distraídos, tampoco. Farolear menos. Es más fácil decir la verdad. Y más digno. Viene la campaña electoral. Estemos atentos a los saludos a la bandera con loas a la CyT. El colmo sería que ahora alguno presentara un plan maestro o una receta cerrada (creo que todos lo harán). El desafío no es para llaneros solitarios que digan yo apoyo esto o lo otro, debe consensuarse. Máximos mínimos acuerdos entre todos y con todos. Requiere tiempo, sensatez, franqueza, sacrificios y mucho trabajo. Esperemos que surja la voluntad que está desaparecida, a buen recaudo.
NB, Nota Bene: Disculpas, me distraje, quise decir Buena voluntad. Vale.”
Finalmente, no se piense que soy un antisistema tirabombas. Soy un radical y crédulo pro sistema en su más alta concepción política y la ética del deber ser y hacer público. El Uruguay que nos debemos no lo vamos a lograr con atajos de los unos o los otros, es tarea de todos, todos nosotros. Mientras eso no se haga carne seguiremos con los mismos versos quinquenales. Decir bonito, hacer la plancha, postergar, dejarles el fardo a las nuevas generaciones.
Votemos a uno u otro y comprometámonos a exigirles a todos el máximo esfuerzo a partir de enero de 2025. Esto se arregla con y entre todos o lo postergaremos al 2029. Diálogo, por supuesto. Definiciones, obvio. Decisiones, imprescindibles. Compromiso, control, monitoreo, auditorías y evaluaciones, ineludibles. Los análisis de costo, beneficio, calidad, ética y coparticipación comunitaria darán la pauta si el camino es virtuoso y beneficioso. Es posible si se lo proponen y se los exigimos. Es posible.
Gonzalo Pou