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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáSe ha elegido un nuevo directorio y hemos visto que se habló de la necesidad de autocrítica. Pues bien, empecemos.
Esta elección es el fin de un proceso que empezó en 2020 en la Torre Ejecutiva en plena pandemia. En ese entonces, comenzó a gestarse la candidatura presidencial del secretario de la Presidencia impulsado y sostenido solamente por el poder.
Luego de la muerte de Jorge Larrañaga se presentó la ocasión para desactivar la proyección política del entonces ministro de Transporte y Obras Públicas y destinarlo al Ministerio del Interior, cargo para el cual no estaba preparado y que sin duda lo marginaría, políticamente hablando. Y así sucedió.
Aproximándose la etapa electoral, con el poder y los funcionarios de gobierno trabajando a todo tren, comienza a mencionarse tímidamente una candidatura alternativa “impulsada” por el Herrerismo.
Así llegamos al congreso de Trinidad, donde el correligionario de turno “larga inesperadamente” la candidatura de la Torre Ejecutiva. En ese momento vislumbramos que no solo el aparato estaba sólidamente alineado, sino que en el Herrerismo se empezaba a dudar sobre el mantenimiento de la candidata emergente.
En consecuencia y sin previa consulta hacemos públicas la necesidad y el apoyo del Herrerismo de Florida a esa candidata, cosa que nunca entendió en su entera dimensión. Pero ese es otro tema.
Curiosamente, las críticas que recibimos vinieron del mismo sector que supuestamente era su sostén. Eso confirmó nuestras impresiones. Y las ponderaciones y muestras de simpatía vinieron, en su mayoría, de los nacionalistas no alineados con alguno de los sectores partidarios.
Ya en plena campaña, la consigna era clara: que la candidata no llegara al 20% para poder nominar la candidatura a la vicepresidencia, sin compromiso alguno. Y con la presión del poder y la Torre Ejecutiva, lo lograron. Quebraron al Herrerismo y con ello a la columna vertebral del partido. Y hay que tenerlo muy claro: sin columna vertebral no hay cuerpo que aguante.
Se empezó a manejar al partido como un coto de caza, no queriendo ver que desde las elecciones de 2009 hasta el 2019 inclusive se votaba en primera vuelta cada vez menos. Incluso, con el mismo candidato, en la primera vuelta de 2019 se votó menos que en la primera de 2014. Y una muestra clara fue el desinfle electoral para el balotaje de 2019. Si la elección demoraba una semana más quién sabe qué hubiera pasado. Sin embargo, se creyó que el triunfo se debía a un solo partido y a un solo candidato y se ignoró que, si Cabildo Abierto no hubiera tenido la votación y el respaldo posterior que tuvo, la presidencia no se hubiera alcanzado. Y como reconocimiento, se lo marginó reiteradamente durante cinco años. A la elección siguiente Cabildo no logró mantener ni un senador de los tres que tenía y los resultados están a la vista. Ni que hablar, de los casi 100.000 votos del que luego fue senador ausente que provinieron de ciudadanos blancos y sin identificación política alguna.
Ya controlado el partido, la obsesión fue la nominación de la candidatura a la vicepresidencia, y ahí, si se venían haciendo mal las cosas, se terminaron de hacer mucho peor. Quien hasta pocos meses antes, como integrante del Partido Comunista, subía a las tribunas envuelta con la bandera del Frente Amplio fue proclamada candidata a la vicepresidencia por el Partido Nacional. Un cachetazo que el votante blanco no asimiló ni aceptó.
Como premio a estos desatinos se elige presidente del directorio a la cara visible (porque la invisible se autoexcluyó) de la derrota electoral.
Nunca vi, ni aun luego de campañas internas durísimas, que al novel presidente se lo abucheara en plena convención.
La autocrítica que se mencionó en la ocasión se debería haber hecho antes de esta elección interna y que se reflejara en una renovación refrescante con nuevos y prestigiosos nombres en el directorio. No se hizo, y ahora tenemos un panorama incierto y lleno de dudas.
Esperemos haya un resurgir partidario con mucha fuerza y convicción que no sea política ni personalmente dependiente para pensar en un porvenir victorioso para el Partido Nacional.
Arturo Heber Füllgraff